Hijo de la candidata presidencial, Xóchitl Gálvez, se ve envuelto en incidente violento en bar

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Un nuevo escándalo sacude la escena política mexicana cuando Juan Pablo Sánchez Gálvez, hijo de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez y coordinador nacional de ‘Xóvenes sin miedo’, se ve envuelto en un incidente violento en un bar ubicado en la exclusiva avenida Masaryk, en Polanco.

En un video captado por testigos, se observa a Sánchez Gálvez en aparente estado de ebriedad, lanzando insultos y agrediendo a guardias de seguridad del establecimiento. Los comentarios ofensivos y las acciones agresivas, incluyendo insultos homofóbicos y clasistas, han causado indignación en la opinión pública.

La grabación muestra a Sánchez Gálvez forcejeando con los guardias de seguridad e incluso golpeando a uno de ellos levemente. Sus comentarios despectivos hacia el personal y su aparente falta de respeto hacia las mujeres presentes en la escena han generado una ola de críticas hacia su conducta.

El incidente, que tuvo lugar en diciembre, plantea interrogantes sobre el liderazgo y la responsabilidad de los hijos de los políticos en la esfera pública. Aunque Xóchitl Gálvez había anunciado previamente la participación de sus hijos en su equipo de precampaña, asegurando que no recibirían un sueldo por su trabajo, este episodio podría afectar la imagen y la credibilidad de su campaña presidencial.

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Las reacciones ante este escándalo han sido variadas, con algunos exigiendo una disculpa pública y otros cuestionando el liderazgo ético y moral de la familia Gálvez. Mientras tanto, el incidente continúa siendo tema de debate en medios y redes sociales, destacando la importancia de la integridad y la conducta ejemplar en el ámbito político.

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Por su parte, el joven Sánchez Gálvez ha pedido una disculpa, en donde argumenta que el video fue de hace un año y, en su momento, se disculpó con la gente del lugar. A su vez, ha renunciado a su cargo, con el fin de asumir su responsabilidad, sin embargo, menciona que no dejará de apoyar a su madre.

Este incidente refuerza la necesidad de una reflexión profunda sobre la conducta pública y la responsabilidad de los representantes políticos y sus familias en la sociedad mexicana.

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