Red familiar puede detectar la depresión mayor

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Una persona que por más de dos meses permanece triste, sin energía, con baja autoestima o que es incapaz de sentir placer por tareas que antes le interesaban, debe acudir a un diagnóstico psicológico pues podría presentar depresión mayor, sugirió el académico de la Facultad de Psicología, de la UNAM, Gabriel Soto Cristóbal.

La Encuesta Nacional Sobre Salud y Envejecimiento en México y la Encuesta de Evaluación Cognitiva 2021, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, indican que en la población de 60 años y más que padeció COVID-19 se observó aumento en la prevalencia de sentimientos de depresión.

En 2018, 26.4 por ciento de los adultos mayores se reconoce con ella y en 2021 la cifra se incrementó a 35.5 por ciento. Respecto a la soledad, la población de 60 años y más que en 2018 la presentó (35.4 por ciento) y que en la pandemia tuvo COVID-19, en 2021 creció 4.4 puntos porcentuales (39.8 por ciento).

Los familiares deben ser capaces de identificar si hay algún cambio en mi familiar. Si yo noto que, por ejemplo, mi papá, mi mamá, hijo o hija o cualquier persona de la red familiar tiene algún cambio debe acercarse y abrir la invitación para ir con un profesional de la salud mental. Si aprecio que esta persona ya no habla o se alenta, incluso cambia su marcha, hay que preguntarse si está pasando algo”, comentó el académico egresado de la UNAM.

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Al ofrecer la charla “Depresión mayor: la desesperante sensación de siempre estar perdiendo”, el también investigador destacó que la Asociación Americana de Psiquiatría define a la depresión mayor como un trastorno que puede ser confundido con la tristeza, pues tiene que ver con sentimientos de infelicidad, inadecuación y miseria, con una disminución de energía; lo que en ocasiones se expresa como irritabilidad.

El especialista en intervención clínica destacó que cuando perdemos algo experimentamos tristeza; sin embargo, hay frases que suelen repetir las personas con esta alteración: “soy incapaz”; “nada me sale bien”, “de todas formas, no tiene caso intentarlo”; “mi vida no vale la pena”, en las cuales predomina la autocrítica negativa.

Soto Cristóbal añadió que el desconsuelo es parte de la vida, que toda persona experimentará en algún momento. Pero será importante distinguir si se generó por perder algo o a alguien, o si es una patología.

La duración mínima que se tiene que experimentar al hablar de un trastorno por depresión mayor es de dos semanas permanentes, pero si esto dura más de dos años entonces se habla de un trastorno depresivo persistente”. Aunque también se presenta un malestar significativo, pues pasa de 10 a 12 horas en ese estado durante la vigilia, que suele durar 16 horas, explicó.

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El maestro en Terapia Familiar por la FES Iztacala señaló que entre los cambios que pueden observarse son, además de la persistente sensación de desesperanza, sentimientos de abatimiento y derrota. También se presenta la anhedonia o incapacidad de experimentar placer; es decir, ejecuta una actividad que antes le gustaba y hoy ya no lo disfruta.

Otro es la conducta alimentaria: disminución del apetito y pérdida de peso (5 por ciento del peso total); o aumento de las ganas de comer porque siente hambre o ansiedad por consumir carbohidratos.

Es común ver también que son incapaces de relajarse, así como retardo psicomotor caracterizado por pausas notorias antes de contestar, o disminuye la variedad de discursos emitidos.

También es posible experimentar pérdida de energía, por lo que el afectado se siente permanentemente cansado o agotado, además de sentimiento de inutilidad o de culpa; reducción de la capacidad para concentrarse y tomar decisiones; finalmente puede presentar algún grado de conducta suicida.

“Si la persona ya está cumpliendo más de cinco criterios, entonces hay un trastorno de depresión mayor que debe ser atendido”, enfatizó ante los estudiantes asistentes al ciclo de charlas “UNAMirada desde la Psicolgía”.

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