Tras las declaraciones formales del Vaticano en torno a la prohibición de la bendición para uniones entre personas del mismo sexo se ha registrado una contundente desobediencia por parte de algunos sacerdotes en Europa y otro tanto de obispos confusos sobre cómo impartir su ministerio a los católicos homosexuales.
El dictamen, aprobado por el papa Francisco, sorprendió a propios y extraños, luego de que se había mostrado conciliador con las personas homosexuales.
Sin bien el ala más conservadora elogió el fallo, emitido el lunes por la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, las corrientes más abiertas se mostraron decepcionadas.
«Siento una vergüenza indirecta por mi Iglesia», escribió Johan Bonny, obispo de Amberes, Bélgica, en un comentario el miércoles en el periódico flamenco De Standard.
«Quiero disculparme con todos aquellos para quienes esta respuesta es dolorosa e incomprensible (…) su dolor por la Iglesia es mío hoy (…) Dios nunca ha sido tacaño o quisquilloso con su bendición sobre las personas», señaló. Otros, como el arzobispo Mark Coleridge de Brisbane, Australia, señalaron los desafíos que enfrenta ahora la Iglesia.
«Una cosa es decir que no podemos bendecir las uniones entre personas del mismo sexo. Bueno, entonces comprometámonos a lidiar con la pregunta sobre de qué otra manera podríamos incluir a las parejas del mismo sexo», dijo.
El padre James Martin, jesuita de Nueva York, dijo temer que la directiva pueda llevar a que «algunos católicos LGBTQ abandonen la Iglesia, después de años de sentirse rechazados y no bienvenidos».
Con información de Reuters