Resulta que en el mundo de los dulces, se armó la gorda entre una vendedora y una revendedora, y aquí les va el mitote completito.
Todo comenzó cuando una revendedora llegó bien salsa con la vendedora de dulces y le pidió dos kilotes de trufas. La vendedora, que no se chupa el dedo, le preguntó: «Oye, ¿no te llevaste la semana pasada la misma cantidad?» La revendedora, sin pelos en la lengua, le dijo que sí, pero que ella estaba pagando el precio completo, sin pedir ni un centavo de descuento.
Acá te va la inusual conversación:
– Buenas tardes voy a querer 2 kilos de brigadeiro de ese modelo, ¿Cuánto sería?
– ¿Y usted no compró la semana?
– Si amiga, ¿Por qué?
– Porque estoy comenzando a sospechar que usted esta revendiendo mis dulces
– ¿Porque? NO se puede?
– NO claro que no se puede
– Pero yo estoy pagando
– Igual no se puede
– Yo le estoy pagando a usted el valor que es NO pido descuento ni nada
– Igual eso es una falta de respeto
– Yo pensaba que usted compraba para usted comer, no para revender… ¡Cínica!
La revendedora, sacada de onda, le respondió que no veía el problema, que al final del día ella le estaba pagando por el producto y que, entre más vendiera, más ganaban las dos. Pero la vendedora no quiso entrar en razón y la mandó por un tubo.
Este chisme se hizo viral en las redes sociales, gracias a la cuenta de Instagram ‘Crónicas Gourmet’ y la banda está bien dividida. Unos apoyan a la vendedora, diciendo que tiene derecho a decidir quién vende sus productos. Otros están del lado de la revendedora, argumentando que una vez que compras algo, puedes hacer con ello lo que te dé la gana.
Solo faltó que le dijera: «No le puedo vender todo, porque si no, ¿luego que vendo yo?»
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