Paren todo, mis internautas curiosos, porque la realidad ya superó a la ficción. En Colombia, unos papás se fueron con todo el flow digital y registraron a su bebé con un nombre que parece salido directo de un chat futurista: “Chat Yipiti”.
Así mero, nada de Camila, Sofía, Mateo o Santiago. Aquí el futuro llegó y se instaló en la cuna. La pequeña fue registrada el 15 de agosto en Cereté, Córdoba, y desde entonces no hay red social que no esté hablando del tema.
Lo chistoso es que los papás se inspiraron en la famosísima inteligencia artificial ChatGPT, pero al final quedó “Chat Yipiti”, como si la hubieran tropicalizado con sabor a vallenato.
Ahora, las opiniones están divididas:
* Unos dicen: “Qué originalidad, esa niña siempre tendrá un nombre único”.
* Otros: “Pobre criatura, va a crecer y cada vez que digan su nombre la van a confundir con una aplicación”.
* Y los más mal pensados ya andan diciendo: “Con ese nombre hasta debería dar respuestas inteligentes desde la primaria”.
Pero ojo al dato, que esto no es nuevo en Colombia. Allá ya se han visto intentos rarísimos: papás queriendo llamar a sus hijos Miperro, Satanás y Warnerbro. La ley deja cierta libertad, pero la Registraduría puede decir: “Momento, ese nombre sí raya en crueldad”.
Y ahí es donde surge la gran pregunta: ¿Dónde está la línea entre la creatividad y el exceso de originalidad? Porque está chido innovar, pero imagínese a la niña cuando la pasen lista en la secundaria:
— “Chat Yipiti Bastidas Guerra”
— Y los compañeros: “Profe, si quiere también que nos resuelva el examen de álgebra”.
Las redes, como siempre, se dividieron.
Algunos bromearon diciendo que en unos años veremos a niños llamados TikTok Pérez o Netflix Ramírez.
Otros están preocupados: “¿Hasta dónde va a llegar la obsesión con la Inteligencia Artificial?”.
Porque sí, estamos viviendo un tiempo donde la tecnología no solo cambia cómo trabajamos o estudiamos. Ya está cambiando hasta cómo nombramos a nuestros hijos.
Y aquí entre nos, ojalá la niña crezca feliz y orgullosa de su nombre. Porque si algo está claro es que en cuanto a creatividad, sus papás ya se ganaron el premio a la ocurrencia del año.