Tupperware, la icónica marca de envases de plástico que revolucionó el almacenamiento de alimentos, ha solicitado la protección por bancarrota bajo el Capítulo 11 en Delaware, tras años de lucha contra la caída de ventas y la competencia feroz. La empresa, que llegó a ser un símbolo de la vida doméstica estadounidense, enfrenta deudas que superan los 700 millones de dólares y ha iniciado un proceso de venta mientras sigue operando.
Crisis y bancarrota
Tupperware había advertido desde 2020 que su permanencia en el mercado estaba en duda. Aunque la pandemia impulsó temporalmente sus ventas debido al auge de la comida casera, este crecimiento fue pasajero. A pesar de un breve resurgimiento de sus acciones como parte del fenómeno de las «acciones meme», los ingresos no lograron recuperarse.
La presidenta ejecutiva, Laurie Ann Goldman, explicó que la declaración de quiebra busca permitir una transformación digital de la compañía, en un intento por salvarla y modernizar su enfoque comercial. Sin embargo, los retos son monumentales, ya que la empresa se enfrenta a pasivos de hasta 10 mil millones de dólares y planea cerrar su única planta en Estados Unidos, con el despido de casi 150 empleados.
Declive de un ícono
Fundada por Earl Tupper en 1946, Tupperware se hizo mundialmente famosa por sus envases de plástico con cierre hermético, promovidos a través de las innovadoras «fiestas Tupperware» en hogares suburbanos. Este modelo de venta directa dominó durante décadas, pero la llegada de internet y el auge de competidores más accesibles y económicos, como Amazon y Walmart, erosionaron su base de clientes.
Hoy, la empresa sigue dependiendo de un ejército de 300 mil vendedores independientes, pero la demanda de productos de plástico ha caído frente a la preferencia por alternativas más ecológicas. Pese a sus esfuerzos, Tupperware no pudo adaptarse lo suficiente a los cambios en los hábitos de compra ni revertir la fuga de efectivo.