Durante mucho tiempo se creyó que casi todos los códices mayas habían desaparecido tras la conquista. La destrucción sistemática de documentos indígenas hizo pensar que solo tres manuscritos habían sobrevivido. Sin embargo, una pieza enigmática desmintió esa idea: el Códice Maya de México.
Este manuscrito, elaborado en papel amate y pintado con pigmentos minerales, fue certificado como auténtico por especialistas en 2018. Es considerado el texto prehispánico más antiguo que se conserva en el país. Su contenido se centra en la observación del planeta Venus y en ciclos astronómicos vitales para la vida ritual y agrícola.
Aunque su historia está incompleta, se sabe que estuvo en manos privadas durante años y que llegó a instituciones mexicanas en la década de 1960. Su autenticación tomó décadas de análisis debido a la enorme cantidad de falsificaciones en circulación.
Lo que volvió tan valioso al Códice Maya de México no es solo su antigüedad, sino la prueba de que el conocimiento científico de los pueblos mesoamericanos era preciso, sistemático y profundamente ligado a su visión del mundo. Es un testimonio de la resistencia del saber indígena frente a los siglos.

