Prácticamente todo el mundo reconoce la trama del clásico de 1990 ‘Mi Pobre Angelito’: Un niño se queda solo en casa durante la víspera de Navidad, con la mala fortuna de que su casa es objeto de un intento de robo por parte de dos ineptos ladrones. El pequeño e ingenioso inquilino se vale de mil astucias para burlar a los asaltantes, quienes experimentan toda clase de humillaciones y dolor físico a manos de alguien que parecía indefenso.
Ahora bien, ¿qué pasaría si alguien tomara una premisa similar, pero con un enfoque hacia el suspenso y el horror? Más aún, ¿si los roles de buenos y malos no estuvieran tan claramente delimitados y hubieran más matices entre ambos? ¿Y qué hay de cambiar al niño por un anciano veterano de guerra, alguien alejado de la sociedad por vía de una tragedia personal y un oscuro secreto por guardar?
Por fortuna alguien ya pensó en esta variante. La película es ‘No Respires’ (‘Don’t Breathe’, d. Fede Álvarez), y es una sorprendente aportación al género que parte de una idea simple pero se entretiene en desarrollarla de la forma más tensional posible, haciendo uso brillante del trabajo de cámara y la edición tanto de imagen como de sonido. En un año de películas decepcionantes, esta cinta nos reconcilia con la experiencia comunal de ir al cine en busca de esparcimiento, sin exagerar.
Nuestra historia parte con un trío de jóvenes ladrones entrando a robar un elegante domicilio, y en su comportamiento durante el ilícito muestran sus respectivas personalidades con plena claridad. Rocky (Jane Levy) es una joven que se prueba los suntuosos vestidos de la dueña de la casa, y mira con algo de dolor toda la abundancia que le recuerda su triste vida, intentando sacar adelante a su hermana pequeña en un hogar donde su enviciada madre se la pasa viendo televisión junto al novio vividor en turno. La pareja de Rocky es Money (Daniel Zovatto), el aparente líder que se comporta como si todo fuera un gran juego, y no duda en orinar libremente por la vivienda como si fuera una bestia marcando territorio. Alex (Dylan Minnette) completa el cuadro con su meticulosa aproximación a los robos, sus inflexibles reglas para llevar a cabo los mismos y el cuidado de salvaguardar unas llaves maestras de una empresa de alarmas, mismas que les permiten operar libremente.
Las metas personales de los tres son, hasta cierto punto, tristes. Rocky sueña con irse a vivir lejos de Detroit para que su hermanita crezca con un poco de esperanza a su lado. Money desea saldar deudas con un mafiosillo local. Y Alex… bueno, Alex está no tan secretamente enamorado de Rocky, así que sabemos que la seguirá en sus planes y en sus destinos, por riesgosos que sean los caminos a recorrer.
De pronto surge una oportunidad. El misterioso invidente (Stephen Lang) que vive en una dilapidada casa dentro de un barrio caído en el abandono parece esconder en su morada una considerable cantidad de dinero, consecuencia de una indemnización legal. Es el golpe que puede cambiar para siempre la vida de los tres jóvenes, y tras sopesar los riesgos y de hacer algo de labor de convencimiento, se dan a la tarea de organizar el hurto.
El director Álvarez, coescribiendo la historia al lado de Rodo Sayagues, entra de lleno en una narrativa impecablemente armada donde los ladrones ven cómo se complica el robo, el propietario de la vivienda se transforma en una pesadilla viviente y los roles de víctimas y victimario comienzan a revertirse en un abrir y cerrar de ojos, haciéndonos contener el aliento constantemente y sobresaltándonos con recursos que no son novedosos en el género, pero que aquí se emplean con argucias visuales y sonoras por demás efectivas. Más aún, el entorno de una casa donde el inquilino es ciego incrementa exponencialmente la incomodidad para la audiencia, que se siente encerrada entre rincones llenos de telarañas, penumbras que se desgarran con destellos de luz inesperados y pisos de duela que crujen con cada pisada, usualmente en momentos poco oportunos.
El ritmo de la cinta es muy ágil, y aunque la historia exige prolongados silencios y frases breves emitidas entre susurros, también se da un par de pausas en las que la trama devela interesantes revelaciones, mismas que se convertirán en nuevas razones para temer a este musculoso veterano que avanza por los pasillos como un Terminator de carne y hueso. Aunque admiré el trabajo de Lang como villano en ‘Avatar’ de James Cameron, hay que admitir que este rol tiene más dimensiones y se siente mucho más amenazador.
También hay que reconocer en Jane Levy un talento latente, que alterna la vulnerabilidad con la asertividad y la resolución de problemas. No es una “dama en apuros” o una “scream queen” en el molde tradicional. Lejos de ello. Es alguien que toma sus propias decisiones, que tiene que enfrentar dilemas muy duros y que termina por comunicarnos la urgencia de salir adelante de este predicamento, pase lo que pase. El trabajo de Dylan Minnette ofrece menos variantes, pero cumple con sus encomiendas dramáticas sin lugar a dudas.
Pero no nos engañemos, hay que cederle a Fede Álvarez el gran mérito de la película en su concepción completa. ‘No Respires’ sabe que no tiene que complicarse mucho la existencia, y explota todos los recursos a su alcance como un lienzo donde el realizador se permite mostrar su gran sensibilidad artística. La película incluso llega a una conclusión que funciona como punto de partida para algo más, aunque en lo personal me gustaría que no hubiese ninguna clase de exploración adicional en los mundos de sus protagonistas. Y si la hay, espero que dejen pasar un tiempo razonable para que recuperemos el aliento.
Síganme en TWITTER (@FinisimaPersona)
Y escúchenme en Junkie.mx/ff