Las conclusiones de las sagas cinematográficas suelen estar esclavizadas a dos situaciones: por un lado deben dejar satisfechos a quienes invirtieron tiempo y dinero en aplastarse a ver todas las películas previas, un sector representado por los fieles devotos de la franquicia. Por otra parte, también tienen la obligación de justificar su estatus de “evento cultural y mediático” con una entrega espectacular, a menudo excesiva, para que el público casual no salga de las salas diciendo “¿tanto ruido para esto?”
Bajo esta premisa, hay que admitir que ‘Los Juegos del Hambre – Sinsajo, El Final’ (The Hunger Games: Mockingjay – Part 2, d. Francis Lawrence) logra llevar su historia, contada a lo largo de cuatro filmes, a una conclusión que satisface a la mayoría de los fans de las películas y de los libros que les dieron origen, además de tirar la casa por la ventana con una entrega que no escatima en visuales impactantes y en abundancia de extras.
En cuanto a la trama: descubrimos a Katniss (Jennifer Lawrence) recuperándose después del ataque sufrido a manos de Peeta (Josh Hutcherson), a quien rescató de manos del enemigo para evitar que le siguieran lavando el coco. El conflicto emocional de la joven protagonista tendrá que decidirse entre el rescatado y Gale (Liam Hemsworth) su novio al inicio de la saga. El triángulo amoroso, donde intuimos que el novio “de siempre” está por caer en el “friend zone” mientras que el otro candidato tiene el cerebro un poco revuelto a raíz de la tortura, es quizá el punto más débil de la historia, pero logra cubrir el requisito. Muy pronto descubrimos que el conflicto real abarca algo más que resolver “con quién se queda la chica guapa”.
Así es, la sublevación en el país conocido como Panem está en su fase crucial. Por un lado, los rebeldes conquistan más y más territorio en espera de ganar adeptos suficientes para derrocar al tiránico presidente Snow (Donald Sutherland), mientras que este último se resiste a creer que su férrea dictadura está por llegar a su fin. Katniss quisiera estar repartiendo flechas en el frente de combate, pero es muy claro que su figura como icono de la rebelión tiene un valor meramente propagandístico.
La película se anota un acierto mayúsculo al mostrarnos que el conflicto no está tan inmaculadamente delineado entre las facciones en pugna. Si bien está claro que Snow es un villano merecedor del peor castigo, también se dibuja una imagen conflictiva de la presidente Alma Coin (Julianne Moore), quien parece estar moviendo las piezas para suplantar al dictador y erigirse como la heroína de la historia.
Tras un atentado fallido contra Katniss, la joven tiene una visión clara de su rol en este conflicto: tiene que acabar con Snow por cualquier medio posible, pues la desesperación del régimen se traduce en un número cada vez mayor de muertes innecesarias y en la creciente crueldad de los propios rebeldes contra sus oponentes. A sabiendas de que Coin, su asesor Plutarch Heavensbee (el difunto Phillip Seymour Hoffman) y el resto de los líderes de la rebelión no le permitirán ir a la guerra con el resto de la tropa, la señorita Everdeen elabora un plan para lanzarse en solitario a asesinar al déspota mandatario.
Sorpresa, Katniss: tus fieles compañeros de las tres películas previas no te van a permitir que arriesgues la vida así como así, por noble que sea tu misión. Así vemos que la protagonista se ve rodeada de un comando especial (formado por pura gente bonita) que le apoyará para alcanzar el objetivo final. Y es en esta labor donde los realizadores sacan los últimos trucos de su chistera visual: los héroes enfrentarán una ciudad llena de trampas instaladas por los Vigilantes, esos cínicos genios que urdían toda clase de peligros para poner en riesgo mortal a los participantes de los Juegos del Hambre. Si esto falla, también hay hordas de tropas leales al gobierno y hasta de mutantes zombificados que buscarán darle muerte a Katniss y a sus amigos, aunque a estas alturas el deceso de la chica del arco poco podrá hacer por revertir el resultado de la guerra.
Después de que su predecesora (Sinsajo, Parte 1) nos dejó sintiendo estafados pues realmente no pasa casi nada a lo largo de las dos horas de duración, esta cinta se esmeró por aumentar el coeficiente de secuencias de acción y, por consiguiente, las bajas humanas. La saga siempre se caracterizó por mostrar las muertes de los jóvenes “tributos” de una forma cruda, y esta aproximación se sostiene en el marco de una guerra declarada. En este sentido la historia comunica bien el sentido de urgencia por llevar sus acciones hasta las últimas consecuencias, pero sin pasar por alto el hecho de que hay muchos sacrificios por hacer en el trayecto.
En general podemos hablar de actuaciones muy competentes, aunque ciertos diálogos suenan ingenuos y melodramáticos por momentos. No se pasa por alto que el elenco cuenta con ganadores del Oscar en Lawrence, Moore y Hoffman, y esa calidad histriónica ayuda a salvar algunas escenas que serían risibles con intérpretes menos capaces. Es claro que el director Lawrence no se complicó mucho la existencia y se apegó con suficiente fidelidad al material base, así que los puristas no tienen mucho que temer en materia de la historia.
Para resumir: ‘Los Juegos del Hambre – Sinsajo, El Final’ cumplió con el peso de las expectativas y coronó a la franquicia como una de las sagas fílmicas más exitosas, detrás de un público juvenil que prestó su atención a un producto ágil y vastamente imitado. Extrañaremos a Lawrence como Katniss, pero su cimentación como superestrella de Hollywood seguramente le depara grandiosos roles a futuro. Sólo quedaría una petición sincera: ahórrense las precuelas, el universo expandido y los refritos en torno a la historia de Katniss Everdeen y el distópico mundo de Panem. Sabemos que la tentación para los estudios será mucha, pero quizá sea apropiado cerrar estos cuatro capítulos con una obra consistente, en vez de diluir su impacto en la cultura pop.
Oh, ¿a quién quiero engañar? Seguro ya hay un productor armando un plan para ‘Katniss: Volver a las Flechas’, una ambiciosa extensión de la fórmula. Así es este mundo en el que el cine y la mercadotecnia se confunden.
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