• Asucena Iraís Mendoza Huerta asevera que es posible lograrlo, al igual que lo han hecho países desarrollados
• A partir de 2019 se conmemora el 9 de agosto el día nacional de la lucha contra ese padecimiento
Generar mayor cultura de prevención que impulse la vacunación (en mujeres y hombres), mantener relaciones monógamas, así como evitar situaciones de riesgo, son esenciales para combatir el cáncer cervicouterino, considerado el segundo más prevalente en nuestro país, asegura la académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, Asucena Iraís Mendoza Huerta.
La también investigadora precisa que la prevención ha demostrado en naciones del primer mundo que es posible reducir la incidencia de casos y muertes por este tumor causado por el virus del papiloma humano (VPH).
Actualmente se cuenta con herramientas para combatir este problema: el papanicolaou y la vacunación; por lo que tener un día dedicado a este tema es un recordatorio importante para que la sociedad entienda que este cáncer es cien por ciento prevenible si se detecta a tiempo.
Según la Secretaría de Salud, en México a partir de 2006 esta enfermedad es la segunda causa de muerte oncológica en mujeres, luego del cáncer de mama, por lo que en 2019 en el Diario Oficial de la Federación se publicó el decreto que establece la necesidad de luchar contra este padecimiento.
A su vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que en 2020 este carcinoma tuvo una incidencia de 604 mil nuevos casos al año en el mundo y fue causante de 342 mil muertes.
En ocasión del Día Nacional de la Lucha contra el cáncer cervicouterino, que se conmemora el 9 de agosto, Mendoza Huerta recuerda: si bien existen casi 60 variantes del VPH, los subtipos de más alto riesgo son el 16 y el 18, pues causan 70 por ciento del cáncer cervicouterino y cáncer bulbar y vaginal, así como lesiones precursoras.
La profesora adjunta del Curso de Ginecología Oncológica de la FM en el Hospital Juárez reconoce que el problema es que pocas mujeres acuden a realizarse chequeos anuales de papanicolaou para la detección temprana de lesiones en el cuello de la matriz, o no se aprovecha que hoy en día existen tres tipos de vacunas para combatir el virus.
La ginecóloga oncológica refiere que la cuestión es que este tipo de tumoración no genera síntomas inmediatos; solo cuando se encuentra en etapas avanzadas es posible notar sangrados, descargas de flujos malolientes y sangrado durante o posterior a las relaciones sexuales, por lo que se recomienda que especialmente las de 25 a 64 años que hayan iniciado su vida sexual, se realicen cada año las pruebas.
La también jefa de la Unidad de Tumores Ginecológicos del Centro Estatal de Cancerología de Veracruz indica que el objetivo del tamizaje es detectar a tiempo las lesiones que suelen aparecer antes de que surjan las células cancerosas.
Mendoza Huerta detalla que aproximadamente transcurre de uno a dos años de que se genera la infección para que se presente una lesión en el cuello uterino de bajo grado; a partir de ahí pueden pasar hasta tres años más para tener una de alto grado. Para generar cáncer inicial de cuatro a cinco más. En tanto, para la formación de un tumor grande pueden transcurrir de cinco a 10 más, lo que significa casi dos décadas de oportunidad para la detección oportuna.
Los factores de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer son el inicio de relaciones sexuales antes de los 18 años, antecedentes de enfermedades de transmisión sexual o infección por VPH, tener múltiples parejas sexuales (ya sea la mujer o su pareja), tabaquismo, desnutrición, así como problemas en el sistema inmunológico.
La también investigadora recuerda que a partir de 2018 la OMS impulsa en el mundo la estrategia 90-70-90 para reducir el cáncer cervicouterino, la cual propone que 90 por ciento de las pacientes menores de 15 años estén vacunadas, 70 por ciento de las que iniciaron su vida sexual se realicen anualmente un estudio, y que 90 por ciento de las lesiones encontradas o detectadas sean tratadas.
Mendoza Huerta explica: el objetivo es que en 2030 disminuya la mortalidad, inclusive la incidencia. Si países desarrollados lo han logrado, nosotros lo podemos hacer con esta misma estrategia.
Actualmente, puntualiza, existen tres tipos de vacunas, de las cuales Cervarix únicamente está disponible en el sistema de salud pública y combate los serotipos 16 y 18 del VPH; Gardasil, 6, 11, 16 y 18, y se oferta de manera particular. A partir de 2023 en México se aprobó el uso de Gardasil nonavalente, la cual combate hasta nueve variantes del virus (6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58); también está disponible en el ámbito privado.
Para la investigadora universitaria, si bien se recomienda la vacunación principalmente en mujeres por el desarrollo del cáncer, lo ideal es llevarla a cabo con los hombres a partir de los nueve años, pues aunque no presentan síntomas son portadores del VPH.