La historia de Guava Shuishui, mejor conocida como *Guava Beauty*, es tan impactante como triste. Esta joven de 24 años, originaria de Taiwán, alcanzó fama internacional por una práctica tan extraña como peligrosa: comer maquillaje en sus transmisiones en vivo.
Sí, maquillaje. Labiales, sombras, rubores… todo pasaba primero por su cara, y luego por su boca. Con eso logró llamar la atención de miles de personas en TikTok e Instagram. Y mientras su número de seguidores crecía, también lo hacía el morbo por ver “qué se iba a comer ahora”.
Tras semanas de ausencia en redes, sus propios padres anunciaron su fallecimiento. Hablaron de enfermedades repentinas, de una sonrisa que se fue al cielo, y de una cuenta que ahora quedará como memorial. Un cierre emotivo, sí… pero también una señal de alerta.
Porque aquí hay algo que no se puede ignorar: la presión por ser original, por destacar a como dé lugar, por romper el algoritmo a punta de locura, está empujando a muchos jóvenes a cruzar límites absurdos. En un mundo donde los likes se han convertido en una medida de valor personal, hay quienes arriesgan su cuerpo, su salud y hasta su vida, con tal de volverse virales.
Guava no fue la primera, ni será la última, en tomar decisiones cuestionables por mantener una audiencia enganchada. La culpa no es solo de quien crea el contenido, sino también del que está del otro lado de la pantalla, en quienes consumimos sin cuestionar, sin pensar en lo que hay detrás.
Hoy sus redes quedarán abiertas como un recuerdo. Pero más que eso, deberían quedar como un espejo. Uno que nos obliga a preguntarnos: ¿de verdad vale la pena poner la salud, o incluso la vida, en juego solo por ser “famoso”?
Descansa en paz, Guava. Ojalá tu historia sirva como llamada de atención.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un like, una vista o un seguidor más?
@guava_beauty_ 不要輕易嘗試吃口紅 巧克力口紅都不好吃了 真的也不會好吃 我到晚上刷牙漱口都還是紅色的