Nada es para siempre, gritó México hoy, protagonista en Rusia de su mayor hazaña en el Mundial al derrotar 1-0 a Alemania, la actual campeona, con una exhibición de fútbol y, sobre todo, personalidad.
Hacia el final del primer tiempo, cuando medio estadio Luzhniki comenzó a burlarse a fuerza de «olé» de la campeona del mundo, hasta el más desprevenido se dio cuenta de que estaba siendo escenario de algo grande, del mayor impacto desde el inicio del Mundial de Rusia.
Tres años, 11 meses y tres días después del 1-0 sobre Argentina en la final del Maracaná, el equipo de Joachim Löw demostró que está integrado por humanos. Nada está escrito: ni que Alemania deba ganar su quinto título, ni que México se estrelle otra vez ante el muro del «bien jugado, pero bien perdido».
Hirving Lozano, que apenas comenzado el partido había tenido el gol en los pies, fue el héroe del encuentro jugado en Moscú cuando, a los 35 minutos, dejó sin caderas a la defensa alemana y, tras un amague, puso el 1-0 con un tiro bien seco y al primer palo.
Los hinchas mexicanos, que fueron hoy mayoría en el estadio más emblemático del deporte ruso, no podían creer lo que estaban viendo, porque el «Tri», que es como llaman a su selección, es conocida por jugar buenos partidos pero quedarse al final sin nada.
Las dos veces que México llegó a cuartos en un Mundial, fue jugando como local, en 1970 y 1986, y nunca derrotó a un rival de la envergadura de Alemania en una Copa del Mundo. Está bien presente el recuerdo del 2006 en Leipzig, cuando una gran selección mexicana tenía contra su arco a la Argentina hasta que Maxi Rodríguez solucionó el asunto con un gol para el recuerdo.
Con información de La Nación