El niño que murió queriendo ser torero (cuento no apto para antitaurinos)

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A mi abuela le gustaba mucho como cantaba yo, en las tardes me ponía a que le cantara mientras tejía y se mecía en el zaguán de la casa.

Todos los sábados, en un canal de TV (solo había dos), pasaban un programa de aficionados, dentro del mismo, tenían una sección dedicada a los niños.

Una tarde mientras veíamos el programa mi abuela me dijo: “mijo, ¿le gustaría cantar en la tele?”, yo creo que apenas acaba de contestar afirmativamente, cuando ya me había llevado a la casa de la costurera a que me hiciera un trajecito.

El sábado siguiente, salimos muy temprano en la camioneta para el canal de televisión que estaba en la ciudad.

Cuando íbamos a menos de la mitad del camino se tronó una de las llantas traseras, nos bajamos de la camioneta para que la arreglaran; solo para darnos cuenta que le habían robado la llanta de refacción, por lo que mi abuela tomó la decisión de dejar ahí la camioneta.

Tomamos un autobús que pasó en la carretera, al llegar a su destino nos dispusimos a abordar el primer taxi que pasara y le pedimos que nos llevara al canal de TV.

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Llegamos al canal de TV corriendo, mi abuela y mi tía que me jalaban cada una de una mano, hacían que mis pies no tocaran el piso pues casi me llevaban volando.

Cuando intentábamos ingresar, el policía de la entrada nos detuvo preguntando a donde nos dirigíamos, que con quien íbamos, a que asunto, a lo que la abuela acertó a decirle al policía: ¿que no ve que es Joselito y viene tarde a cantar?

No se cómo el policía se la creyó, yo creo que vio tal seguridad y desesperación en sus caras que nos dejó pasar, pero no solo eso, sino que hasta le dijo a su ayudante que nos llevara rápido hasta el estudio de grabación de los aficionados.

Llegamos hasta el sitio en cuestión y nos dejaron con alguien y el policía auxiliar se despidió, mi abuela y mi tía hablaron con esa persona, no recuerdo que decían, solo tengo las imágenes de una niña cantando, cámaras, muchas luces, gente aplaudiendo y las caras de la abuela y mi tía desencajadas.

Habíamos llegado tarde, pero lo más importante no era eso, sino que nunca habían avisado mi participación, ellas pensaron que solo era llegar y cantar.

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Nos fuimos hasta la central de autobuses para tomar el camino de regreso.

Ahí en la central en medio de la sala un señor le preguntó a mi abuela:

“¿Oiga, el niño de que viene vestido?”

A lo que mi abuela contestó: “es artista y viene de la televisión.”

“Oiga señora, ¿y por qué no nos canta poquito?” dijo el hombre.

Mi abuela con una sonrisa socarrona me dijo: “canteles la que me gusta mijo.”

Entonces comencé a cantar El Huapango Torero:

 

♪♫ Mientras que las vaquillas Están en el tentadero….

…única y nada más…nada más pa’ los toreros…    ♪♫

 

La gente se comenzó a acercar, a rodearme, entonces alguien me subió al mostrador y ahí seguí cantando, al terminar el público me ovacionó y vi la cara de mi abuela orgullosa de su nieto.

Y yo me sentí muy orgulloso de ella.

No sé ustedes,  pero cada vez que la escucho se atora una basurita en el ojo; y si no la han escuchado, pongan atención a la letra.

Foto:SpanishChina

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