México tiene una proyección de población para el año 2017 de más de 123 millones de habitantes(oficialmente: 123 518 270; CONAPO, 2017). la población mayor de 60 años se ubicó en 13 millones 928 mil 310 personas (más de 10 por ciento de la población total), de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). En 2030 habrá 20.4 millones de adultos mayores: CONAPO.
En nuestro país a diferencia de otros, se considera a una persona de 60 años o más como un adulto mayor y se le confieren todas las protecciones legales, laborales, administrativas y sociales que tienen otros ciudadanos en sus países desde los 65 años o más.
El organismo de los seres humanos requiere para su funcionalidad de la preservación de la homeostasis o equilibrio funcional, mecánico e intelectual. Entre los elementos que podemos destacar para mantenerlo saludable es su hidratación, la cual se vuelve crucial en la última etapa de la vida., debido a que los ancianos pierden el detector de la sed progresivamente, por alguna razón dejan de tomar agua, aún cuando al parecer están con falta de ella, el mecanismo de la sed está distorsionado y no funciona adecuadamente.
Un adulto de esta edad dependiendo de su constitución y actividades, debe consumir entre 1.5 litros y 2.5 litros, llegando hasta cifras mayores, si tiene actividades deportivas, o más aún, si son de mediano o alto rendimiento (maratones, triatlones, ciclismo de larga distancia, etc..).
El agua es un elemento indispensable para que el metabolismo del organismo se lleve a cabo, el mismo metabolismo genera producción de agua y requiere de ésta para completar sus objetivos.
La presión arterial para mantenerse en cifras normales no puede prescindir del correcto consumo de agua. Las funciones cerebrales se entorpecen, se vuelven pausadas y lentas, confunden las resoluciones, retardan las respuestas y pueden dañarse de forma definitiva ante periodos prolongados de inadecuada ingesta de agua.
Los riñones para deshacerse de los desechos metabólicos, algunos de los cuales son muy tóxicos, necesita sin duda alguna del consumo adecuado de cantidades de agua natural que facilita que estas cargas nocivas, sean filtradas a la velocidad adecuada y con la eficiencia necesaria sin dejar que se acumulen.
La eficiencia en el desempeño mecánico de los músculos, su capacidad para consumir la energía y transformarla en movimiento depende del consumo de agua, así el poder desplazarse y ser independiente tiene que ver con el agua.
El hígado que se considera un laboratorio con múltiples funciones como el control de los niveles de energía dependiente de la glucosa, de las grasas y de las proteínas; que participa en los eventos de la coagulación y sirve para controlar la concentración de tóxicos como el amonio en sangre, no podría completar ninguna de sus actividades sin el flujo de agua que junto con la sangre le proporcionan los elementos necesarios para lograr el trabajo que debe desempeñar.
El agua del organismo de los seres humanos se origina principalmente en el consumo por vía oral y en la producción de la misma en los procesos metabólicos del organismo, así la combinación de 3 partes de la ingesta de agua con la producción en el organismo de otra más llegan a la conclusión del agua total que debe ser más o menos de 2 – 2.5 litros diarios.
Así como hay cambios en la percepción de la sed, igualmente la composición total del agua del anciano se modifica, volviéndose más susceptible a los cambios y el riñón deja de ser tan exacto, conjunción de circunstancias que complican el equilibrio u homeostasis de los ancianos.
En USA 6.7 % de los pacientes ancianos internados en un hospital reportaron deshidratación, de éstos, 1.4% ingresaron exclusivamente por motivo de deshidratación sin otro padecimiento o comorbilidades.
En residencias de ancianos de larga estancia, se encontró que cuando presentaban fiebre el 50% estaba deshidratado y que de los hospitalizados el 27% ingresó debido a deshidratación.
La deshidratación en población general de ambos sexos y de todas las edades, es muy común y resulta grave en afectados como los ancianos, por su baja reserva para responder a contingencias y por la facilidad de que se compliquen por padecer con frecuencia de otros padecimientos que se pueden agravar con facilidad, generando un evento en cascada de acontecimientos de salud negativos en un paciente frágil.
Un diabético senil deshidratado, elevará más sus niveles de glucosa, de creatinina y dejará de orinar acumulando tóxicos, disminuyendo su presión arterial, entrando en confusión por el efecto de no tener suficiente sangre, oxígeno y nutrientes en el cerebro. Las infecciones y las embolias a todos niveles son más frecuentes en estos pacientes, que enlentecen su circulación, afectan la irrigación de su corazón producen arritmias que detonan formación de coágulos y embolias. Todos estos eventos junto son capaces de acabar con el balance de un paciente geriátrico y exponerlo a una situación de muy alto riesgo.
La economía de estos pacientes, de sus familiares y del país se encuentra comprometida debido a los altos costos que un paciente con estas características puede costarle en patrimonio a cualquiera de estos involucrados sin olvidarse que el mismo paciente sufrirá consecuencia que pueden ser mortales.
Es difícil que el paciente se queje de sed, sin embargo, nosotros con este conocimiento debemos de insistir en el consumo si no hay contraindicación médica, de cuando menos 8 vasos de agua repartidos en el día (2 por la mañana, 4 a medio día y dos por la tarde noche) con lo que llenaremos el mínimo requerido de 1.5 a dos litros diarios para su óptimo desempeño y prevención de complicaciones. UN indicador sencillo de cómo está la hidratación puede ser el hecho de que le paciente orine de color claro y transparente, en la medida que la orina es más amarilla y oscura, puede tratarse de falta de consumo de agua natural.
A mayor edad, mayor déficit en el consumo de agua de los pacientes geriátricos, prácticamente ninguno de los que se presenta a consulta de manera ordinaria, aún cuando no vengan a cita por enfermedad, se encuentra consumiendo cantidades suficientes de agua.
Es ilógico pensar que si un paciente geriátrico no se puede valer por si mismo, pueda ingerir suficiente cantidad de agua y además contarla o calcularla, necesita de ayuda, la cual no recibe por lo general, porque para quienes se la tiene que dar, resulta un fastidio darse a la tarea de su aportación, así que mientras no se entiende la relevancia de este concepto, no se puede pretender tener pacientes geriátrico bien hidratados.
Debemos difundir a todos los niveles la importancia de tomar agua natural.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Médico Internista, presidente de Ejercicio y Nutrición son Salud y prevención, así también de Exercise is Medicine México; Fellow of the American College o Physicians y Representante de la Sociedad Internacional de Medicina Interna en México.
www.drlarjandrocradenas.com