En la actualidad ser madre tiene distintas implicaciones a las del pasado, ya que había un solo modelo de maternidad y se esperaba que tuvieran hijos y fueran “buenas madres”. Hoy en día existen varios y su ejercicio no está anclado necesariamente al cuerpo de la mujer, expuso la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, Norma Cruz Maldonado.
La maternidad también es un constructo sociocultural, multideterminado y definido por normas que se desprenden en un grupo social específico y en una época definida. Por eso ahora son diferentes, resaltó.
Por ejemplo, cuando nos referimos a una madre no necesariamente hacemos alusión a una mujer heterosexual, también hay que reconocer las maternidades lésbicas y trans. Destacó que hoy tienen la posibilidad de decidir no tener hijos, cuándo ser madres, cuántos desean, con quién y cómo tenerlos.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México 35 millones 221 mil 314 mujeres han decidido tener hijos; 72 por ciento de las mayores de 15 años son madres; es decir, siete de cada 10 en ese rango de edad reportan tener algún hijo, citó Cruz Maldonado.
Además, precisó, en 2022 se identificaron 30.89 millones de 15 años y más que viven con algún hijo o hija, y de ellas 10.2 millones no tiene cónyuge, lo que representa 33 por ciento. Del total de madres sin pareja, 79.1 por ciento estuvo alguna vez unida y actualmente se encuentra divorciada, separada o viuda, mientras que el restante 20.9 por ciento se declara soltera.
De las que tienen hijos, 57 por ciento cuenta con educación básica; 19 por ciento ha cursado educación media superior y 17 por ciento educación superior; uno por ciento reportó no contar con ningún nivel de escolaridad.
Al participar en el Segundo Seminario permanente sobre necesidades y problemas sociales en México: Trabajo de cuidados en contextos de desigualdad social, la experta recalcó que las entidades donde hay menor nivel de escolaridad, como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, tienen más hijos.
Constructo sociocultural
En la sesión a distancia titulada “Maternidades en contextos de desigualdad social”, la universitaria mencionó que la tasa de fecundidad ha disminuido de manera importante, y prácticamente a nivel nacional el promedio de hijos por mujer es de dos.
Ello se debe, detalló, al incremento de la escolaridad en ellas, el acceso a métodos anticonceptivos, que sean más autónomas en la toma de decisiones sobre su cuerpo, la legislación sobre el aborto seguro, su incorporación al mercado laboral, etcétera.
La profesora de la ENTS refirió que el mayor número de nacimientos a escala nacional lo tiene el grupo de 20 a 24 años. Desafortunadamente también hay una cantidad significativa en adolescentes, así como en las que tienen más de 35.
La especialista dijo que existe un vínculo indisoluble entre la maternidad y los trabajos doméstico y de cuidados que, por mucho tiempo, las colocó en el espacio privado. Su presencia en el ámbito público ha crecido de manera paulatina por cuestiones de carácter social, económico y jurídico, lo que se ha gestado a lo largo de la historia.
No obstante, la sociedad etiqueta a quienes trabajan y tienen que dejar a los hijos en la guardería o al cuidado de algún familiar. “Ese proceso, que nos atraviesa, implica aspectos fisiológicos, psicológicos y emocionales, y aun así se nos sigue sancionando por tratar de cubrir los dos roles, el de la maternidad y el de la mujer productiva, trabajadora e independiente económicamente”.
Cruz Maldonado recordó: aunque tengan una actividad remunerada, también deben cumplir con el cuidado de los hijos y del hogar, lo cual implica triple jornada laboral.
Al abundar en el tema laboral, señaló que con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2021) había 51.7 millones de mujeres de 15 años o más. De ese total, 44 por ciento formó parte de la población económicamente activa (PEA), es decir, 22.8 millones.
De las que conforman la PEA, 56 por ciento desarrolla una ocupación informal. Pero ese no es un aspecto meramente numérico, sino cualitativo: prácticamente 55 de cada 100 se emplean en actividades de comercio, de la industria manufacturera y de servicios, lo cual tiene una gran repercusión en la calidad de vida femenina.
En nuestro país la seguridad social está anclada al empleo formal, razón por la cual en esas circunstancias carecen de seguro por riesgos de trabajo, enfermedad, maternidad, invalidez, por retiro de cesantía y edad avanzada, y vejez. Tampoco pueden acceder a guarderías y prestaciones sociales como aguinaldo.
Ello impacta para que las mujeres y sus hijos tengan una calidad de vida inferior o circunstancias difíciles en sus trayectos de vida, alertó Cruz Maldonado.