Para el conflicto entre Rusia y Ucrania, que cumplirá dos años, no se ve una salida próxima y es posible que se prolongue de manera indefinida, coincidieron en señalar expertos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la UNAM.
En la mesa redonda Ucrania a dos años de la invasión. ¿Qué viene a futuro?, el embajador David Nájera Rivas refirió que esta es una guerra de desgaste. La apuesta es cuánto aguantaría cada una de las partes a mediano y largo plazos; ese factor es lo que le puede dar una eventual salida.
Ahora, recalcó el presidente de la mesa directiva de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano, no existen esas condiciones; en los próximos meses la posibilidad de negociar vendrá más por el desgaste que por los triunfos o derrotas militares, porque el apoyo político en occidente vaya debilitándose y los costos económicos y la presión social sigan creciendo.
Del lado ucraniano, detalló el diplomático de carrera, no llegan los recursos; la situación ha perdido respaldo público en el resto de Europa y las sociedades ya no ven con tanta simpatía aportar dinero para esta lucha, porque los efectos en sus propias economías han sido difíciles, con inflación y aumento en el costo de la energía y alimentos.
Los gobiernos nacionales van a anteponer la estabilidad de sus sistemas políticos, sus partidos en el poder, etcétera, antes que seguir brindando apoyo a Ucrania; esa es una clara apuesta de Putin y tiene el tiempo a su favor, abundó Nájera Rivas.
En tanto, para los rusos ha resultado ineficiente la venta de petróleo y gas, sobre todo a la India, que los ha comprado a menores precios que los usuales y los ha pagado en rupias, cuando ellos necesitan dólares o euros para comprar refacciones para su maquinaria bélica y el mantenimiento de sus cadenas de producción. Ese tipo de presiones, de ambos lados, llevaría a encontrar una negociación. “Vemos un desgaste creciente de las dos partes”, argumentó.
El responsable del Programa de Estudios sobre la Unión Europea de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Luis Huacuja Acevedo, calificó como complicado el panorama; no hay una salida a la vista y es posible que se alargue indefinidamente.
La situación se puede prolongar, los más afectados será los habitantes en Ucrania y la infraestructura, “con el costo de recuperación que esto tiene”; el desgaste es generalizado y ocasiona que el tema quede “medio abandonado”, o que, por lo menos, ya no sea la prioridad que fue hace dos años.
El experto mencionó que este conflicto va más allá del ámbito espacial ucraniano, a la confrontación de modelos económicos y democráticos, al enfrentamiento entre Rusia y occidente. “El ascenso de la extrema derecha es un tema complicado y preocupante para la Unión Europea, porque no se sabe cómo quedará configurada la Eurocámara, y porque se trata de un termómetro para las elecciones que se avecinan en distintas partes del viejo continente”.
A este panorama, agregó en la sala Fernando Benítez de la FCPyS, se suma la elección presidencial en Estados Unidos, la posibilidad, cada vez mayor, de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, y el conflicto en Medio Oriente.
La credibilidad de occidente se ve lastimada: ante las mismas acusaciones que se lanzan contra Rusia, de crímenes de guerra, ataque a hospitales y escuelas, etcétera, “se calla cuando se trata de Israel en contra del pueblo palestino”. Frente a cerca de 30 mil muertos, 70 por ciento de ellos niños y mujeres, según estimaciones, “guarda silencio”, recalcó Huacuja Acevedo.
De acuerdo con el experto de la FCyPS, José Joel Peña Llanes, esta pugna, que viola el derecho internacional y las garantías fundamentales de millones, no se avizora una solución, al menos en el corto plazo.
El universitario opinó que 2024 será una fecha clave que puede o no determinar el fin de esta “guerra de agresión”, por el resultado de las elecciones en la Unión Americana, el Parlamento Europeo, Rusia y Ucrania.
Recordó que existe división marcada entre los países que apoyan a esta última nación, censurando y sancionando a su contrincante en la guerra, y aquellos que están con los rusos.
Es una segmentación que parece clásica entre occidente y oriente, donde vemos a la Unión Europea claramente alineada con la posición de EUA, Canadá y otros miembros de la OTAN, y un número considerable de estados africanos, del medio oriente, del sureste asiático y tres latinoamericanos (Venezuela, Cuba y Nicaragua), que respaldan a la nación más extensa del mundo.
Refirió que el principal respaldo de México a Ucrania ha sido en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, donde ha votado en favor de llamar a Rusia para establecer un cese al fuego, abrir corredores humanitarios y permitir que los ucranianos se desplacen de su territorio o, por lo menos, se les garantice su seguridad.
De igual manera, presentó una propuesta de paz ante la Asamblea General de ese organismo, que no prosperó, la cual refería la vocación pacífica del Estado mexicano. Empero, el Ejecutivo federal también ha mantenido cierta neutralidad y no ha condenado abiertamente la conflagración, aludiendo al principio de política exterior de no intervención en asuntos de otros Estados, expuso Peña Llanes.
El coordinador del Centro de Estudios Europeos de la FCyPS, Dámaso Morales Ramírez, aseveró que Rusia pretendía que fuera un conflicto rápido, pero no ha sido así, porque su contrincante fortaleció sus capacidades militares y de inteligencia. “Por momentos caen ciudades ucranianas, pero son rescatadas”; la situación es cambiante.
A ello se suman otros factores, precisó el moderador de la sesión, como el posible regreso de Donald Trump a la presidencia y los cambios en el alto comando ucraniano. Además, ante el conflicto en Medio Oriente parecería que lo que ocurre en Ucrania se ha desdibujado. Lo cierto es que el problema sigue vivo y tiene que ver con el futuro de la geopolítica europea.