Un pequeño emprendedor de 12 años tenía un plan brillante: vender helados durante el verano para ganar unos cuantos dólares. ¿Su objetivo? Quedarse con la mitad del dinero y destinar el resto a apoyar al equipo de hockey de su hermano Patrick, los Boston Bear Cubs, un grupo de niños y jóvenes adultos con discapacidades. Pero en Norwood, Massachusetts, las cosas no siempre salen como uno espera.
Todo marchaba sobre ruedas hasta que el Departamento de Salud de la ciudad irrumpió en escena, cerrando el puesto de helados de Danny Doherty. ¿La razón? Una queja anónima que provocó la intervención de las autoridades, quienes alegaron que el puesto no cumplía con el código estatal para la venta de alimentos seguros en la vía pública.
¡Al parecer a alguien no le hizo gracia ver al niño vendiendo felicidad congelada en vasitos!
«La gente del Departamento de Salud solo hace su trabajo, responden a una queja», comentó Nancy Doherty, la madre de Danny, quien había ayudado a su hijo a montar el negocio. Aún así, no pudo ocultar su sorpresa y decepción al pensar que alguien podría sentirse tan molesto como para denunciar el puesto de un niño que apenas atendía a una veintena de personas. «¡Es solo un pequeño puesto de helados!», exclamó.
A pesar del desafortunado cierre, Danny logró reunir 62 dólares para los Boston Bear Cubs antes de que todo se viniera abajo. “Me sentí bien al poder ayudarlos”, dijo Danny, aunque admitió sentirse frustrado al ver que «hay muchos puestos de limonada y no los cierran».
Pero aquí no termina la historia, afortunadamente los vecinos de Danny, al enterarse del atropello, se movilizaron para ayudarlo y ya han recaudado más de mil dólares para el equipo de hockey.
¡El negocio del helado se derritió, pero la solidaridad se mantuvo firme! ¡ Somos más los buenos!