Viejos animales, nuevos trucos

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Confieso que no me entusiasmaba una nueva versión de ‘El Libro de la Selva’, esa historia clásica de Rudyard Kipling que Walt Disney convirtió en un clásico animado en 1967. Mis gratas memorias infantiles de osos despreocupados, orangutanes bailarines y tigres amenazadores no daban cabida a una reimaginación con actores de carne y hueso. Bueno, UN actor principal de carne y hueso, y docenas de animales animados por computadoras. ¿No podíamos respetar los recuerdos de Germán Valdés ‘Tin Tan’ cantando ‘Busca lo más vital’? ¿Acaso ya no hay nada sagrado?

Admito, sin embargo, que tengo un largo historial de equivocarme. Esta nueva película (‘The Jungle Book’, d. Jon Favreau) es un auténtico espectáculo visual que desafía los límites de lo que creíamos posible en materia de imágenes computarizada, con un realismo sin precedentes y una “humanización” de los personajes clásicos que está a tono con los tiempos modernos, pero conservando algo de la inocencia y los mensajes de la versión caricaturizada.

La historia, para quienes no estén familiarizado con sus múltiples encarnaciones. Mowgli (Neel Sethi) es un pequeño niño que fue criado entre una manada de lobos tras ser hallado por la noble pantera Bagheera (Ben Kingsley). El “cachorro humano” intenta encajar entre sus hermanos animales, quienes le reprenden al hacer uso de herramientas propias de los de su especie, pero en general lleva una existencia plácida en su ambiente adoptivo.

Las cosas se complican con la aparición del tigre Shere Khan (Idris Elba), quien ve en Mowgli un peligro real para su propio dominio de la jungla. Los lobos saben que no pueden proteger por siempre al pequeño, quien toma la decisión de apartarse de ellos para no afectar a la manada. En su frenética huida al lado de Bagheera, el humano termina por conocer al bonachón oso Baloo (Bill Murray), cuya filosofía hedonista contrasta con las duras enseñanzas de la selva. También se topa con el Rey Louie (Christopher Walken), un orangután que parece inspirado en un capo de la mafia y que quiere aprender el poder los humanos para controlar “la flor roja” (el fuego), símbolo de absoluto dominio sobre la naturaleza.

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El resto del reparto de voces está poblado por actores de talento, tanto en la versión original en inglés (que cuenta también con Scarlett Johansson, Lupita Nyong’o, Giancarlo Esposito y el recién fallecido Garry Shandling) como en la de habla hispana (con Enrique Rocha, Héctor Bonilla, Víctor Trujillo, Francisco Céspedes, Susana Zabaleta y Regina Orozco, por mencionar algunos). Hay que admitir que cualquiera de las opciones ha sido cuidada al máximo para preservar la intención actoral detrás del elemento animado.

Pero lo que hace destacar a ‘El Libro de la Selva’ es esa pericia de Favreau para darle dimensiones a los personajes. El realismo inconcebible de lo que percibimos en la pantalla era una necesidad imperante, pues debía evitar el romper la magia de ver animales parlantes interactuando con un niño dentro de un entorno recreado digitalmente. Sobra decir que el director no olvidó el toque que le imprimió a ‘Iron Man’ para detonar todo un universo fantástico, y que aquí cimenta como su filme más logrado a la fecha.

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Además de los efectos visuales impecables, la película se beneficia al poseer una banda sonora de primer nivel, cortesía de John Debney. Los ambientes se sienten aún más grandiosos, el peligro más palpable y el drama más intenso gracias a temas que se entrelazan uniformemente dentro de la historia. Basta escuchar las melodías que acompañan la majestuosidad de una marcha de elefantes, en contraste con un par de guiños musicales a la versión animada, para descubrir que el compositor no tuvo miedo de apoyarse en el pasado para solidificar su propuesta al presente.

El eslabón débil en muchos filmes con un protagonista infantil suele ser el niño mismo, pero aquí también debemos celebrar el desempeño de Neel Sethi: es emotivo, visceral y genuino en su asombro por el mundo que va descubriendo ante sus ojos, pero también se nota seguro de sí mismo al despertar a su “lado humano” cuando la ocasión lo requiere.

Una buena noticia más: la versión 3D está muy bien lograda, y no es un distractor para la audiencia. Por el contrario, hace que la experiencia de ‘El Libro de la Selva’ sea más inmersiva e impactante. ¿Para qué decir más? Ve a verla cuanto antes, preferentemente acompañado para darle aún más respaldo a su frase de “la fuerza de la manada es el lobo, y la fuerza del lobo es la manada”.

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