Cuerpos celestiales, búsquedas fantasmales

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El interminable dilema sobre la presunta “humanidad” que puede llegar a desarrollar un organismo cibernético o “cyborg” ha dado pie a interminables discusiones sobre futurismo filosófico, por no mencionar el hecho de que ha nutrido innumerables instancias creativas que suelen agruparse bajo el cómodo sello del “cyberpunk”, una vertiente por demás prolífica en la ciencia ficción. Lejos de resolver satisfactoria y definitivamente esta pregunta, parece que quienes se enfrascan en su discusión abogan por recrearse en las posibilidades de explorar el escenario, sin mayor afán por develar sus misterios.

Esto te parecerá una consecuencia lógica del esteticismo desbordado que salta a la vista en cada cuadro de ‘La Vigilante del Futuro’ (‘Ghost in the Shell’, d. Rupert Sanders), un auténtico festín visual que no sólo se apoya en la riqueza imaginativa del manga y el anime que fungen como sus antecesores, sino que parece además explotar una amplia gama de recursos previamente generados por clásicos como ‘Blade Runner’, ‘Matrix’ y hasta la reciente serie de ‘Westworld’. No es una cuestión de falta de originalidad, sino más bien una progresión lógica.

La historia nos muestra el proceso de ensamblaje de una especie de súper soldado llamado Major (Scarlett Johansson), un organismo cibernético que se erige como el epítome de la tecnología aplicada a la réplica de seres humanos. Pese a que su cuerpo es una máquina, esta se mueve por una consciencia humana y un cerebro reales (el “fantasma” o “alma” al que alude el título original). Sí, Major es una pieza de perfecta tecnología con un cuerpazo de miedo, pero detrás de ese atractivo exterior se ocultan los vestigios de un ser vivo con un pasado trágico.

Vamos descubriendo partes de dicho pasado gracias a la Dra. Ouelet (Juliette Binoche), quien es una especie de entrenadora/custodia para Major, pero también a través del villano Kuze (Michael Pitt), un hacker misterioso que se comunica de forma telefónica con su persecutora y que va dejando un rastro de aparentes pistas que pueden alterar el curso narrativo de acuerdo a sus intereses… o quizá a la verdad sobre lo que está sucediendo en este confuso entorno.

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La trama, entonces, no te parecerá del todo ajena si eres fan del género. Es más que probable que hayas consumido múltiples filmes, cómics, novelas y hasta videojuegos con tópicos sumamente parecidos a los de ‘La Vigilante del Futuro’. Lo que es un hecho es que la belleza delirante de cada cuadro en esta producción es una celebración de los sentidos: el entorno de una metrópoli asiática futurista y sus alucinantes escenarios se convierte en un protagonista más casi sin que nos demos cuenta, algo que se agradece en los momentos en los que la ya familiar sucesión de conflictos podría volverse reiterativa.

Cabe destacar que el espíritu distópico de la obra, donde las naciones parecen haberse convertido más bien en grandes corporativos internacionales, es fiel a lo que esperaríamos de una novela de William Gibson o Neal Stephenson, pero sin elementos de humor o liviandad que podrían identificar más a la audiencia oriental con el personaje de Major. Entiendo que la interpretación de Johansson debe haberse apoyado a su vez en roles similares que ya exploró en películas como ‘Lucy’ o ‘Bajo la piel’, pero hay momentos en los que su clara perfección idílica se hubieran visto beneficiados por toques más… ¿humanizantes? Ni siquiera sé si esa la palabra que busco o el conflicto que busca resolver el director Sanders.

Por otra parte, la película no escatima esfuerzos en el resto del cuadro actoral. Dejando de lado la cansadísima y cacareada polémica sobre “apropiación cultural” que tanto le gusta exhibir a Hollywood como síntoma de su culpabilidad y privilegio, este filme tiene un atractivo multinacional que habla más claramente del futuro social del planeta que de la mera geografía. Takeshi Kitano devora sus breves apariciones a cuadro como un veterano policía a cargo del Sector 9, la unidad a la que pertenece Major. El danés Pilou Asbaek como su aguerrido subalterno Batou refuerza el aspecto “noir” de la obra, y el resto del reparto logra hacer justicia al material original sin parecer un mero guiño de disculpa.

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No quiero caer en las forzadas comparaciones que muchos se sentirán tentados a hacer respecto a la película animada de 1995 por una sencilla razón: esta versión debe sostenerse por mérito propio, ante una nueva clase de público. Existe actualmente una tendencia crítica a sostener las historias originales como el único objeto comparativo válido, cuando quizá ha llegado el momento de ver estas historias como nuevos puntos de partida. En lo personal tengo al anime original como uno de mis filmes favoritos, pero no me siento obligado a desdeñar esta versión por su sencilla intención de existir.

¿Es ‘La Vigilante del Futuro’ una película digna del género, bajo esta premisa? Creo haberla disfrutado a plenitud por los riesgos que se animó a tomar, sin concentrarme del todo en las obvias limitaciones narrativas que se planteó al elegir su elenco y entorno. ¿Qué tan desapercibida puede parecer una impactante Scarlett Johansson en un frío entorno como el que vemos retratado, por ejemplo? En el fondo eso no importa: ‘La Vigilante del Futuro’ es una de esas producciones que estoy dispuesto a aceptar por el simple hecho de que se las arregla para hacer que el viaje sea más entretenido y sorprendente que el destino al que iba a llegar de todas formas.

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