Sueños olímpicos, realidades devastadas

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Recuerdo la felicidad que nos trajeron los atletas mexicanos en aquel verano de 2012 después de los Juegos Olímpicos de Londres, donde las mexicanas Aída Román y Mariana Avitia habían logrado medalla de plata y bronce respectivamente en la disciplina de tiro con arco.

Un año después, Aída Román se quedó sin su entrenadora, Songi Woo, quien decidió irse del país. Así, una de las estrellas del deporte nacional tuvo que andar sola durante algunas competencias.

Desafortunadamente, lo ocurrido con Aída es más cotidiano y normal de lo que parece, pues a las Federaciones se les ha hecho recurrente dejar de pagar entrenadores y no invertir en equipos. Claro ejemplo el caso del entrenador de clavados Francisco Rueda, a quien le dejaron de pagar por tres años su salario y recuerda que hubo un momento en que de plano, no tenía ni para comer.

Y es que los recursos para el deporte, aunque bien utilizados para incrementar el equipamiento para prácticas, han sido escasos para capacitación de técnicos y entrenadores. De igual manera, no se ha implementado un verdadero programa de preparación de atletas.

Para este 2016, el presupuesto asignado por el Gobierno Federal a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) fue de 2 mil 800 millones de pesos, sin embargo, la presencia vacía de México en los juegos de Río proviene, como muchos ya sospechaban, de los pleitos entre Comisiones, Comités y Federaciones que tienen diversas facultades respecto a los deportistas y además, ejercen las partidas presupuestales con diversas intenciones y destinatarios, que normalmente, suelen no corresponder al beneficio deportistas y al deporte en sí, sino a los abusos que son tradicionales en este ambiente.

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Según Nelson Vargas, ex titular de la Conade, uno de los problemas que impide el buen desarrollo del deporte nacional, es el hecho de que los presidentes de las federaciones se sienten dueños de sus deportes, olvidando que la concesión es otorgada por el gobierno. Vargas señala que las federaciones no ponen el dinero para el deporte; sino que los recursos provienen del Gobierno Federal, el cual tiene la obligación para regularlo. Siendo la ausencia de una cultura física extendida y la baja eficiencia de los recursos, factores que también impiden el avance de una política deportiva sólida, coordinada y articulada.

Sobre esto, añadimos otro problema creciente: la falta de apoyos externos. Ser exitoso en otro deporte que no sea fútbol no garantiza ingresos de patrocinadores. Algunos, como la mexicana Paola Longoria, catalogada como una de las mejores raquetbolistas de nuestro país, han logrado salir adelante gracias a los patrocinios, mientras que otros como el boxeador Misael Rodríguez, que hoy tiene asegurada una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río, tienen que solicitar apoyo económico en calles y camiones para continuar su sueño deportivo y clasificar a la justa olímpica.

Definir una política pública en materia deportiva, más allá del deporte profesional, implica conocer qué disciplinas practica la población a la que irá dirigida, así como aquellas en las que anhelaría practicar, pero que, por la falta de medios, no realiza. Únicamente después de obtener dicho conocimiento se podrá establecer una política pública integral, y se gastarán eficientemente los recursos, invirtiendo en la infraestructura que la población realmente necesita.

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Por otra parte, para superar los problemas que impiden el avance del deporte mexicano se deberían estrechar las relaciones entre la Conade y las universidades del país, mediante un programa de investigación deportiva y otorgamiento de becas.

Nuestros jóvenes necesitan continuar el largo camino de la preparación, de sacrificios y empeño. Saber que el éxito se logra con mucha dedicación, que se necesita ir a la cancha por muchas horas, enfocarse y disciplinarse. Y además, adoptar la firmeza y entrega para lograr unir a un país; hacernos sentir e izar la bandera lo más alto posible.

Tras la vergonzosa participación de las y los atletas mexicanos, la gente se ha puesto a debatir sobre los culpables del rendimiento y preparación para los Juegos Olímpicos de Río 2016; y es que mientras la Conade, el Gobierno Federal y las demás entidades se echan la bolita para encontrar al o los responsables de este desastre, los deportistas, ansiosos de demostrar al mundo su nivel de preparación y rendimiento, hacen lo posible para disfrutar ese sueño que solo se vive una vez cada cuatro años. Es mi opinión…

Jorge Segovia

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