Poco duró el gusto de tener el cielo azul tras el paso de la gran tormenta invernal (un sistema de baja presión) que azotó la semana pasada el noroeste, occidente y centro de México. Ahora, por primera vez, desde 2002, el lunes 14 de marzo se declaró la contingencia ambiental al tener calidad del aire extremadamente mala dejando un cielo gris pero no de nubes de lluvia.
La primera semana de marzo, en este mismo espacio, les platiqué de todos los contaminantes (gases de efecto invernadero) que existen en el aire que respiramos como dióxido de azufre (SO2 ), monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), hidrocarburos (emisiones de autos), los óxidos de nitrógeno (NOx ), las partículas suspendidas, compuestos orgánicos volátiles (COV) y el ozono (O3 ) que provocan irritación en los ojos, garganta y otras complicaciones en la salud.
Todos estos gases tóxicos permanecen suspendidos en la atmósfera y se acumulan si el viento no ayuda a la dispersión como sí lo hizo la tormenta invernal que, aunque deja daños al tirar árboles, postes y espectaculares, ayuda a que los contaminantes se dispersen y podamos respirar un poco de “aire limpio”.
Las actuales condiciones meteorológicas no están ayudando a limpiar la atmósfera de la capital al existir un sistema de alta presión sobre gran parte del territorio nacional y para entender cómo los sistemas atmosféricos ayudan o perjudicar explicaré lo siguiente:
Una región de la atmósfera en donde la presión puede alcanzar un valor máximo o mínimo se conoce como sistema de presión. Donde la presión alcanza un máximo se llama sistema de alta presión (representado por la letra H) y donde el valor es mínimo se conoce como sistema de baja presión (representado por letra L).
En las áreas de baja presión, en la superficie, el viento se mueve hacia el centro de esta área con una dirección contraria a las manecillas del reloj. Cuando el aire converge hacia el centro del sistema de baja presión, asciende lentamente y a cierta altura el aire diverge, es decir se mueve horizontalmente alejándose rápidamente del centro, para compensar el aire convergente en la superficie. La humedad presente en el aire que asciende se condensa en las capas más altas y frías de la atmósfera formando nubes. Estos sistemas se asocian con lluvias, tormentas y en casos extremos huracanes.
En los sistemas de alta presión el viento de superficie diverge, es decir, se aleja del centro del área de alta presión en el sentido de las manecillas del reloj. Para compensar este desplazamiento, el aire converge hacia el centro del área de alta presión, en la región superior del sistema. Estos sistemas están asociados al buen tiempo debido a que el aire desciende y se calienta evitando la condensación del agua, nubes y lluvias.
El movimiento descendente en los sistemas de alta presión en la atmósfera media se denomina subsidencia, mientras que el movimiento horizontal del viento se conoce como divergencia. La subsidencia impide la formación de nubes, provocando cielos despejados con viento generalmente es débil. El aire seco que se mueve hacia abajo desde la tropósfera superior crea condiciones sobre la capa límite, que se encuentra más cercana al suelo y es afectada por él, lo que favorece la formación de inversiones térmicas de altura. Éstas actúan como una tapa sobre la capa límite, atrapando los contaminantes y provocando una reducción de la visibilidad. El aire subsidente no puede atravesar la capa límite lo que impide la entrada de aire fresco que diluya los contaminantes.
La contaminación atrapada por debajo de la capa límite se encuentra expuesta a la intensa radiación solar provocada por el cielo despejado asociado al sistema de alta presión. La transformación fotoquímica de los contaminantes atmosféricos estimula la producción de ozono y partículas finas. La falta de dispersión provoca la acumulación de los contaminantes, por lo que el ozono fácilmente alcanza niveles elevados y las partículas provocan una notable disminución de la visibilidad.
Es este sistema de alta presión que, por ahora, está asfixiando a la Ciudad de México. Pero el problema de la contaminación no está limitado a las grandes ciudades sino en cada ciudad que existe en todo el mundo: somos miles y millones de personas que aportamos nuestra huella de contaminantes a la atmósfera y esto influye directamente en el calentamiento global que SÍ es causado por las actividades del ser humano.
Muestra de este calentamiento global, por causa de la acumulación de gases de efecto invernadero, es el récord de temperaturas que se registró en el Ártico durante febrero; se sobrepasado por 10°C la temperatura promedio de dicha región. Esta es una de las anomalías térmicas más altas y significativas desde que se tienen registros y para un lugar con una gran extensión de masas de hielo es alarmante.
No dejemos en manos de los gobernantes las soluciones para frenar el calentamiento global. Nosotros debemos tener la convicción de cambiar nuestros hábitos de consumo al optar por utilizar el transporte público, caminar distancias cortas, ahorrando energía eléctrica, reciclando, etc. Existen decenas de opciones para frenar el daño que está recibiendo el planeta pero el tiempo para hacerlo es limitado.
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Referencias
Influencia de los sistemas de alta presión
SIMAT, Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México.