Cuando hablamos de volcanes de Chiapas, el referente inmediato es el volcán Chichón y la gran erupción de 1981; sin embargo, existe un volcán que también es activo y que frecuentemente da señales de actividad mediante sismos de origen volcánico y ocasionales fumarolas de vapor: el Tacaná.
Ubicado en los límites de México (Chiapas) y Guatemala (San Marcos), es la frontera natural entre estos dos países, con 4080 m s.n.m., es la segunda elevación más importante de Guatemala (después del Tajumulco con 4220 m s.n.m.), aunque en México ocupa el décimo lugar de acuerdo al INEGI.
El Tacaná es considerado un estratovolcán o volcán compuesto, es decir, su formación se debe a sucesivas erupciones que depositaban capas de material volcánico sobre erupciones anteriores. De acuerdo al porcentaje de sílice contenido en el magma, este volcán produce lavas basálticas-andesíticas (56-61%) y también genera domos de lava andesíticos-dacíticos (61-64%) por lo que puede ser un volcán explosivo.
La actividad volcánica en la zona inició hace 2,000,000 de años con la formación de la caldera San Rafael; posteriormente, hace 1,000,000 de años, se formó la caldera Chanjalé mientras que el actual Tacaná se formó durante los últimos 100,000 en los restos de la caldera San Rafael. El Tacaná no es un volcán individual, sino una sucesión de 4 conos o edificios volcánicos orientados de sur a norte: Chichuj, Tacaná (cima), domo las Ardillas y San Antonio.
En los últimos años ha tenido dos eventos con características similares y de baja magnitud, presentando sismos locales y al poco tiempo emanación de gas (con componente de azufre, cloro) y de vapor de agua, esta actividad se presentó en los años 1949 y 1986 y no culminó con erupciones explosivas.
Existen registros de erupciones hace 40,000, 32,000, 30,000 28,000, 26,000, 16,000, 7,500, 6,500 y 1,950 años, la mayoría erupciones Peleanas (explosiones violentas laterales con flujos piroclásticos) siendo la más importante una erupción de hace 32,000 años ya que los depósitos encontrados sugieren una erupción Pliniana, esto podría indicar el tipo de actividad que puede tener este complejo volcánico en un futuro.
Producto de erupciones anteriores, también se han encontrado registros de lahares (flujos de lodo) que han afectado las cuencas de los ríos de la zona y que podrían representar un riesgo para los habitantes cercanos a cauces de ríos y barrancas.
Uno de los peores escenarios que contempla un incremento en la actividad del Tacaná, sería el colapso de un flanco del edificio volcánico puede llegar a exponer una cámara magmática somera lo cual puede ser ocasionado por una actividad sísmica fuerte. Si esto sucede, la repentina liberación de presión puede generar una violenta explosión lateral. Debido a que se observan fumarolas en el flanco noroeste (lado de México), sería una de las zonas con mayor probabilidad de ocurrencia para este tipo de actividad que podría culminar en grandes oleadas piroclásticas y lahares.
A pesar de ser un volcán que afecta tanto a México como a Guatemala, el monitoreo es realizado por México mediante el Centro de Monitoreo Vulcanológico-Sismológico perteneciente a la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) en colaboración con Protección Civil de Chiapas y CENAPRED. Pero como es común en México, no hay datos públicos como reportes ni sismogramas en línea de acceso público.
En junio de 2014, se registró un enjambre sísmico con más de 70 sismos con magnitudes en el rango de 4.0 a 1.5. No existe, al público, un informe sobre esta actividad para que pueda ser asociada a la actividad volcánica o con la falla Chixoy Polochic – Motagua la cual es similar a la falla de San Andrés, donde la placa Norteamericana se desliza lateralmente con respecto a la placa del Caribe.
En caso de un incremento de actividad, los municipios chiapanecos más cercanos al volcán son: Cacahoatán, Frontera Hidalgo, Metapa, Suchiate, Tapachula, Tuxtla el Chico y Unión Juárez con un estimado de 500,000 personas en riesgo, más los habitantes de las comunidades del lado de Guatemala.
Tacaná es uno de los volcanes más peligrosos en México, pero no por el tipo de actividad o lo violentas que puedan ser sus erupciones sino por la nula información de parte de quien se encarga de realizar el monitoreo. Igual que con el Volcán de Colima y la Universidad de Colima, responsable de su monitoreo, quien monitorea este volcán (Ciencias de la Tierra – UNICACH) debe tener la obligación y compromiso moral de informar a la población del estado de los volcanes ya que tanto los salarios de los investigadores así como el monto destinado a instrumentación tienen origen en recursos públicos.
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