Envejecer no es un proceso equivalente a estar enfermo, envejecer es el paso de las facultades totales con reserva ilimitada en el organismo, hacia, reservas limitadas y facultades mermadas.
Indudablemente que todo está en relación a la retroalimentación que el cuerpo humano recibe departe de quien lo posee, es decir, si nosotros cuidamos de nuestro organismo, la valiosa retribución que resulta de este proceso se llama calidad de vida (preservación de capacidades físicas y mentales en el contexto de cada individuo).
La educación juega un papel relevante en este transe, nos habilita con herramientas que ayudan a contener la presencia de enfermedades, a evitarlas, a limitarlas, a controlarlas y en muchos casos a resolverlas; un individuo sin importar su edad debe recibir de manera continua información e instrucción para reconocer los factores que se comportan como un escudo para defenderlo del proceso de la enfermedad, así como fomentar la prevención e incrementar la Salud Pública.
Debemos de hacer consciente el hecho de que la salud es una responsabilidad personal que se refuerza de manera directa con la información y la conciencia que tengamos de los beneficios de un estilo de vida saludable, su impacto sobre los procesos metabólicos en el organismo, los cambios que produce sobre la estructura física, el retraso del envejecimiento de los tejidos, la preservación de la producción de hormonas, el refuerzo sobre la mineralización de los huesos evitando la osteoporosis y la limitación de ateroesclerosis (depósito de grasa en las arterias) con lo que se consigue una mejor circulación en toda nuestra economía (cuerpo humano), evitando el deterioro intelectual, la degeneración ósea, la incapacidad para bombear del corazón, el control de la obesidad y la evasión de la Diabetes tipo 2.
Nuestra expectativa de vida debe acercarse a los 80 años, con capacidades conservadas para ser independiente con mínima ayuda (tal vez un aparato de audición, unos lentes para ver mejor, o un bastón que asegure una marcha equilibrada), un familiar que apoye en diligencias cotidianas y un presupuesto que asegure alimentación, vivienda y atención médica. Claro que todo esto depende también de nuestro papel en la proyección a futuro, con una pensión como mínimo después de la jubilación, accesos a los servicios de salud (en nuestro país el seguro popular apoya en este aspecto), lo que implica haber trabajado en un sistema con jubilación o haberlo generado de manera independiente.
La crítica surge con relación a la cantidad de personas que tienen recursos limitados, que viven al día, que dependen de sus familiares o que sobreviven con trabajos temporales e inciertos. Estas personas que no utilizan la información disponible para reconocer que la vida sedentaria, la obesidad, la alimentación sin orden y la falta de directrices médicas cuando aún no se enferman, es vital para su sobrevida y evitar el desgaste de los recursos de sus familiares o del estado, tratando de resolver problemas que se podían haberse evitado con buenos hábitos y los mínimos recursos económicos de los que se disponga.
Es más económico comer de manera adecuada que indiscriminadamente, es más fácil, caminar diario un mínimo de 30 minutos que enfrentar los riesgos de una vida sedentaria y desde luego que si yo sé que tengo riesgo para ser obeso, diabético, sufrir de cáncer, enfermedades cardiovasculares o neurológicas como la demencia, sería correcto visitar al médico antes de padecer con la finalidad de evitar los factores que conducen a estos terribles desenlaces.
Aún padeciendo ya las enfermedades es claro que quien se somete a un cambio del estilo de vida saludable, puede controlar mejor la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades reumatológicas, requiriendo menos medicamentos y menos soporte en rehabilitación, lográndose así el objetivo que es alcanzar la edad que se ambiciona, con las capacidades que se pretenden para sobrevivir y conservando la independencia (poder valerse por sí mismo o con mínima ayuda).
Si la educación de los programas escolares incluye (lo que consideramos relevante para lograr el objetivo), instrucción sobre la alimentación adecuada y los programas de actividad física en los diferentes entornos, entonces sin temor a equivocarme, tendremos una vida futura más larga, menos complicada, que requerirá de menos presupuesto personal o público para preservar la salud y que dependerá de manera responsable de nuestra participación.
Las empresas que están involucradas en la producción de productos que contribuyen al proceso de enfermedad de los pacientes deberán participar con campañas de prevención, regular los contenidos de sus alimentos, informar de las complicaciones de los mismos y desde luego limitar el consumo en las poblaciones vulnerables por falta de información o por no tener el criterio para discriminar sobre lo que es correcto o negligente, al consumir alimentos de estas características.
El exceso de grasa y calorías destruyen las vías de protección en contra de las enfermedades, deforman la estructura física, consumen los sistemas de defensa y boicotean las restricciones que el organismo pone para consumo de alimentos en el cerebro y para evitar las enfermedades metabólicas como diabetes y ateroesclerosis.
Es importante que nosotros tomemos el compromiso de cuidar de nuestra salud con la prevención a base de buena alimentación y actividad física, que difundamos el concepto en nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra ciudad y nuestro país, la difusión de la educación es responsabilidad de todos, sobretodo de aquellos, que tienen el poder de la información y la capacidad de difundirla.
Nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros vecinos, nuestros impuestos deben contribuir para mejorar la salud general, sin embargo, no es justo que carguen con el peso de nuestra irresponsabilidad.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Médico Internista
www.dralejandrocardenas.com
Representante de ISIM en México
Fellow of the American College of Physicians
Hospital Angeles del Pedregal