Valentía y fortaleza son palabras que describen a Leonel Alberto Casillas Muñoz. Originario del municipio de Ecatepec, en el Estado de México, es el menor de tres hermanos. Desde pequeño, además de llevar los colores azul y oro en su corazón, mostró ser muy hábil con los cubos de Rubik, la guitarra, la batería y los deportes.
En 2020, cuando ingresó a la Prepa 2 de la UNAM, la vida lo sometió a una dura prueba al quitarle la vista por un tumor canceroso en el cerebro conocido como a germinoma supraselar. Después de un trajinar en hospitales en busca de segundas opiniones, la neoplasia fue extirpada, pero Leonel tuvo que someterse a sesiones de quimio y radioterapia.
El tratamiento le dejó estragos: retraso en su desarrollo físico, problemas en la memoria a corto plazo, daño renal, ceguera y un historial médico complejo. Sin embargo, gracias al apoyo de sus padres y tras meses de convalecencia, tratamientos, terapia y mucha voluntad, Leonel retomó fuerzas para adaptarse a sus nuevas circunstancias.
No sólo regresó a estudiar la preparatoria, también ingresó al Centro de Atención Integral para la Discapacidad Visual (CADIVI), perteneciente al Hospital de la Luz, para adquirir herramientas que le permitieran ser autosuficiente e integrarse de la mejor manera a sus actividades diarias.
“Me considero buen estudiante, siempre trato de cumplir con mis tareas y dar lo mejor de mí. En CADIVI he aprendido mucho, en la computadora con el braille sí he avanzado. Todavía no soy perfecto, aunque he avanzado en comparación a cómo estaba antes”, afirmó Leonel.
Al día de hoy, Leo —como le gusta que lo llamen— asiste a clases, toma notas y entrega tareas (si son muy largas suele grabar un audio o video a fin de ser evaluado). Debido a su constancia y esfuerzo, a finales de abril concluirá el bachillerato.
A su mamá, Esther Muñoz, no le gusta cuestionarse el porqué de la situación que viven ya que la debilita; en vez de ello se contagia de la actitud de su hijo y de sus ganas de salir adelante. “El tratamiento de quimioterapia lo trató muy mal y dejamos de participar en la escuela. Cuando caímos en cuenta, en abril de 2021, ya había reprobado. Le dije: “Leonel, ¿qué vamos a hacer?”, y él me contestó, perdí un año escolar mamá, pero gané uno de vida. No te preocupes”.
Con esa frase en mente, Esther se ha enfocado en lograr que su hijo sea un joven independiente. Lo inscribió en el equipo universitario de Deporte Adaptado (ADAUNAM), donde, hasta la fecha, participa en entrenamientos y desafíos organizados por la asociación. Está aprendiendo a usar el bastón y a leer y escribir en braille.
“A pesar de ello, no me puedo quejar. La operación salió bien y pudieron extirpar el tumor. No recuperé la vista, pero todo pudo haberse complicado”, detalla Leo con actitud positiva.
Reconocen su valor
En febrero de 2024, Leo fue elegido como uno de los cinco estudiantes de bachillerato de la UNAM que recibió la medalla Bernardo Quintana Arrioja 2023 en la categoría Valor, presea que entrega la Universidad a sus jóvenes más destacados. Este año concursaron 226, cada uno con una historia que es ejemplo de esfuerzo y compromiso. “Me hace feliz compartir este logro con mi familia. Sin ellos esto no hubiera sido posible”.
De hecho —como relató en entrevista— Leo no sabía que había ganado la presea; su mamá sólo le dijo iban a una ceremonia. Ya en el evento, Leo comenzó a escuchar la trayectoria de cada uno de los premiados y se sorprendió al oír que a uno de ellos le gustaba la guitarra, la batería y que, desde pequeño, mostró gran interés por los cubos de Rubik. “Ahí dije, ¡ése soy yo!”, y así fue. Acto seguido, Leo recibió su medalla de manos del rector Leonardo Lomelí Vanegas.
Y es que los cubos de Rubik han sido parte importante en su vida. En marzo pasado, gracias a su habilidad para armar dicho rompecabezas tridimensional, su maestra de matemáticas lo invitó a representar a la Prepa 2 en la edición 27 del Congreso Preparatoriano de las Ciencias.
“Me pidió que armara un cubo durante su presentación, pues no consiguió a nadie que supiera hacerlo. Era algo que no podía rechazar”. Y es que en esta nueva etapa de su existencia, para realizar esta tarea Leo se enfoca en las texturas y ya no en colores, y así puede poner en el orden correcto cada una de las caras del hexaedro en pocos minutos.
Leo procura hacer las cosas un día a la vez y aprovecha cada bocanada para intentar cosas diferentes. Aún no sabe qué estudiará, se tomará un descanso para pensarlo y prepararse para ser más independiente en esta nueva etapa. Sabe que contará siempre con el apoyo de sus padres ya que su tratamiento será permanente.
“Esto se acabará cuando tenga que hacerlo y lo sabemos los dos. Le he comentado a Leo que no todo está dicho, que todavía está en vigilancia pues quedó con un montón de problemas médicos; sin embargo, tampoco vamos a dilapidar nuestro tiempo. Estamos instalados en el hoy, es nuestra vida y hay que vivirla”, aseguró la señora Martha.
Las ganas de seguir no están todos los días con Leonel, pues derivado de su condición hay momentos en que no quiere ni levantarse de la cama, pero hay otros que son mejores y esos los aprovecha al máximo.
“Lo veo como una forma de responderle a mis papás que, a diario, me dan una oportunidad. Gracias a ellos y a mis profesores terminé la prepa. A las nuevas generaciones les diría: aprovechen la oportunidad de estudiar, ésta es la mejor escuela y éstos son los mejores profesores que pueden tener”.