Las vacunas COVID-19 con resultados prometedores

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La vacuna de China

Los resultados en fase 2 de los ensayos clínicos de un candidato a vacuna contra la COVID-19 en China demuestran que es segura e induce una respuesta inmune contra el coronavirus, según una investigación publicada en la revista The Lancet.

Las pruebas se hicieron en más de 500 personas y son continuación de las primeras que se publicaron el pasado mayo, también con resultados positivos; se necesitarán más ensayos en humanos, esta vez en fase 3, para confirmar si esta vacuna candidata protege eficazmente contra la infección por el coronavirus SARS-CoV-2.

El ensayo aleatorio de ahora trató de evaluar la respuesta inmune y la seguridad de la vacuna y los resultados proporcionan datos de un grupo de participantes más amplio que el de la fase 1, incluido un pequeño subgrupo de personas de más de 55 años.

Los autores subrayan, no obstante, que ningún participante estuvo expuesto al virus después de la vacunación, por lo que no es posible aún determinar si el candidato a vacuna protege eficazmente contra la infección del SARS-CoV-2.

“Este ensayo añade más pruebas sobre la seguridad y la inmunogenicidad en una mayor población, lo que supone un paso importante en la evaluación de esta vacuna experimental”, asegura Feng-Cai Zhu, del Centro Provincial de Jiangsu para el Control y la Prevención de Enfermedades, quien añade que la fase 3 está en marcha.

En total, las pruebas de esta vacuna, que usa un virus debilitado del resfriado común -adenovirus tipo 5, Ad5-nCoV- para suministrar material genético, se hicieron con 508 participantes.

De ellos, 253 recibieron una dosis alta de la vacuna, 129 una dosis baja y 126 un placebo; aproximadamente dos tercios (309; 61 %) tenían edades comprendidas entre 18 y 44 años, una cuarta parte (134; 26 %) estaba entre los 45 y 54 años, y el 13 % (65) tenía 55 años o más.

En el ensayo se determinó que el 95 % de los participantes del grupo de dosis altas y el 91 % de los receptores del grupo de dosis bajas mostraron respuestas inmunitarias de células T (un tipo de glóbulos blancos que juega un papel clave en la respuesta inmune) o de anticuerpos contra el virus 28 días después de la vacunación.

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La vacuna indujo una respuesta de anticuerpos neutralizantes en el 59 % y el 47 % de los participantes y una respuesta de anticuerpos aglutinantes -pueden unirse al coronavirus pero no necesariamente lo atacan- en el 96 % y el 97 %, en los grupos de dosis altas y bajas, respectivamente.

La mayoría de las reacciones adversas fueron leves o moderadas, y un 9 % de los participantes del grupo de dosis altas tuvieron reacciones adversas graves; la más común grave fue la fiebre.

En comparación con la población más joven, los de mayor edad generalmente tuvieron respuestas inmunológicas significativamente más bajas.

“Dado que las personas de edad avanzada corren un alto riesgo de contraer enfermedades graves e incluso de morir a causa de la COVID-19, constituyen una importante población destinataria de la vacuna“, indica Wei Chen, del Instituto de Biotecnología de Pekín.

Es posible -añade en un comunicado de The Lancet– que se necesite una dosis adicional para inducir una respuesta inmunológica más fuerte en esa población; para evaluarlo se están realizando más investigaciones.

Los autores recuerdan que este ensayo clínico se llevó a cabo en Wuhan (China) y otros países pueden tener diferentes tasas de inmunidad que deben considerarse.

Además, el ensayo solo dio seguimiento durante 28 días, por lo que este trabajo no dispone de datos sobre la duración de la inmunidad inducida por la vacuna.

La vacuna de Oxford

La otra vacuna que progresa correctamente contra el coronavirus es la que desarrolla la universidad británica de Oxford; parece “segura” y “entrena” el sistema inmunológico, según revelan los hallazgos de las primeras fases del estudio.

Durante los ensayos clínicos realizados por expertos del prestigioso centro académico, 1.077 voluntarios mostraron que una inyección les llevaba a producir anticuerpos y células blancas de la sangre que pueden combatir el virus.

Estos descubrimientos, difundidos también en la “The Lancet”, se consideran “muy prometedores“, si bien todavía es necesario llevar a cabo ensayos a mayor escala a fin de determinar si los anticuerpos son suficientes para ofrecer protección a largo plazo contra la enfermedad.

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La vacuna denominada ChAdOx1 nCoV-19, que está siendo desarrollada a una velocidad sin precedentes, está hecha a base de un virus genéticamente fabricado que ocasiona el resfriado común en chimpancés.

Los científicos lo han modificado en gran manera de forma que no pueda ocasionar infecciones en personas y para que se asemeje más al coronavirus.

Lo han hecho transfiriendo las instrucciones genéticas para la llamada “proteína del pico” del coronavirus -la herramienta clave que este emplea para invadir las células de humanos- a la vacuna que están desarrollando.

De esta manera, esta vacuna se parece al coronavirus y el sistema inmune puede aprender la manera de luchar contra él.

Pese a la relevancia de estos primeros descubrimientos, los expertos han alertado de que el estudio no lleva operativo el tiempo suficiente como para comprender si ofrece inmunidad a largo plazo.

En cuanto a los efectos secundarios, los científicos determinaron que existen si bien no se consideran peligrosos.

En sus ensayos detectaron que un 70 % de las personas que participaron en el estudio desarrollaron fiebre o dolor de cabeza aunque esos síntomas pudieron ser tratados con paracetamol.

“Todavía hay mucho trabajo por hacer antes de que podamos confirmar si nuestra vacuna ayudará a controlar la pandemia de la COVID-19, pero estos resultados preliminares son prometedores”, resaltó Sarah Gilbert, de la Universidad de Oxford.

Gran parte de la atención en el desarrollo de los antídotos al coronavirus hasta la fecha ha versado en los anticuerpos, que son solo una parte del sistema de defensa inmunológico.

Las vacunas que se consideran efectivas inducen a la vez tanto a los anticuerpos como la respuesta de las células T, un tipo de células blancas de la sangre que ayudan a coordinar el sistema inmunológico y pueden detectar qué células han sido infectadas y destruirlas.


Información de EFE

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