Con el resiente triunfo de Joe Biden y Kamala Harris en las elecciones de Estados Unidos, la senadora será la primera mujer, la primera afroamericana y la primera estadounidense de ascendencia asiática en asumir el segundo cargo político en importancia en Estados Unidos.
Así, Harris hará historia y estará en una posición privilegiada para presentarse al cargo principal dentro de cuatro años, ya que por su edad, no se espera que Biden, de 77 años, se postule a un segundo mandato, por lo que Harris, de 56 años, sería una candidata natural para la nominación demócrata en 2024.
Harris, senadora por California, está acostumbrada a romper moldes. Fue la primera mujer fiscal de distrito de San Francisco y la primera mujer que no es blanca en ser elegida fiscal general de California.
Su experiencia en justicia penal podría ayudar a un gobierno de Biden a abordar cuestiones de igualdad racial y sobre la policía después de las protestas que sacudieron al país este año.
Harris, cuya madre y padre emigraron de la India y Jamaica, respectivamente, tenía la intención de convertirse en la primera mujer presidente de Estados Unidos cuando compitió contra Biden y otros por la candidatura de su partido para los comicios de 2020.
Pero abandonó la carrera en diciembre pasado después de una campaña perjudicada por sus opiniones titubeantes sobre salud y por la indecisión de abrazar su pasado como fiscal.
Harris, que desarrolló una profunda red de recaudación de fondos durante sus candidaturas al Senado y la Casa Blanca, ha sido fundamental para que Biden consiga sumas récord de dinero en los últimos meses de la campaña. Su selección provocó un estallido de entusiasmo en la base demócrata y entre los donantes del partido.
«Harris siempre tuvo mucho sentido como compañera de fórmula de Biden porque tuvo la capacidad de ayudarle a unificar la coalición demócrata por encima de las líneas raciales y generacionales y pudo aumentar el entusiasmo de las bases», dijo Joel Payne, un estratega demócrata que trabajó para la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016.
Las acusaciones de los progresistas de que Harris no hizo lo suficiente para investigar los tiroteos de la policía y los casos de condenas injustas cuando era fiscal general de California ayudaron a hundir su propia candidatura presidencial, pero han salido a la luz poco durante el tiempo en que trabajó con Biden.
El presidente Donald Trump y su campaña de reelección republicana han tratado de pintar a Harris como una herramienta de la izquierda demócrata que ejercería poder e influencia entre bastidores en una presidencia de Biden.
Ella ha aplacado las preocupaciones de algunos simpatizantes de Biden, que apuntan a que sería demasiado ambiciosa para ser una socia confiable.
Harris ha demostrado ser una jugadora de equipo, asumiendo un papel de perfil bajo y celebrando eventos políticos virtuales y en persona que a veces han tenido poca cobertura en las noticias. A menudo ha hablado también en términos de lo que Biden haría por el país si fuera elegido y ha sido implacable en sus críticas a Trump.
Información de Reuters