Hay una máxima en comedia que afirma que no puedes hacer dos veces el mismo chiste y esperar el mismo resultado. Sin embargo, hay otra que afirma que un chiste que ha perdido gracia por ser repetido hasta el cansancio de pronto se vuelve gracioso de nueva cuenta, por el simple hecho de que la broma reside en quién decide repetirla, y no en la broma misma.
Esta máxima gobierna mayoritariamente la trama de ‘Deadpool 2’ (d. David Leitch), la secuela al sorpresivo éxito del 2016 que en cierto modo redefinió muchas de las normas prevalentes en el género de superhéroes, integrando elementos más adultos (lenguaje altisonante, sexualización, comedia arriesgada, metareferencias, ruptura de la “cuarta pared”) y llevándose auténticas carretadas de dinero en el proceso.
La segunda parte no podía aspirar a sorprendernos al igual que su predecesora, así que decidió llevar muchos de los temas arriba mencionados a un nivel todavía más extremo. Habrá quien disfrute de esta fórmula y quien reniegue por la ausencia de riesgo narrativo, pero no se puede discutir mucho la cuestión de su efectividad. Al menos los estudios apuestan por ello.
Wade Wilson alias ‘Deadpool’ (Ryan Reynolds) repite como narrador omnisciente de su propia historia, que en esta ocasión es “una historia familiar”. Sabemos que esto es parte de la broma pues la película original era definida como “una historia de amor”, pero curiosamente esta descripción es más cercana a lo que vemos en el primer acto, donde el mercenario bocón e irreverente atraviesa por una crisis existencial que le hace querer terminar con su vida… precisamente por amor.
Esto se dice fácil, pero el superpoder de Deadpool es ser inmortal y poseer una capacidad infinita (aunque un poco lenta) de regeneración. El antihéroe ha sufrido una sensible pérdida en el transcurso de sus labores como matón de otros matones, así que busca suicidarse por todos los medios. Se dice fácil, pero es una labor que ronda lo imposible.
En el transcurso de su depresión vuelve a caer al lado de los mutantes conocidos como “X-Men”. Bueno, de un par de ellos, por cuestiones de derechos y presupuesto (algo que el mismo Deadpool nos recalca incansablemente). En el afán de guiar al alicaído Wilson hacia la senda del bien, el noble y poderoso Colossus (voz de Stefan Kapicic) lo hace participar en el rescate de un adolescente mutante llamado Russell (Julian Dennison), quien amenaza con incinerar el orfanatorio donde está sufriendo toda clase de abusos.
Las cosas salen mal y pronto Deadpool se encuentra privado de sus poderes al lado del susodicho Russell dentro de una prisión de máxima seguridad para mutantes. Esto es conveniente para el protagonista que tan solo desea morir, pero de pronto hace su aparición un temible adversario llegado del futuro: Cable (Josh Brolin). Es desalmado, viene armado hasta los dientes y quiere aniquilar al adolescente compañero de celda de Wilson, así que lo que parecía una simple búsqueda de significado se torna rápidamente en una aventura donde hay que proteger a toda costa a alguien que, en el futuro, puede tener la culpa de hacer cosas terribles.
Siendo honestos la trama de ‘Deadpool 2’ no es gran cosa. Las situaciones son algo predecibles y los conflictos anuncian con excesiva antelación sus eventuales remedios. Pero los guionistas Rhett Reese, Paul Wernick y el propio Reynolds tienen un gran as bajo la manga: la construcción de personajes. Y en una película poblada de nuevas caras, ellos se regodean en explotar clichés y estereotipos de forma por demás inspirada.
No quiero arruinarles la presencia de muchos rostros familiares que se hacen presentes a lo largo de la historia, a veces con la simple misión de constituir el gag contenido dentro de la elección de actores para cada rol, pero basta decir que el momento en el que Deadpool y su amigo Weasel (T.J. Miller) deciden armar su propio escuadrón de superhéroes es justo cuando la desigual narrativa adopta un ritmo consistentemente gracioso.
Si hay algo que debemos resaltar en esta secuela es la mencionada selección de elenco, pero sobresale del mismo la presencia de Zazie Beetz como Domino. ¿Cuál es su superpoder, preguntas? Tener suerte. Mucha suerte. En serio, MUCHA suerte. Todos se muestran escépticos cuando ella lo menciona, pero ver dicha “suerte” en acción logra hilvanar un gag visual tras otro en el marco de las secuencias de acción. Hay una particular persecución de un convoy blindado donde apreciamos claramente que los realizadores no se olvidan de la manera correcta de hacer justicia al género de superhéroes, sin sacrificar el humor.
Y dicho humor es, quizá, el segundo punto débil de esta producción. No es que sea malo, pues la aproximación de aplicar gags en modo de disparo automático significa que quizá te hagan gracia dos o tres chistes de cada diez, pero el resultado final termina por inclinar la balanza a favor de la comicidad. La cosa es que ‘Deadpool 2’ tiene chistes desde… bueno, desde mucho antes que entres a la sala.
¿Cómo es eso? Así es: desde que se anunció esta secuela, tanto Reynolds como los estudios nos han bombardeado incansablemente con pósters de parodia, campañas virales, tráilers, tráilers de los tráilers, comentarios en redes sociales, “happenings” multimediáticos y un auténtico alud de “Deadpool-itis” capaz de cansar incluso a los fans más devotos. Confieso ser uno de ellos, pero me pregunto si esta estrategia no debilitó un poco a la película misma (que disfruté mucho, claro, pero posiblemente no tanto como merecería).
Aún así esta entrega resulta satisfactoria, con más de una docena de risas ganadas a pulso y la que considero es la más inspirada escena post-créditos en el género del cine de superhéroes. En serio, hay mucha tela de dónde cortar, pero una vez más y sin afán de arruinarte la sorpresa: no te salgas de la sala hasta que esta secuencia extra haya concluido.
Resumiendo: ‘Deadpool 2’ no logra superar a su predecesora, de igual forma que la secuela de ‘Guardianes de la Galaxia’ no nos hizo olvidar la grata sorpresa de la original. Pero dejando de lado este predecible veredicto, es claro que necesitamos este nivel de absurdo entretenimiento tras el emotivo final de la reciente entrega de ‘Avengers’. Así que deja de lado el análisis pedante y disfruta de la carnicería. Como audiencia te has ganado a pulso esas risas, aunque muchos de los chistes te los hayan contado con anterioridad. Hey, si la fórmula funciona…
Sígueme en TWITTER (@FinisimaPersona)