En esta ocasión le pedí a la psicoterapeuta Rocio Arocha (rocioarocha@gmail.com) que nos explicara que son los tan nombrados “traumas” y qué significado tienen para nosotros los psicoanalistas. ¡No se lo pierdan!
Hay diferentes tipos de traumas, unos son los grandes, que se pueden reconocer fácilmente debido a su gravedad: accidentes, abusos sexuales, muertes, etc. Estos traumas deben ser tratados por un profesional, de ser hablados, de digerirse, elaborarse. Suele pasar un período de duelo y en el mejor de los casos logran superarse. Hay otros que son más pequeños, menos evidentes y que sin embargo afectan mucho nuestro modo de relacionarnos con los demás.
Este tipo de traumas son los que surgen a partir de que en nuestros primeros años de vida no hayamos encontrado quién lograra comprender nuestras necesidades y satisfacerlas más o menos adecuadamente. Cuando somos pequeños buscamos que mamá o papá o algún adulto nos ayude a identificar qué nos ocurre, qué nos está causando angustia y, además de identificar lo que nos genera displacer, nos ayude a solucionar el problema de ese momento. Por desgracia, muchas situaciones pueden conducir a que no se dé esta adecuada resolución de nuestras necesidades: una madre deprimida, un padre ausente, una mamá con demasiados problemas que le quitan la energía y el tiempo para estar con su bebé, un padre con un problema de alcoholismo, en fin, muchas situaciones pueden ser motivo del descuido en la crianza de un hijo e impedir que se logren satisfacer las necesidades del bebé y del niño. ¿Y qué ocurre? Pues este niño crecerá con ciertos “pequeños-grandes” traumas.
Una posibilidad es que este niño se transforme en un adulto que se vive con vergüenza. Al no recibir la satisfacción de sus necesidades, el niño cree que él tiene la culpa, que hay algo malo en él y que es debido a ello que sus padres “no lo quieren”. Al crecer con esta idea, de adulto va intentando confirmar su idea de que no es digno de ser querido, y así, no reconoce cuando alguien le da amor genuino o siente que no se lo merece y sin embargo, tiene una especie de atracción hacia las relaciones en las que se repite el mal trato recibido en la infancia. Es un modo de verificar sus creencias: “de niño no me quisieron porque soy malo y esta persona lo sabe y por eso me trata así”.
El psicoanálisis ofrece el tratamiento adecuado para estos problemas a través de hacerle notar al paciente cómo es que se relaciona con las personas. De nuestro modo de interactuar depende el modo de interactuar del otro. Cuando solemos quejarnos de los otros, por ejemplo, de que los demás abusan de nosotros o nos tratan mal, es muy importante detenernos a pensar en lo que nosotros estamos haciendo para que la otra persona se crea con permiso de tratarnos así.
A veces he pensado que esto es como si tuviéramos un letrero en la frente que dice: “ a mí me puedes tratar mal” o “de mí no abuses” o “a mí me respetas” y así, cada quién vamos con este letrero y los demás lo leen y siguen las instrucciones. Lo que quiero decir es que nosotros les enseñamos a los demás cómo tratarnos y suele ocurrir que no nos damos ni siquiera cuenta de esto.
Repetimos el tipo de interacción una y otra vez. Cuando menos nos damos cuenta, la nueva amiga me está tratando como lo hizo mi madre especialmente en aquello que me fue traumático. Y dejo de verla y busco una nueva relación, y ¡Oh sorpresa! Otra vez el mismo modo de relación.
Estos traumas que fueron consecuencia de períodos largos en los que fuimos tratados con indiferencia o hasta de modo abusivo, son los que nos generan graves problemas en nuestras relaciones.
El problema de los maltratos o abusos repetidos en la infancia no es solamente que crezcamos creyendo que somos malos o culpables y entonces desarrollemos sentimientos de vergüenza y creamos merecer el mismo tipo de maltrato, sino que además, cuando algo nuevo nos ocurre podemos interpretarlo desde esas vivencias de la infancia. El psicoanalista Joan Coderch de Sans , en su libro “Avances en Psicoanálisis Relacional”, publicado en el 2014, escribe: “Los traumas emocionales sufridos en la infancia marcan decisivamente la manera cómo en la vida adulta adquieren significado y son vividas nuevas situaciones traumatizantes.” Al hacer énfasis en como según nos haya ido en la infancia, vamos interpretando lo que nos pasa en la actualidad. En mi deseo de ejemplificar de modo sencillo citaré este caso: un paciente mío va a pedir trabajo y no le dan respuesta el día en que el entrevistador quedó de hacerlo. El paciente pasa dos noches sin dormir, suponiendo que no le van a dar el puesto debido a su incapacidad. Además, comienza a tener fantasías de terror: ya nadie lo contratará, adquirirá muchas deudas, su esposa lo dejará… ¿Cuál es la historia, en breves palabras, de su infancia? Fue un niño cuyo padre siempre lo minimizó, lo devaluó diciéndole tonto o inútil. Con una madre que vivía atemorizada por la economía familiar. Para mi tranquilidad y especialmente la de él, al tercer día mi paciente es contratado. Ahí es cuando puede dar cuenta de que sus fantasías y temores están más conectados a su infancia que a su realidad actual.
Una terapia psicoanalítica puede ser la gran diferencia en una vida ya que nos puede servir para entender y elaborar nuestros traumas, los grandes, los pequeños y los pequeños-grandes traumas que nos hacen sufrir inmerecidamente.