Aldo abre los ojos de repente, como despertando de una espantosa pesadilla…
Gira la cabeza y mira la hora en el reloj digital que está sobre el buró…
Las 8 de la mañana.
Aldo se levanta de la cama de un salto, corre al baño y gira la llave de la ducha.
Mira nuevamente el reloj… que ahora marca las 8:05.
En menos de siete minutos, Aldo termina de bañarse y corre a vestirse, lo cual consigue hacer en aproximadamente cinco minutos más.
En el reloj se ve que ya son las 8:17.
Aldo prepara un desayuno rápido: dos huevos, pan tostado y café.
Ya es tarde, lo sabe porque el sol se filtra por la ventana del comedor.
En menos de 10 minutos, Aldo termina su taza de café y por el periódico se entera de las noticias más importantes del fin de semana.
El reloj de la cocina marca las 8:27, justo en el momento en que Aldo termina de lavar los trastes que ensució.
Corriendo como si se tratara de una maratón, Aldo consigue dejar el plato del perro colmado de croquetas, la cocina limpia, la cama tendida y hasta le alcanza el tiempo para dejar una carga de ropa en la lavadora.
Aldo mira la hora en su celular: son las 8:40.
Si no hay tráfico, podrá llegar en 30 minutos a la oficina.
Aldo corre hasta la puerta del departamento… y justo en el momento que abre la puerta se queda helado, paralizado como estatua… Y recuerda que precisamente hoy iniciaron las vacaciones de verano.
¿Y ahora qué va a hacer con su tiempo libre?
Aldo es una máquina que sólo vive para trabajar.
Después de escuchar esta historia, ¿cuántos nos podemos identificar con Aldo?
El descanso es una necesidad imprescindible para que nuestro organismo se recupere.
Diversos estudios científicos han demostrado que este descanso genera muchos efectos positivos sobre el rendimiento laboral, mejorando nuestra actitud frente a las obligaciones diarias y facilitando un mejor manejo de las situaciones estresantes.
Pero también hay personas que sufren más estrés durante el periodo vacacional. Parece algo ilógico, ¿no?
Planificar un viaje o encontrar un imprevisto durante los días de descanso dificulta la descarga de tensión acumulada en el trabajo.
En muchos casos, aumenta más el nivel de ansiedad o estrés y precipita una serie de síntomas físicos y psicológicos como: inquietud, irritabilidad, contracturas musculares, opresión en el pecho, etc…
Así como para algunos regresar al trabajo después de unas semanas de vacaciones representa una dificultad, para otros el problema es comenzarlas, porque aparecen obstáculos para adaptarse a situaciones fuera de la rutina que ya tenían.
Perder la seguridad que brinda una rutina, para muchos significa adaptarse a las novedades de la tradición de tomar vacaciones, como por ejemplo:
Planificar un viaje y procesar que durante un tiempo cambiarás de residencia al hospedarte en un hotel.
La sensación de vacío y desorientación por no saber qué hacer durante todo el tiempo libre disponible.
Hacer itinerarios cargados de numerosas actividades y visitas, que al final son una fuente de estrés para cumplir con todo lo planeado.
La imposibilidad de desconectarse por completo del trabajo cuando tenemos cargos de responsabilidad y estamos todo el tiempo revisando el celular, el correo electrónico, etc.
Y por último, la cantidad de tiempo que pasamos con la familia, junto con el estrés vacacional, puede generar enfrentamientos que repercuten sobre la calidad de este supuesto descanso. Y en este punto en particular, varios estudios han revelado que la mayoría de los divorcios se producen a la vuelta de las vacaciones.
Por eso, lo mejor que podemos hacer es relajarnos, pero en serio. Marcar objetivos realistas y saber que siempre se presentan imprevistos y no aferrarnos a esos planes que nos imponemos, cuando decimos: “tengo que…” o “debo hacer…”
Se trata de descansar y no de cumplir con nuevas obligaciones. Tenemos que delegar las tareas en el trabajo, acabar los pendientes antes de iniciar las vacaciones y desconectarnos por completo.
Si planificamos algo, que sean actividades placenteras y no nuevas obligaciones.
Reducir los horarios de lo que “debemos cumplir”. No pasa nada si no terminamos algo.
En este periodo vacacional podemos hacer ejercicio, empezar una dieta más sana, dormir un poco más.
Y para aquellos que sí desean realizar un viaje, lo primordial es planificarlo con tiempo. No un par de días antes y sufrir con más estrés porque no encuentras hotel, porque los costos son más elevados, porque no hay boletos disponibles… y todas las cosas que ocurren por hacerlo todo a la mera hora.
Estamos a unas semanas de comenzar las vacaciones de verano, tenemos el tiempo perfecto para planear todo con calma y que lo que debería ser nuestro tiempo para descansar no se convierta en un dolor de cabeza.
¿Y tú ya sabes qué harás en estas vacaciones? ¿Sabes cómo vas a descansar?