La UNAM preserva el conocimiento en tiempos digitales

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  • El Laboratorio de Restauración “Juan y Emilia Almela”, de la Biblioteca Central, atiende las necesidades de los 140 recintos del Sistema Bibliotecario de la UNAM
  • Ricardo Paquini Vega aseguró que el objetivo es promover el valor y cuidado del libro como objeto cultural

Preservar, conservar y restaurar el patrimonio bibliográfico son acciones que lleva a cabo la Universidad Nacional para salvaguardar el conocimiento ante el paso del tiempo y para ello cuenta con el Laboratorio de Restauración “Juan y Emilia Almela”, de la Biblioteca Central, a cargo de Ricardo Paquini Vega.

Atendemos las 140 bibliotecas de la UNAM; las asesoramos en cómo una colección de documentos antiguos que requiere ser intervenida no puede efectuarse por manos inexpertas, necesita de un laboratorio, es decir, nosotros lo hacemos a nivel molecular, integral, si así se quiere ver, compartió el universitario.

Entrevistado en la Biblioteca Central, luego del 7º. Maratón de Restauración con motivo del día internacional de esa especialidad, al cual los asistentes acudieron con alguno de los libros más preciados de su colección para saber cómo se puede tratar para su protección, limpieza y reforzamiento, Paquini Vega dejó en claro que todos los documentos son importantes.

Más allá de la restauración -que es costosa y es un proceso elaborado- me inclinaría hacia “conservar antes de restaurar, o conservar para no restaurar”.

Añadió que hacerlo con el patrimonio documental es resguardar el conocimiento, por lo que se requiere tener medidas en la materia en una biblioteca.

“Por ejemplo, no comer y mucho menos beber algo mientras consultas un ejemplar, es decir, no tener cerca alguna fuente de humedad o agua. Saber que no puedes tener plantas de ningún tipo, ni naturales ni artificiales”, indicó. 

Estas situaciones, aclaró, tienen que ver con una acción preventiva, incluso saber cómo estarán colocados en la estantería. Por ejemplo, para tomar un libro, tanto el de la derecha como el de la izquierda van hacia atrás y el ejemplar elegido se sujeta por el centro, se lleva a la mesa en lugar de agarrarlo por la parte de arriba, que es lo que la mayoría de la gente hace y termina rompiéndolo.

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Estas son simples medidas que al seguirlas básicamente aportaríamos para, a la postre, no tener que restaurar, agregó.

Lo digital al servicio del libro

Sobre el papel de lo digital y la inteligencia artificial en su actividad con la celulosa, Ricardo Paquini expuso que va de la mano de las directrices internacionales, es decir, contribuye a la conservación preventiva.

Parte de esta puede ser que un libro -como el más antiguo con el que contamos en la Biblioteca Central, “Las siete partidas de Alfonso el Sabio”, del siglo XV, que es un incunable, un ejemplar que se fraguó en las imprentas de Gutenberg-, un objeto valioso y que no podríamos tenerlo de acceso abierto, valiéndonos de herramientas como la digitalización podemos preservar y entonces divulgarlo hacia el mundo.

Puedes verlo de manera digital, incluso pasarlo, depende del visualizador, darles vuelta a las páginas las veces que necesites gracias a esta conjunción que hubo entre conservación, restauración y actualidad informativa; entonces no están peleadas, al contrario, se complementan y muy bien, finalizó.

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