Un hombre entra en un bar y se choca con una valla eléctrica. No es un chiste, sino la novedosa medida adoptada por un pub de Cornualles para hacer cumplir las reglas de distanciamiento para detener la propagación del COVID-19.
El propietario del Star Inn en el pueblo de St Just, en el suroeste de Inglaterra, ha instalado una valla eléctrica delante de la barra para asegurarse de que se siguen las pautas de distanciamiento social.
«Si hubiera puesto un poco de cuerda sin más, no creo que nadie hubiera prestado tanta atención como a una valla eléctrica», dice el propietario del bar, Jonny McFadden.
El 4 de julio se permitió la reapertura de los pubs en Inglaterra, pero con la obligación de implementar medidas de distanciamiento físico. Entre ellas se incluye minimizar el contacto del personal con los clientes, y reducir el tiempo que los clientes pasan en el bar.
McFadden dijo que las reglas suponen un gran cambio cultural para su pub.
«Tengo una barra muy pequeña. Todo el mundo está acostumbrado a sentarse junto a la barra, apoyándose en ella. Ahora no pueden hacerlo. Las cosas han cambiado», dijo.
Aunque la valla no está encendida, McFadden dijo que la misma lógica que funciona en las granjas cercanas del condado de Cornualles («Cornwall» en inglés) funciona también para los bebedores del local.
«Mientras haya una señal de advertencia en una valla eléctrica y se le advierta de ello, es totalmente legal. Y está el factor miedo… Funciona», dijo.
«La gente es como las ovejas. Las ovejas se mantienen alejadas, la gente se mantiene alejada.»
Información de Reuters