Lydia y Lawrence Rodríguez son una pareja que duró 21 años casados y que había decidido no vacunarse, pues pensaban que sus cuerpos podían resistir a la COVID-19.
Ambos se contagiaron del virus, luego de un campamento de una semana en la iglesia a la que asisten, y al ver mermada su salud mermada, la mujer decidió que recibiría la vacuna, pero ya era demasiado tarde, tuvieron que conectarla un respirador artificial.
Dos semanas después de que su esposo de 49 años perdiera la vida a solo unas camas de distancia del mismo hospital de Galveston, Texas, Lydia perdió la batalla.
Antes de morir, la madre de cuatro hijos, hizo una llamada telefónica con una petición especial a su hermana: «Por favor, asegúrate de que mis hijos se vacunen».
La familia de la pareja pide ayuda para los niños a través de GoFundMe.