Si alguna vez existió un sustento de la frase «todo el mundo tiene un propósito en la vida», fue con ella.
Una de esas personas que cuya mayor aportación al mundo fue simple y sencillamente compartir su don con nosotros. Al resto, sólo le quedaba disfrutarlo.
Una voz así no se volverá a ver. Es de las que sólo se crean una vez en la historia. Por eso el mundo de la música llora su partida, pero celebra su vida, su carrera, porque su voz será eterna.
Sin embargo, a una Reina no le basta con permitirnos apreciar su don. Es necesario aprovecharlo para dejar huella, y ella lo hizo.
Aretha Franklin no sólo nos dejó escuchar su voz al cantar, sino para defender los derechos de su raza y de su género. Al mundo, también en ese aspecto, le fue imposible hacer oídos sordos.
Hoy se va una grande no sólo de la música, y curiosamente lo hace el mismo día del fallecimiento del mismísimo Rey del Rock, Elvis Presley, y del cumpleaños de la Reina del Pop, Madona.
Descanse en paz, Aretha Franklin. Que su voz suene más fuerte que nunca.