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Me llama mucho la atención que nosotros, los psicoanalistas, que desde finales del siglo 19 hemos hablado con tanta libertad sobre temas de sexo, siempre tan adelantados a la época y escandalizando a todos en la era victoriana, resulta que pecamos de moralistas porque no encontramos forma de resolver qué hacer con las distintas formas en que la familia se nos está presentando hoy en día.
El postmodernismo es una nueva fase del individualismo occidental en la que la principal característica es la pérdida del sentido, llevando a la creación de una nueva definición de las ideas, cargadas de nuevos valores que constantemente se van redefiniendo, por lo que se pierde el valor de referencia, del origen.
Actualmente vemos que las formas de la familia han cambiado, pues ahora nos topamos con un aumento significativo de familias monoparentales (de un solo progenitor) y homoparentales (con dos progenitores del mismo sexo). Más bien parece que es el matrimonio el que ha perdido su vigencia en los últimos 25 años, (¡a razón de un uno por ciento por cada año!).
Llama la atención que hoy en día Los homosexuales desean adoptar una estructura que para ellos mismos quizás no funcionó del todo ¿por qué? Es evidente que La familia sigue siendo un referente nostálgico y básico al que todo ser humano desea regresar o ingresar, como fuente de seguridad, de abrigo emocional y de estabilidad económica.
Como bien sabemos los homosexuales han obtenido mayores derechos con relación a sus roles sociales en mucho menos tiempo que las mujeres, lo que pone en evidencia que las mujeres no somos un grupo homogéneo pues no todas deseamos lo mismo (bien decía Simone de Beauvoir que nada le apesta más a una ama de casa que una mujer que trabaja, y supongo que viceversa).
Así es como han obtenido, en muchas ciudades y países, el derecho al matrimonio y la parentalidad, identificándose orgullosamente con un grupo de pertenencia, y reivindicado su derecho a vivir en una sociedad que los considere como iguales y con los mismos derechos.
Sin embargo se ha podido constatar que, al criar hijos, los padres homosexuales no desean que estos sean como ellos, a diferencia de los progenitores heterosexuales, lo que puede generarles una imagen negativa de los papás y de la homosexualidad y problematizar así su propia identidad.
Aún así, el deseo de un hijo siempre tiene que ver con la diferenciación entre los sexos y Las parejas homosexuales tienden a desear dar a sus hijos una diferenciación real de roles, donde un miembro expresa los aspectos maternos y el otro miembro los paternos.
Yo pienso que sería interesante y hasta necesario estudiar con detenimiento cómo se desarrolla y se desenvuelven los hijos de las familias homoparentales, para evitar prejuicios dogmaticos y moralistas, quizás para reivindicarlas pero también para poder apoyar con criterios certeros a aquellos hijos y aquellos padres que forman una familia no tradicional.
Hace 40 años se veía con desdén a los hijos del divorcio y piensen si hacerlo ahora no sería anacrónico. Habrá que ver…
En cuanto a la reproducción asistida, yo creo que la infertilidad que sufren muchas mujeres en la actualidad tiene un origen psicológico, y quizás tiene que ver con un medio social agreste, estresante y poco reflexivo.
También pienso que los médicos están haciendo su agosto con el hecho de que hoy en día ya hemos perdido la paciencia, la tolerancia, la espera, y queremos armar todo, hasta a nuestras familias, en una suerte de “fast track”.
Nuestros hijos tienen que nacer en un momento preciso de nuestra vida para encajar perfectamente en el nuevo “deber ser” narcisista que el acelere de nuestras vidas postmodernas dicta. Yo también he sido, soy y seré víctima de los síndromes posmodernos, no crean que no, y sólo desde ahí me atrevo a hablar.
Así comienza el problema, pero se complejiza cuando además se contratan vientres subrogados para poder tener hijos a edades más avanzadas, y hemos incluso llegado a saber de casos donde la madre (futura abuela) presta su vientre a su hijo o hija para poder albergar un embrión que terminará siendo un nieto o nieta.
Con casos así ¿no quedamos encerrados en una sexualidad circular, incestuosa y sin límites? ¿Qué efecto tienen estos manejos sobre el desarrollo de los niños?
Otro aspecto que me preocupa La cosecha de células madre. Hace poco pude ver una película futurista pero no muy alejada de una posible realidad: “Nunca me abandones” (Romanek, 2010) en la cual se criaban niños en ambientes muy saludables para cosechar sus órganos una vez llegando a la juventud.
Hemos oído de padres que procrean a un hijo para obtener células madres y así ayudar a otro hijo con una enfermedad terminal ¿Qué implicaciones éticas tiene el procrear un hijo sólo para salvar a otro? ¿Qué efectos tiene lo anterior en la vida psicológica de ambos hijos?
Hace poco supe de un caso de una pareja madura que había perdido dos hijos en un accidente y optó por subrogar un vientre para tener más hijos y así no tener que lidiar con el dolor de su pérdida y elaborar el duelo.
Es evidente que no pensaron en cómo lo anterior afectaría a sus nuevos hijos, ¡como si la vida psíquica de los padres no se transmitiera consciente e inconscientemente a los hijos y ellos no sufrieran los estragos de lo que los padres decidieron olvidar!
Me apena terriblemente que haya tan poca discusión acerca de estos temas y tan poca facilidad para analizarlos en foros serios en los que se evalúe los efectos de las decisiones paternas sobre los hijos.
Los hijos nunca deben ser objetos que sirvan para esto o aquello, y su función no es reparar todo lo que ha salido mal en la vida de sus progenitores. Ellos tienen derecho a una existencia independiente, que sea por ellos y para ellos.
Si de por sí les depositamos cualquier cantidad de expectativas, fantasías, deseos… a veces no son más que a prolongación de nuestros narcisismos, pobres. Pero de ahí a permitir que esto suceda propositivamente… ¡ni hablar!