La FAMILIA y el HIJO delincuente

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Tengo el gusto de dejarles un escrito que la Dra. Suzette Aglot (aglots@prodigy.net.mx), terapeuta de familia, hizo para nosotros, y que resulta muy pertinente en estos momentos. Los dejo con sus palabras:

La experiencia profesional me permite reflexionar el peso que tiene la familia en determinar los diversos factores que influyen en la conducta humana. La pregunta es ¿ hay una relación con el funcionamiento familiar y el desarrollo de la delincuencia? Y, por lo mismo,  ¿La terapia  familiar es útil para evitar las conductas que pueden llevar a la delincuencia?

Desde distintos enfoques se ha estudiado el papel de la familia en el crecimiento, evolución y maduración de las personas. Estos aspectos se llevarán a cabo con mayor éxito, cuanto mayor sea la funcionalidad de la familia.

Las familias que tienen uno o más miembros con problemas de conducta se caracterizan por su disfuncionalidad. En los casos en los que se da una conducta antisocial, se observa que los jóvenes carecen del apoyo de los adultos, no cuentan con la seguridad que brindan los lazos afectivos estables, y las relaciones son o muy apegadas o con total ausencia de compromiso. Los límites en estas familias no tienen ni la flexibilidad ni la forma necesarias. Tampoco existe un conocimiento de las necesidades de los hijos y, como consecuencia, los jóvenes no se sienten aceptados. Ha quedado comprobada la influencia que tienen los cuidados maternos, y paternos, en la salud mental del niño, por eso es necesario que el niño viva una relación afectuosa, íntima y continua con su madre o con la persona que cumpla esas funciones. También la relación satisfactoria con el padre, y los hermanos, es importante en el desarrollo del carácter.

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Cuando las relaciones que el niño tiene en su infancia son poco satisfactorias, se condicionan respuestas antisociales frente a situaciones de tensión debido a que no se puede lidiar con la ansiedad. Encontraremos en el chico o la chica conductas de rebeldía y de agresividad, incapacidad de sentir afecto por los demás y de establecer relaciones de amistad. Además tienden a presentar tendencia al engaño, a la evasión y al robo, así como problemas de concentración en la escuela. Todos estos factores determinan una incapacidad para crear relaciones emocionales auténticas.

La importancia de acudir a una terapia familiar es muy clara;  los padres necesitan un apoyo para modificar la parte disfuncional de los miembros de la familia. Es una red de apoyo que permite  primero detectar los problemas para luego poder resolverlos. Cuando los padres no están enterados de las conductas de sus hijos, las reglas de la casa no son habladas, existen secretos familiares y los miembros de la familia permanecen ciegos y sordos a las necesidades de los demás; la conducta en general de los miembros de la familia se afecta y da como resultado conductas aprendidas que se transmiten de generación a generación. Al estar restringidas las manifestaciones afectivas, el cariño y la ternura suelen llegar a desviarse y transformarse en algo muy diferente – incesto, golpes-, lo que hace que sea muy difícil de reconocer. Por ello es tan importante el apoyo de una terapia familiar a la que pueden asistir todos los miembros de la familia para que se logre concientizar a esta de la realidad que viven y así poder empezar a hacer cambios antes de llegar a problemas como la delincuencia, la marginación y el resentimiento social.

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