A continuación les transcribo la carta que escribió la terapeuta de niños y adolescentes Ana Laura Rebollo Montoya (analaura_rebollo@hotmail.com) pensando en aquellos padres que, muchas veces por indicación de la escuela, deben llevar a su hijo o hija a terapia. Ojalá les ayude a allanar ese camino que yo sé que está lleno de dudas e inquietudes. Leamos:
A ti papá y mamá, hoy te digo que decidir hacer la llamada para agendar una cita solicitando psicoterapia para tu hijo o hija, imagino que fue una situación que tuvo que dar muchas vueltas en tu cabeza, lo evitabas, te distraías. Incluso mucho antes de eso preguntaste a todo el mundo por algún remedio oun tip de pronto alivio. Acudiste a valoraciones médicas, buscabas respuestas en pláticas familiares con casos muy parecidos, te apoyaste de internet… En el mejor de los casos te acercaste a un libro y en el peor de los casos a un cuestionario de revista. Asumiste que el tiempo lo curaría, que era cuestión de familia, que tú también eras así, optando por la resignación. Asumiste que la guardería lo cambiaría, que la escuela lo educaría, o que los abuelos se encargarían. Hiciste y deshiciste antes de hacer esa llamada. Quizás optaste por castigos erráticos, apapacho excesivo, golpes, insultos, chantajes y malos tratos. Ya hiciste lo que estaba en tus manos.
Hoy te digo que con esa llamada hiciste una buena elección, que apostate por tu hijo e hija y buscaste lo mejor dentro de las muchas opciones que te ofrece la psicología, y qué mejor una psicoterapeuta de formación, con supervisión y con un gran compromiso hacia su profesión y análisis propio. Comprometida y dispuesta con el espacio para tu hijo/a, con una agenda establecida por lo que te pido que seamos respetuosos de las reglas del consultorio.
Hoy te digo que el día de nuestra primera entrevista, manifestarás todas tus quejas sobre tu hijo, o bien tus miedos en cuanto a su desarrollo y esperarás que te diga qué hacer con ello. Te haré unas preguntas para conocer algunos datos importantes de su vida, así que te sugiero echar mano del álbum de fotos y darte un espacio para recordar momentos y detalles de la historia familiar.
Hoy te digo que no sabrás como explicarle a tu hijo/a el motivo por el cual asistirá al consultorio con un o una psicoterapeuta, y que será más fácil decirle que soy una maestra. Créeme que para ellos resulta mucho más sencillo de lo que esperas el poder entender lo que hacemos las y los psicoterapeutas. Aunque parece una palabra muy larga incluso para ellos difícil de pronunciar, nos dan sentido rápidamente, porque encuentran en nosotros a alguien que los escucha y se compromete a acompañarlos en el vaivén de sus emociones, sin juzgar, ni criticar, ni regañar, ni decir qué hacer, respetando lo que necesitan decir, y atendiendo a sencillas reglas:
“No te puedes lastimar, ni lastimarme, debes acomodar el material que usas y no te puedes llevar nada”.
Los y las psicoterapeutas toleraremos sus silencios, rabietas, desencuentros, apatía, desazón, angustia o tristeza. Ubican que estamos en las malas y las más malas, porque en las buenas cualquiera.
Hoy te digo que encontrarás en mi consultorio una sala, con sillita y mesita, un organizador con todo tipo de juguetes, juegos de mesa, materiales diversos, como plastilina, arenas, bloques. Además de personajes diversos como familias, animales, princesas, caballeros, brujas, castillos, hadas, todo aquello que invite a tu hijo/a a jugar, sí a jugar. Las y los niños a través del juego nos muestran su mundo interno, ese nuestro material de trabajo. Será un espacio acogedor para tu hijo/a, libre de reglas complicadas, donde él o ella será quien dirige la orquesta y dirá qué hacer, sin dirección del psicoterapeuta nos mostrará las problemáticas que le aquejan, lo que le preocupa.
Hoy te digo que entiendo y puedo sentir lo que estás viviendo, y que quiero acompañarte en ese proceso que tú también estás iniciando: el de compartirme a tu hijo/a, tu gran amor, tu mayor tesoro. Lo compartirás por un tiempo conmigo, y no tan sólo a él, sino compartirás tu historia, eso de lo que muchas veces no se quiere hablar e incluso recordar, eso que duele y que se lleva muy adentro. Eso que ni siquiera imaginas que hoy en día puede tener conexión con tu hijo/a y que te hizo mucho daño. Para mí será fundamental la información que compartas, la guardaré para mí, quedará entre cuatro paredes archivada en un cajón. Estará latente, a veces presente, para entender la historia de tu hijo/a. Hoy te digo que es mejor hoy que mañana, no hagas paredes más altas y gruesas que hagan más arduo el trabajo que se puede hacer en este momento.
Hoy te digo que encuentres en el consultorio un espacio para lidiar con tus inquietudes. No son los pasillos, ni el teléfono, ni los mensajes el canal adecuado, agenda una cita respetando el espacio de tu hijo/a.
Hoy te digo que trataras de imaginar lo que pasa dentro del consultorio, que al principio indagarás en cuanto salga tu niño o tu niña y le preguntarás ¿Cómo te fue? Y me verás con una mirada de complicidad pensando que más tarde te informare lo que ocurrió en la sesión. ¿Y qué crees? Eso no sucederá.
Hoy te pido que evites decirle a tu hijo/a: “¡No se te olvide contarle!”, “¡Platícale!” Las y los niños saben los momentos, con presiones o instrucciones no le permitirás asumir su proceso. Tu motivo de consulta no es su motivo de consulta.
Hoy te pido que le des permiso a tu hijo/a de hablar, de compartir lo que pasa en casa. En el consultorio ensayará conmigo el arte de poner en palabras sus emociones, y tú lo verás reflejado, descubriendo en tu hijo/a a una persona capaz de expresarse contigo y darle cause a su vida emocional. Para lo que te sugiero disposición y paciencia cuando te quiera compartir alguna situación que le genere inquietud.
Hoy te digo que tras las sesiones de trabajo con tu hijo/a me preguntarás ¿Cuál es el diagnóstico? ¿Qué tiene? ¿Qué le pasa? Te anticipo que no encuadraré a tu hijo/a en una etiqueta, que me limité a conocerlo, explorarlo y acompañarlo a encontrar caminos en ese mundo interior que hoy tiene algunos nudos que están dificultando su desarrollo. Sí te explicaré en una entrevista de devolución el curso y evolución de la situación de tu hijo/a hasta su visión actual y juntos entenderemos cómo es que se ha gestado su sintomatología, así mismo anticiparemos los alcances de un proceso psicoterapéutico de ser iniciado. Junto con lo anterior haré algunas recomendaciones para ti y la relación con tu hijo/a que los acompañará dentro del proceso.
Hoy te digo que, si no hay etiquetas para con tu hijo/a, eso te vendrá bien a ti también, porque entonces tampoco las tendré para ti, cuidaré de no encasillarte, juzgarte, culparte de la situación actual de tu hijo. Al contrario, entenderemos juntos tu proceder, platicaremos y encontraremos nuevas formas que te vengan bien a la formación de tu hijo concibiéndolo como una persona que siente, piensa y está dispuesta a cooperar en una relación compartiendo desde esa visión.
Hoy te digo que no hay tiempo, no hay número estadístico de sesiones en el que veamos concluido el trabajo psicoterapéutico. Eventualmente agendaré sesiones con ustedes, sólo pido paciencia. Imagino su desesperación y desilusión, pero pretendo mejoras a largo tiempo no inmediatas y pasajeras.
Hoy te digo que en verano pensarás que estará “curado”, las vacaciones son el remedio a casi todos los males pero, así como llegan se van, regresando a la N potencia los síntomas que estaban descansando. Anticiparé mis vacaciones, cuidemos tener el menor número de interrupciones.
Hoy te digo, que recordarás estas palabras en unas sesiones, porque cuestionarás mi trabajo con tu hijo/a en el consultorio, lo denigrarás cuando haya una problemática en casa, y lo alabarás cuando haya calma y armonía. Hoy tendrás a alguien más a quien querrás responsabilizar o culpar de lo que le esté pasando a tu hijo o hija.
Hoy te digo que no soy secretaria, no redacto informes a la carta, donde tú determines lo que se debe decir, seremos cuidadosos con los documentos y pensaremos entonces tus objetivos reales del tratamiento de tu hijo/a, ¿Es un medio o un fin?
Hoy te digo que pensarás que con llevarlo a psicoterapia el problema está resuelto. ¿Y qué crees? Tampoco es así, juntos vamos a encontrar el compartir las responsabilidades para que cada quien asuma su parte y logremos un trabajo en conjunto.
Hoy te digo que esperarás ver cambios en el día a día de tu hijo/a, que incluso escribirás o llamarás con la espada desenvainada exigiendo resultados. Que esperarás que yo solucione la problemática que el día anterior que tuvo en la escuela y que el consultorio se vuelva un juzgado que dicte sentencia contra el niño/a, bajo tus acusaciones. Eso tampoco sucederá.
Hoy te digo que no estamos en un juego donde el premio es el amor del niño/a, que habrá momentos en que querrá estar en el consultorio y no salir de ese espacio dispuesto a él o a ella y habrá otros en los que no querrá ir. Y eso no implica un punto a favor de ti, a favor de su amor. Te anticipo que se despertarán celos hacia mi figura, pero aquí no está en juego el amor entre padres e hijos.
Hoy te digo que se despertarán un mar de emociones, que resultarán incomprensibles, que desearás mejor regresar al niño/a que era antes, que querrás tirar la toalla, que encontrarás mejores cosas que hacer, que pensarás en otras actividades que lo distraigan.
Hoy te digo que no estás sólo, que todo va a pasar y que lo importante es que se está atendiendo. Hoy te digo que todo estará mejor y no para que te confíes y bajes la guardia, no pretendo quitarte la angustia para que te desentiendas del proceso de tu hijo/a, si no para que le permitas fluir en el consultorio.
Hoy te digo que llegará el día en que haremos un cierre al trabajo en el consultorio, porque tu hijo/a hoy es capaz de manejar mejor su conflicto, disfrutando el crecer, enfrentando las pequeñas o grandes frustraciones de su etapa de vida. Ello gracias también a tu esfuerzo, constancia y lo mejor: tu confianza.
Hoy con todas las cartas sobre la mesa, ¿te animas al proceso de tu hijo/a en psicoterapia?