En 1982 me tocó la rotación como residente de medicina interna por el complicado servicio de nefrología, aprendí rápidamente que lo que había que hacer en el piso de esta especialidad era dializar pacientes (promedio 15 por día), con un catéter rígido que se colocaba en la línea media 2 cm por debajo del ombligo en la cavidad peritoneal al que se conectaban bolsas de líquido dializante, un promedio de 25 bolsas para recambio de varios litros que se dejaban por un lapso en la cavidad y luego se regresaban a la bolsa por gravedad (bajábamos la bolsa hasta el nivel del piso donde regresaba el agua de la cavidad peritoneal), esto se llamaba diálisis peritoneal y al parecer era el método más adecuado y accesible para manejar a los pacientes con insuficiencia renal a falta de riñones artificiales que eran muy costosos y escasos.
Fue en esa época también que me percaté, que del total de pacientes dializados el 80% eran pacientes diabéticos, luego entonces no coincidían la estadísticas de los reportes mundiales sobre insuficiencia renal con lo que estaba presenciando (la causa más frecuente de insuficiencia renal era la diabetes). Unos años después vi fallecer a mi tío, al papá de un amigo y así sucesivamente a muchos conocidos con diabetes de larga evolución por falla renal a consecuencia de la diabetes. Poco a poco se fue posicionando la diabetes como un hecho irrefutable no solo en el protagonismo de la enfermedad renal que es devastadora y desgastante, sino también de complicaciones de tipo vascular cerebral (infartos, embolias y hemorragias) y cardiovasculares (infartos), también la diabetes tomó fuerza en la asociación a disfunción eréctil y en la agobiante enfermedad por neuropatía diabética, que con frecuencia se acompaña de retinopatía diabética y cataratas.
La lista de complicaciones es grande, tan grande como la necedad de las personas en no querer hacer caso al hecho de que la diabetes es una enfermedad que en la mayoría de los casos se puede evitar (90%) llevando una dieta adecuada y realizando actividad física.
El Secretario de Salud el día mundial de la diabetes comentó que en el 2015 se habían registrado 95 mil muertes por diabetes en el país, lo que resulta lamentable debido a que es una enfermedad que se puede acotar con buenos hábitos y disciplina, lo que a su vez lleva a cabo con el beneficio de prevenir otras enfermedades como la hipertensión arterial, disminuir el colesterol que se asocia a los infartos, y evitar enfermedades como el cáncer y las arritmias.
Los malos hábitos que llevan a la obesidad son el terreno fértil para el desarrollo del síndrome metabólico y luego para la resistencia a la insulina y posteriormente para la diabetes Mellitus tipo 2.
Somos el segundo lugar de obesidad en el mundo debido a nuestros malos hábitos, a una genética con predisposición a la enfermedad con sobrepeso y una epigenética con factores ambientales que catalizan una debacle metabólica que tiene a México en las estadísticas de 3 de cada 10 mexicanos con obesidad y 7 de cada 10 con sobrepeso.
Nuestro presupuesto de salud está en quiebra, nuestras estrategias avanzan lento debido a que nuestro nivel de compresión de la enfermedad y la poca convicción de las evidencias no nos dejan controlar a la prediabetes, a la diabetes y a su inseparable amiga la obesidad.
Lo que tendríamos que hacer es claro y está a la vista, distribución adecuada de los alimentos en una población que descrita nos explica parte de la problemática, el 50% de los mexicanos son pobres con acceso escaso de los alimentos y con alimentos de mala calidad, el otro restante porcentaje de población se dedica a consumir alimentos de manera irracional e indiscriminada, sin conciencia de lo perjudicial que es la carencia y el exceso.
Estamos pues ante un claro panorama donde la educación debería de tener un impacto decisivo sobre el resultado final, donde la lógica nos orienta a la racionalidad para el consumo y eficiencia en el gasto de energía.
Si no ser sedentario es la clave ¿por qué? no propiciar los escenarios para la activación; si la mala dieta es el resultado de no entender la ecuación de que a más consumo y menos actividad más obesidad, y si estar enfermo es angustiante y doloroso para las personas, oneroso para las economías e ilógico para la sociedad, entonces que es lo que falta para mejorar la situación si todo es tan claro.
Tendremos que cuestionarnos sobre lo que deberemos de hacer, una propuesta inteligente será reeducar a la población, educar a las nuevas generaciones volviéndolos expertos en estrategias de prevención con conocimiento escolar, preparatoriano y universitario de los beneficios de la actividad física y la alimentación.
La salud es cuestión de responsabilidad, nadie puede ser tan egoísta en estos tiempos como para no comprender que somos los encargados de preservar nuestra integridad con actitudes que distan mucho de ser complicadas y nos acarrean beneficios a corto, mediano y largo plazo.
Educación para optimizar el recurso en salud, es la clave.
Atentamente
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Presidente
Ejercicio y Nutrición son Salud y Prevención
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