México, 1967…

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Sentada en un viejo sillón, Mercedes contempla a su marido. Nunca lo había visto tan empeñoso en una tarea intrascendente como envolver un manuscrito.

Bañado por aquella luz vespertina que se filtra por la ventana de su estudio…, rodeado por cientos de libros y acostumbrado a la fragancia del papel viejo…, Gabriel intenta, con pocos resultados, asegurar las hojas de su novela en un paquete homogéneo, para que lleguen en óptimas condiciones hasta su destino.

Hace un par de semanas, Gabriel y Mercedes sufrían los pesares de una mala racha económica. Fue necesario que amigos y colegas escritores les prestaran el dinero necesario para enviar el paquete a Buenos Aires. Pero finalmente, aquella tarde, dejaron en la oficina de correos la versión final de “Cien años de soledad”.

Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha, su esposa, llevaban en México más de dos años. Él escribía para agencias de publicidad e intervenía como guionista en algunas películas. Eran tiempos difíciles, cuando sus libros vendían mil o dos mil ejemplares. Cantidad muy pequeña para sobrevivir de la escritura.

Aquella novela que un principio se llamaría “La casa”, y que después Gabriel terminó por bautizar como “Cien años de soledad”, le llevó 18 meses de su vida escribirla.

La historia surgió en 1952, durante un viaje que realizó Gabriel en compañía de su madre a su pueblo natal, Aracataca. Historia que rescató varios de los personajes que ya habían aparecido en sus cuentos y novelas anteriores; al igual que la referencia a Macondo, el pueblo ficticio que también se menciona en “Los funerales de la Mamá Grande” y en “La hojarasca”.

Al terminar la novela, por 1960 aproximadamente, Gabriel la envió a Carlos Barral, el entonces director de la editorial Seix Barral de Barcelona. ¿Cuál fue la respuesta que recibió Gabriel? “Yo creo que esa novela no sirve. No creo que vaya a tener éxito”, le dijo.

Algo muy distinto de lo ocurrido con Francisco Porrúa, quien dirigía la Editorial Sudamericana de Buenos Aires y le entregó un adelanto de 500 dólares a Gabriel.

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¿Qué fue lo que dijo Francisco a Gabriel, al leer las primeras páginas de “Cien años de soledad”? “No se trataba de llegar al final para saber si la novela se podía publicar. La publicación ya estaba decidida con la primera línea, con el primer párrafo. Comprendí lo que cualquier editor sensato hubiera comprendido en mi lugar: que se trataba de una obra excepcional.”

Pero también, otros fueron los afortunados en conocer “Cien años de soledad”, mucho antes de su publicación. Gabriel mandó capítulos a revistas y periódicos; además de pruebas a sus colegas escritores: Carlos Fuentes y Julio Cortázar.

En México tuvo grandes amigos que lo apoyaron durante todo el proceso de escritura. Amigos como el director de cine Luis Alcoriza y su esposa Janet Riesenfeld, actriz de la época de oro del cine mexicano. Y precisamente por todo ese apoyo, Gabriel tuvo un gesto de agradecimiento que hasta el día de hoy se considera una reliquia. Entregó a Luis las pruebas de imprenta de la novela.

Cuentan que Gabriel realizó las correcciones meticulosas de “Cien años de soledad”, pero una vez terminadas, nunca devolvió las galeras a la editorial. Envió sus observaciones aparte. Estas pruebas las reservó para Luis y Janet con la dedicatoria: “Del amigo que más los quiere en este mundo. Gabo, 1967.

Y aquí va un dato impresionante sobre estas pruebas… En los 180 folios que componen las pruebas de imprenta, o galeras como se les llama el mundo editorial, hay observaciones de erratas, palabras pegadas, una tilde que se escapa y el famoso detalle de las mariposas. Gabriel indicó con letra corrida que tenían que ser amarillas. En total, son mil 26 marcas, a veces hasta 20 por página, donde Gabriel esboza los detalles de su obra cumbre.

Casi 20 años después, cuando Gabriel ya había sido galardonado con el Nobel de Literatura, Luis Alcoriza se reunió con él y le mostró las pruebas de imprenta. Entonces, Gabriel le sugirió que podía sacar una buena cantidad de dinero si las vendía. Pero Alcoriza le contestó: “Prefiero morirme antes que vender esta joya dedicada por un amigo”. Gabriel, como respuesta, escribió a un lado de la primera dedicatoria: “Confirmado. Gabo, 1985”.

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La novela que narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones, cumple 50 años este 2017.

Fue un 30 de mayo de 1967 cuando salieron a la venta los primeros 8 mil ejemplares, los cuales se vendieron en su totalidad en menos de 15 días. Un año después, debido al éxito de la novela, aparece la primera traducción en francés y algunos meses más tarde en alemán. La versión en inglés se publica en 1970, a la que siguieron traducciones en ruso y catalán, entre muchos otros idiomas. Incluso, durante los 70’s y 80’s salieron varias ediciones pirata que no pagaron derechos de autor, como en la Unión Soviética y China.

Gabriel García Márquez recibió en 2007 uno de los mejores regalos de cumpleaños por sus 80 años de vida. La Real Academia Española sacó a la venta una edición económica de “Cien años de soledad”, de un millón de ejemplares. Y desde hace varios años, la novela ya está considerada como un libro de texto en varios países.

“Cien años de soledad” ha vendido 50 millones de ejemplares en todo el mundo y ha sido traducida a más de 35 idiomas en estos 50 años. “Cien años de soledad”, la novela escrita por el colombiano que amó, vivió y respiró nuestro México. El colombiano con corazón mexicano, que eligió nuestro país para escribir su obra cumbre.

Porque México es y ha sido cuna de artistas, de escritores, de compositores, de actores… De mentes inspiradas y privilegiadas que sin haber nacido aquí, comprobaron que los mexicanos somos un pueblo que ayuda, que tiende la mano, que abraza, que reconoce el talento. Que vivimos en comunidad, donde lo que te importa a ti, me importa a mí. Un México donde hoy, igual que ayer, somos más los buenos.

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