Un día, estaban los Dioses reunidos, cuando se les ocurrió crear al hombre y a la mujer, a su imagen y semejanza.
Entonces, uno dijo:
-“Esperen. Si los hacemos así, tendrán un cuerpo igual al nuestro y una fuerza y una inteligencia como nosotros. Debemos cambiar algo en ellos, o crearemos nuevos Dioses.”
Otro de los Dioses dijo:
-“Debemos quitarles algo. ¿Pero qué cosa?”
Después de pensar un rato, uno de ellos gritó emocionado:
-“¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. Pero, ¿en dónde la escondemos para que no la encuentren jamás?”
Otro le contestó:
-“Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.”
Pero uno de los Dioses no estuvo de acuerdo y alzó la voz para decir:
-“No. Recuerden que les daremos fuerza y alguna vez subirán y la encontrarán.”
Otro Dios dijo con emoción:
-“¡Vamos a esconderla en el fondo del mar!”
Pero el Dios anterior volvió a protestar:
-“Con esa misma inteligencia, alguna vez alguien construirá un equipo para adentrarse en el mar y la encontrarán.”
Entonces, uno de los Dioses que había estado callado, tuvo otra idea:
-“¿Y si la escondemos en un planeta lejano a la Tierra?”
Pero el mismo Dios pesimista volvió a objetar:
-“Algún día, alguien construirá una nave en la que puedan viajar a los planetas y la descubrirán. Entonces, los hombres y las mujeres serán iguales a nosotros.”
En ese momento, el más anciano de los Dioses, que había escuchado a todos los anteriores con calma y analizado sus palabras, se levantó y dijo sonriendo:
-“La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Esta narración es parte de la filosofía budista, para la cual, la felicidad no es algo que se puede encontrar fuera de nosotros, sino que siempre ha estado en nuestro interior. Y que por muchos factores, los seres humanos nos empeñamos en buscarla en los lugares equivocados.
Pero si dudan de esto, en nuestros días hay científicos que creen lo mismo y se han dedicado a buscar la felicidad desde la perspectiva neurológica. Es decir, en nuestro interior, y no es metáfora.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Kioto, bajo el mando del doctor Wataru Sato, consiguió ubicar a través de resonancias magnéticas el origen de la felicidad en el cerebro.
Según esto, las personas felices tienen una mayor cantidad de materia gris en el precúneo.
¿Y qué es eso del precúneo?
Pues la región ubicada en el lóbulo pariental superior del cerebro, que se activa cuando experimentamos lo que nos ocurre de manera consciente. Por ejemplo, cuando llega la persona que amamos, o cuando obtenemos un empleo que deseábamos, o nos felicitan por un logro, etc., etc.
Estos estudios son de gran importancia porque hasta hace algunos años se pensaba que la felicidad no se podía medir de manera objetiva, y miren. Incluso, se comprueba con estos resultados que la meditación puede potenciar los estados de felicidad.
Algo que está probadísimo es que no todos sentimos la felicidad de la misma manera ni con la misma fuerza o por las mismas cosas. Por ejemplo, cuando nos dicen un piropo. Para algunas mujeres es un gesto simpático y halagador. Pero para otras no les provoca la más mínima alegría o hasta lo toman como algo grosero.
Los psicólogos dicen que la satisfacción vital constituye un factor determinante para experimentar esta felicidad. Y en esto se basaron los estudios del doctor Sato.
En el experimento, a varias personas se les realizó una resonancia magnética con estímulos placenteros. Aquellas que demostraron un grado mayor de felicidad, fueron las que tenían un precúneo más grande.
Por eso, también hay investigaciones que han comprobado que la meditación incrementa la masa de materia gris en el precúneo. En 2003, Richard Davidson, director del Laboratory for Affective Neuroscience de la Universidad de Wisconsin, halló niveles sin precedentes de felicidad en personas que practicaban meditación.
Y para muestra de lo que digo, también les puedo dar el nombre de la persona más feliz del mundo. Demostrado científicamente y con pruebas documentadas.
Su nombre es Matthieu Ricard. Es un monje budista de 71 años que reside en el monasterio Schechen Tennyi Dargyeling, en Nepal.
De nacionalidad francesa, Matthieu obtiene el doctorado en biología molecular en el Instituto Pasteur. En 1972, decide abandonar su carrera científica y concentrarse en la práctica del budismo tibetano. Vive en el Himalaya, como discípulo de Kangyur Rinpoche, un maestro de una ancestral escuela budista.
También fue alumno de Dilgo Khyentse Rinpoche hasta la muerte de éste, en 1991. Desde entonces, se ha dedicado a escribir libros y a la fotografía.
Ha participado en estudios sobre la felicidad en Wisconsin, Princeton y Berkeley.
Investigadores colocaron 256 electrodos en su cráneo y los sometieron a un aparato de imágenes funcionales por resonancia magnética nuclear.
El resultado fue que la actividad en su corteza cerebral asociada a emociones positivas alcanzó los resultados más altos nunca registrados en otro ser humano. Es decir, que Matthieu Ricard es el hombre más feliz del mundo.
¿Qué tal?
Eso, por si aún tienen la duda de que la felicidad se encuentra en nuestro interior. Sólo necesitamos buscarla y concentrarnos menos en hallarla fuera. En lo material no está. Ni en lo físico, ni el auto último modelo, o el departamento de lujo y la ropa de marca. Es un estado mental que nos provocamos, o no. Depende de cada persona.
¿Se dan cuenta que los seres humanos ya logramos llegar a la Luna? Que tenemos la cura para muchas enfermedades y que ya hasta contamos con tratamientos que regeneran tejidos y huesos. Entonces, ¿cómo es posible que aún no consigamos ser felices del todo? ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo alcanzar la felicidad?
La felicidad es aquello que nos hace sentir bien con nosotros mismos. Que viene de dentro, que no se compra ni se obtiene. Está tan cerca, que ni siquiera tenemos que extender el brazo. Porque el amor que está en nuestro interior es el origen de esa felicidad. El amor por nosotros mismos y el amor que podemos dar a los demás.
Y tú, ¿te consideras feliz? ¿Por qué no me dices qué es lo que te hace feliz?