Según la Organización Mundial de la Salud, se detectan 1.38 millones de casos nuevos de cáncer de mama a nivel mundial, de los cuales 458 mil terminan en fallecimiento, siendo las mujeres las más afectadas por esta enfermedad.
En México, según datos de la Dirección General de Información en Salud, hasta el año 2014 había 689 mastógrafos a nivel nacional en instituciones públicas de salud. Y es importante señalar que el cáncer de mama es la primera causa de muerte en las mujeres mexicanas mayores de 25 años, y 15 mueren a diario por este cáncer.
Actualmente, diagnosticarlo es mucho más fácil y se puede actuar con rapidez para conocer mejor el tumor y aplicar el tratamiento más adecuado desde un inicio. La quimio es más precisa y la unión de la quimioterapia con la inmunoterapia permite dirigir el tratamiento sólo a las células malignas. Esto quiere decir que hay menos efectos secundarios y más oportunidades de sobrevivir. También la radioterapia es más rápida y eficaz.
A pesar de las buenas noticias por los avances de la ciencia, es normal que los pacientes de cáncer sientan cierto grado de depresión, ansiedad y miedo. Estudios realizados revelaron que entre el 60% y el 70% de las mujeres con cáncer de mama sufren secuelas físicas, emocionales y cognitivas.
Uno de estos casos es el de María, una mujer que nunca ha dejado de sonreír y pelear contra la enfermedad. Y su historia es la siguiente:
Una mañana, mientras se realiza la exploración de los senos al bañarse, María siente ese pequeño bulto. En ese instante sabe que se trata de algo malo. Todo mundo le dice que espere a realizarse las pruebas, pero siendo médico, María percibe esa protuberancia en su pecho como una luz que se enciende indicando peligro y no tiene ninguna duda.
María es médico familiar, viuda y mamá de dos niñas. Apenas 10 años atrás su mamá falleció por culpa de la misma enfermedad. Desde entonces, ha estado al pendiente de su cuerpo. Pero el tiempo pasó y tanto ella como sus dos hermanas decían con alivio que no les había tocado, que al parecer se habían librado de la genética.
Lo más duro desde un inicio es la incertidumbre. Esa tarde en el consultorio del oncólogo empieza un proceso que parece interminable: desde el momento en que le da la noticia, hasta que le dice cuándo se realiza la biopsia, cuando le da los resultados y se decide si van a probar con radioterapia o quimioterapia.
A los pocos días, María permanece callada la mayor parte del tiempo, pensando y sintiendo mucho miedo. Sin saber qué pasará al otro día o si habrá siquiera otro día. Cuando sus hijas se empeñan en pedir pizza para cenar, María accede de inmediato, sintiendo que tal vez no pueda acompañarlas al día siguiente.
A pesar de ser médico, María decide no intentar saber más que los especialistas. Cuando le dicen que 12 sesiones de quimio, ella acepta sin protestar. Y es precisamente el inicio del tratamiento lo que disminuye ese miedo. Sabe que no hay mejores armas para combatir al mal que el tratamiento y se propone vencerlo.
Con esa actitud guerrera, María asegura a sus compañeras de sala en la quimio que la suerte es importante en estos casos, pero es fundamental actuar con rapidez al notarse algo raro, sin perder un solo segundo. Ella lo notó una mañana, a los ocho días ya le estaban realizando las pruebas y al mes iniciaba su primera quimioterapia.
Otro factor que caracteriza a María es su actitud vital para luchar contra los efectos secundarios del tratamiento. Los efectos están y eso es imposible de evitar, pero María pone todo su mejor ánimo y buena voluntad para no vivirlos con horror, para que no sean un tormento.
No ha podido evitar las náuseas, pero sigue una alimentación sana y continúa con sus reuniones sociales. Cuando sus amigas le preguntan cómo está, ella responde que va muy bien, aunque por dentro se sienta fatal. Y es que al principio no quiso hacer pública su enfermedad, pero cuando el cabello se le empezó a caer, ya fue imposible no decirlo y prefirió contarlo con naturalidad.
María es de las mujeres que no pueden olvidar que han tenido cáncer de mama porque no se ha hecho aún la reconstrucción del seno, porque el movimiento de su brazo derecho es limitado y porque ha cambiado como persona. Perdió amigos en el proceso de recuperar su salud, porque se trata de un camino largo y la gente sigue con su vida.
Pero también tiene amigos y planes nuevos. Tal vez lo más difícil es luchar también contra el miedo de los demás, que no saben cómo acercarse, qué decirle o cómo preguntarle si está mejor. Sin embargo, es una guerrera y vencedora que aprendió algo que dice con estas palabras simples:
-“Ha desaparecido el miedo que acompañaba al sentimiento de ‘vive el momento’, pero ahora sigo disfrutando la vida igual. Porque esto te saca de la vida y lo ves todo desde fuera, el cáncer te permite salir y contemplar la vida desde fuera para saber lo que quieres y lo que no quieres”.
En este periodismo de vida, te conté el testimonio real de una mujer con cáncer de mama que ha logrado superar la enfermedad y transmitir su experiencia a otras mujeres que sufren ese miedo terrible ante la noticia de padecer este mal que afecta a millones de personas en el mundo.
El cáncer de mama es parte del grupo de enfermedades crónico-degenerativas que tienen tratamiento y posibilidades de curación, pero por diversas complicaciones puede también causar la muerte de quien lo padece.
Por eso la importancia de la detección temprana. La mastografía es el estudio que revela anormalidades en el tejido mamario, aun cuando los tumores son tan pequeños que en la autoexploración no se detectan.
A ti que me escuchas en ¡Qué tal, Fernanda! te pregunto: ¿Conoces casos de enfermos con cáncer de mama? ¿Tienes una cultura de la prevención y exploración? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus comentarios.