Cómo una mujer se convierte en bruja y un hombre en una bestia

Recientes

El fin de los organismos autónomos

La aprobación de la reforma constitucional que elimina siete organismos autónomos, impulsada por Andrés Manuel López Obrador, marca un cambio drástico en el ...

Solución a problemas fronterizos requiere coordinación entre México y EUA

La mayoría carece de soluciones que los eliminen, únicamente pueden ser manejados, explicó James Gerber. Tonatiuh Guillén López alertó que ideologías y radic...

Reconocen a Fernanda Familiar con el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo 2024

En las instalaciones del Club de Industriales, la Fundación José Pagés Llergo otorgó el Premio Nacional de Periodismo Social a Fernanda Familiar por su trabajo…

Claudia Sheinbaum encabeza histórico Desfile de la Revolución Mexicana

El Zócalo de la Ciudad de México se llenó de historia, tradición y simbolismo durante el 114 aniversario de la Revolución Mexicana. La presidenta Claudia She...

Ucrania intensifica ofensiva con apoyo occidental: ¿Hacia dónde se dirige el conflicto?

La guerra en Ucrania ha escalado a un nivel sin precedentes tras el uso de misiles británicos Storm Shadow y la entrega de minas antipersona por parte de Est...

Compartir

¿Crees en las historias de amor con final feliz?

Seguro que en tu infancia leíste La Cenicienta o La Bella Durmiente. O mejor aún, viste las películas de Disney con un tratamiento aún más benévolo y lleno de fantasía. ¿Pero qué pasa cuando esa historia que tanto idealizas se convierte en la de La Bella y la Bestia, pero a la inversa?

¿Qué tal si el “vivieron felices para siempre” no es el final, sino una parte de la historia que continúa cuando el príncipe se transforma en una verdadera bestia y la princesa en una terrorífica bruja?

Por supuesto que a nadie le gusta imaginar que algo así pueda pasar en un cuento de hadas o en una historia de amor de las que vemos en el cine. Pero ocurre con más frecuencia de la que nos gustaría aceptarlo y muchas parejas lo pueden confirmar.

Para empezar, cuando dos personas pasan del noviazgo a una relación más seria como el matrimonio o la unión libre, pero viviendo en pareja, el “yo” se convierte en “nosotros” y el “mi” se transforma en “nuestro”.

El terapeuta especialista en matrimonio y familia -Michelle S Park- explica que estos pequeños cambios pueden detonar emociones variadas, pues durante el primer año, muchas parejas se enfrentan a una crisis de identidad porque comprenden que su vida ahora está entrelazada.

En segundo lugar -y afortunadamente para muchas parejas-, el sentirse seguros en una relación puede impulsar la experimentación en la cama. La psicóloga Susan Heitler, dice que las parejas experimentan mayor confianza y libertad, mejorando considerablemente el sexo.

Sin embargo, en algunos casos la frecuencia con la que se tienen relaciones es probable que sea menor. Michelle S Park dice que esto no se debe a que la atracción se haya perdido, pues en estos casos el sexo se vuelve más un tema de calidad y no de cantidad.

Otro problema que ocurre con el tiempo es que por desgracia la argolla matrimonial no viene con el poder de la adivinación. No hay poderes telepáticos que le digan a la pareja qué están pensando y eso origina que cada gesto, cada respuesta o breve silencio pueda significar un escenario terrible para el que intenta interpretar estos mensajes.

También te puede interesar:  ¿Hasta dónde tengo derecho de compartir contenido en Internet?

Los terapeutas aconsejan mejor preguntar que intentar adivinar lo que piensa nuestra pareja. Pero en lugar de preguntar “¿estás enojado o enojada conmigo?”, lo ideal sería decirle “¿en qué estás pensando ahora?”.

Vivir en pareja no significa que puedes dejar de expresar tus necesidades. Hay que olvidar ese mito de que no le interesas a la otra persona si tienes que decirle lo que quieres. Las preferencias cambian con el tiempo, tanto las tuyas como las de tu pareja. Por eso lo mejor es preguntar y no interpretar o adivinar.

Enseguida viene uno de los problemas más comunes: ¿En dónde pasar la Navidad o las celebraciones familiares? Por lo general, uno de los dos siempre va a la casa del otro durante la etapa de cortejo y noviazgo, como una manera de hacer puntos.

Pero cuando ya viven en pareja, la cosa cambia. Una posible solución para evitar conflictos es alternar las fechas y las correspondientes familias, invitar a las familias de ambos al nuevo hogar que acaban de formar o incluso iniciar nuevas tradiciones donde no necesariamente se festeja una fecha en particular siempre en el mismo lugar.

En sexto lugar está el peso. Una investigación realizada por la Universidad Estatal de Ohio descubrió que las mujeres tienen mayores posibilidades de subir de peso después de casarse, mientras que los hombres suelen engordar después del divorcio. Sobre todo después de los 30 años.

Y luego viene el problema del tiempo libre, que comúnmente no existe cuando se vive en pareja. La frase “lo que voy a hacer” cambia por “lo que vamos a hacer”. Durante el noviazgo es normal pasar tiempo juntos y así lo planean, pero finalmente es su tiempo y deciden qué hacer antes y después.

Al estar en pareja, se cree que ya no puedes tener tiempo libre, pero es algo necesario para el bienestar individual y también para conservar una relación saludable entre ambas partes. O por el contrario se origina un sentimiento de falta de libertad.

Otro punto importante es establecer entre los dos qué roles tienen dentro de la relación. Muchas personas empiezan a convivir con su pareja imitando lo que vieron en su casa, pero esto puede ser diferente entre uno y otro.

También te puede interesar:  ¿Cómo se funda Pemex?

Por ejemplo, en casa de él, la mamá se encargaba de cocinar, lavar y hacer la limpieza. Por el contrario, en la casa de ella, ambos padres se dividían las labores del hogar y a veces intercambiaban. Obviamente, si esto no lo hablan en lugar de dar por hecho que será igual que en casa de sus padres, habrá un conflicto.

La sensación de seguridad que otorga un documento donde dice que ambos están casados es algo que para muchas parejas no suele ser importante. Pero los que han vivido juntos durante varios años y después por alguna cuestión legal necesitan casarse, dicen que sienten que después de esa firma hay más confianza de que la relación es algo estable.

Y por último, hay preguntas que marcan una gran diferencia entre ser novios y vivir en pareja: ¿Cómo se guardan las toallas? ¿En qué pared se cuelga la pantalla? ¿En dónde se coloca la ropa sucia?

Entonces viene el cambio de “mi manera” o “su manera” a “nuestra manera”, donde ambos deben llegar a un acuerdo de que la ropa sucia va al cesto inmediatamente después de quitársela. Algo que parece muy simple, pero que al igual de “¿dónde dejo la toalla mojada?” origina muchas discusiones.

Al respecto, la escritora Martha Alicia Chávez escribió un libro titulado “Cómo una mujer se convierte en bruja y un hombre en una bestia”, donde habla de las conductas que destruyen o fortalecen la relación de pareja.

Este libro inicia como muchos cuentos de hadas, pero con un desarrollo y final diferentes: “Había una vez una pareja feliz. Ella era amable, cariñosa; él era atento, protector. Y aconteció que, mientras la vida seguía su curso, ella se transformaba lentamente en una bruja resentida y amargada; él, en una bestia hostil e indiferente…”

***

Después de escuchar este periodismo de vida, te pregunto a ti que estás casado o has vivido varios años con tu pareja: ¿Qué cosas cambiaste de tu vida cuando decidiste casarte o irte a vivir con tu pareja? ¿Podrías estar en el proceso de convertirte en una bestia o una bruja?

Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus opiniones.

Comentarios