Doña Luz prepara una rica sopa de pasta, de letras, la favorita de su hijo Ramón.
Desde niños, doña Luz acostumbró a todos sus hijos a tener sopa, un guisado y agua de sabor en las comidas.
Con el paso del tiempo, sus hijos fueron creciendo y casándose con sus respectivas parejas.
El año pasado doña Luz enviudó. Y para no estar sola se fue a vivir a casa de Ramón, donde su nuera y sus dos nietos de 8 y 9 años la adoran.
Hoy le tocó a doña Luz hacer la comida porque Ana Laura, su nuera, tuvo que asistir a la junta de padres en el colegio de los niños.
Con esa misma emoción de sus años de ama de casa, doña Luz prepara nuevamente la sopa de letras para cuando llegue Ramón del trabajo. También cocina milanesas empanizadas con papas.
La mañana se va volando. Cuando doña Luz se da cuenta, ya son casi las 2 de la tarde.
Quien primero llega es Ana Laura con los pequeños Alfonso y Raúl.
-“¿Pero qué huele tan rico?”, pregunta Ana Laura en cuanto cruza la puerta de la cocina.
Doña Luz le contesta muy orgullosa: “La comida que les preparé, mijita”.
Los niños también perciben el olor y mueren de ganas de probar lo que les hizo la abuela de comer.
-“Nomás que llegue Ramón, nos sentamos a comer, mis vidas”, les dice doña Luz a los nietos.
Parece mentira, pero en el año que lleva doña Luz en casa de su hijo, jamás había visto comida casera. O por lo menos, lo que en sus tiempos llamaban comida casera.
Ana Laura es una buena ama de casa, pero además trabaja como consultora de finanzas en la empresa de su hermano y parte del día lo pasa fuera.
Por eso es que la carne, el pollo y el pescado que comen en la familia, casi siempre vienen en esos paquetes de comida congelada, lista para calentarse o cocinarse en horno de microondas.
Y ni hablar de agua fresca de sabor, como la de limón que preparó hoy doña Luz. Todos están acostumbrados al jugo embotellado, agua embotellada o refrescos de lata.
Los niños sedientos piden un poco de agua y al probar la que preparó la abuela, exclaman:
-“¡Sabe muy rica, abue!”, dice Alfonso.
Y Raúl comenta:
-“Y no está tan dulce como el jugo”.
Efectivamente, el agua de limón de doña Luz contiene mucha menos azúcar que los jugos del supermercado que están acostumbrados a beber.
Finalmente, Ramón llega a casa y al entrar lo primero que huele es ese olor que le recuerda su infancia. Feliz, corre a la cocina y le dice sonriente a doña Luz:
-“¡Hiciste mi sopa favorita, mamá!”
Unos minutos después, todos comen con un gusto impresionante, la mejor y más sabrosa comida que nunca habían probado.
En el periodismo de vida, hoy quiero despertar la reflexión y el recuerdo de muchos de los adultos que conocimos lo que era una comida en familia, completamente casera.
¿Recuerdas cómo en nuestra infancia nada venía refrigerado por días en charolas de unicel? Y bueno, eso de la comida preparada y congelada, mucho menos existía.
Nuestras mamás iban al mercado y elegían las piezas de carne de res o del pollo que querían. Las verduras y la fruta llegaban ese mismo día.
Entrar a la cocina y ver las cazuelas en la estufa, el vapor del caldo caliente, las papas y las zanahorias recién cortadas en la tabla de picar… eso era un momento increíble antes de la hora de la comida. Y despertaba el apetito.
Desafortunadamente, hoy todo eso ha cambiado. Según la Secretaría de Salud, en los últimos años se incrementó el consumo de alimentos industrializados de 40% al 60%, incluyendo la comida rápida y las bebidas azucaradas.
Estos cambios en la dieta del mexicano han ocasionado daños en la población muy considerables: Desde el sobrepeso a la obesidad, pasando por la hipertensión arterial, la diabetes y terminando con enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Para entender esto es necesario saber que cuando los alimentos se someten a un proceso industrial, la comida pierde en gran medida sus propiedades nutricionales porque además se añaden azúcares, colorantes y saborizantes artificiales.
¿En dónde vamos a encontrar la información necesaria para saber qué nos estamos llevando a la boca? En las etiquetas de los productos. Que en teoría deben contener todos los ingredientes.
La Secretaría de Salud advierte que se debe evitar el consumo de refrescos, enlatados, empaquetados y procesados. De vez en cuando no es malo, pero hacer de estos alimentos procesados parte de la dieta regular es un gran riesgo.
No es casualidad que en esta lucha consumista, las marcas anuncien con mayor regularidad las supuestas ventajas de consumir un cereal que, dicen, aporta las vitaminas recomendadas al día. O que tal jugo tiene vitaminas y antioxidantes como para permanecer joven para toda la vida.
Recordemos que la comida natural, hecha en casa, siempre será mucho mejor que cualquier otra que viene enlatada o en un sobre para el microondas.
Hoy te quiero preguntar algo que posiblemente despertó en tus recuerdos este periodismo de vida. Quiero pedirte que compartas en las redes de QTF: ¿Cuándo fue la última vez que probaste comida casera y qué comiste?