La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que el acuerdo con Estados Unidos en materia hídrica no compromete a México a entregar agua que simplemente no existe. La declaración surge en medio de la creciente presión internacional por el cumplimiento del Tratado de 1944 y de las acusaciones desde Washington sobre supuestos incumplimientos mexicanos en el manejo y entrega del recurso.
Sheinbaum sostuvo que México actúa conforme a la disponibilidad real de agua y que ningún acuerdo bilateral puede forzar al país a entregar volúmenes que no están físicamente disponibles debido a la sequía y al estrés hídrico que enfrentan varias regiones. En ese sentido, rechazó que exista una cesión automática o irresponsable del recurso frente a las exigencias estadounidenses.
Sin embargo, la afirmación presidencial no despeja una preocupación de fondo. La crisis del agua en México no es solo climática, sino estructural. Años de mala gestión, sobreconcesión, falta de infraestructura y opacidad en el uso industrial y agrícola han llevado al país a un punto límite. Mientras el discurso oficial habla de soberanía y realismo, millones de ciudadanos enfrentan cortes, tandeos y acceso precario al agua potable.
El problema que no se nombra
El acuerdo con Estados Unidos reabre un debate incómodo para el gobierno. Si México no tiene agua suficiente para cumplir compromisos internacionales, tampoco la tiene para garantizar el derecho humano al agua dentro de su propio territorio. La pregunta clave no es solo qué se le dice a Washington, sino qué se le responde a las comunidades que viven con pipas, ríos secos y presas al mínimo.
Además, especialistas advierten que la falta de transparencia sobre volúmenes reales, concesiones vigentes y prioridades de uso debilita la posición de México frente a cualquier negociación. Sin datos claros y sin una política hídrica integral, el país queda atrapado entre la presión externa y el descontento interno.
Sheinbaum intenta enviar un mensaje de control y firmeza diplomática. Pero mientras no se enfrente de raíz el colapso de la gestión del agua, cada acuerdo, cada aclaración y cada desmentido seguirán chocando con una realidad que ya alcanzó a millones de hogares.

