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¡Ah, la complicada segunda película del Universo Cinematográfico Marvel! ¿No sabes de qué hablo? Simple: en cada exitosa saga que nos presenta esta multifranquicia de entretenimiento (Iron Man, Thor, Avengers) hay un punto de partida que suele estar representado por una película “de origen” admirablemente lograda… pero su secuela suele ser notablemente débil. Sucedió con ‘Iron Man 2’, con ‘Thor: The Dark World’ y con “Avengers: Age of Ultron’, por ejemplo. Sus predecesoras fueron alabadas por el público y la crítica, mientras que nos quedaron a deber en la segunda parte.

¿Cómo calificar a ‘Guardianes de la Galaxia, Vol. 2’ (‘Guardians of the Galaxy, Vol.2’, d. James Gunn)? Por principio de cuentas la exigencia de parte del público y de la crítica es mucho mayor, así que olvídense de la posibilidad de que la secuela sobrepase a la original. Hay que recordar que la película de 2014 tomó a todo el mundo por sorpresa (incluyendo al mismo estudio), convirtiéndose de inmediato en una favorita del sello Marvel y mencionada con frecuencia como su mejor exponente: los simpáticos pero imperfectos protagonistas, las múltiples referencias a la cultura pop, el humor manifiesto hasta en los momentos más tensos… todo se conjugó de manera perfecta. Pedir que el relámpago cayese de nuevo en el mismo lugar era un poco ilusorio.

Sin embargo el director y guionista Gunn lo intentó, con resultados admirables en algunos frentes y cuestionables en otros. La mejor noticia es que el elenco original permanece intacto: “Star-Lord” Peter Quill (Chris Pratt) sigue siendo el líder informal del grupo de dudosos héroes, y aún insiste en “entrar en acción” al compás de éxitos musicales arraigados en su niñez. Gamora (Zoe Saldana) se mantiene a su lado como un potencial interés amoroso, y la relación con Quill es un chiste recurrente en la trama. El brutal Drax (Dave Bautista) todavía es incapaz de entender alegorías y esto le ubica como una auténtica fábrica de diálogos chuscos derivados de su franqueza. Rocket (voz de Bradley Cooper) conserva su acerbo humor y su proclividad a las actividades criminalísticas y Groot (voz de Vin Diesel)… bueno, Groot no es aún el imponente árbol que solía ser, pero ahora es una “ramita” llena de ternura y candor.

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El quinteto se mete rápidamente en problemas con una avanzada civilización a quienes supuestamente habían prestado un servicio de protección, así que nuevamente son víctimas de una persecución por el espacio exterior. Justo cuando parece que van a ser pulverizados por una flotilla de enemigos, la salvación llega en la persona de un ser llamado Ego (Kurt Russell), quien de buenas a primeras se identifica como el padre de Star-Lord. La historia del origen de este humano humilde se ve de pronto atada a un ser que prácticamente nació a la par del universo, y que posee su propio planeta.

Si la primer película se preocupó por convertir a un grupo de seres que se odiaban entre sí en una cuadrilla de amigos, esta secuela tenía que dar el siguiente paso lógicos y mostrarlos como una familia. Disfuncional y caótica, pero familia al fin y al cabo. Es interesante ver cómo Quill y su intergaláctico progenitor comienzan a establecer vínculos, y como otros miembros del grupo también van desarrollando empatía a nivel profundo. Gamora reanima su conflicto con su media hermana Nebula (Karen Gillan), pero descubrimos que la rivalidad entre ambas conduce a un camino en común. Rocket termina conviviendo con el pirata espacial Yondu (Michael Rooker), padre putativo del joven Peter Quill y aparente poseedor de una valiosa revelación en torno a su pasado. Hasta Drax termina por entablar una comiquísima relación con la inocentona Mantis (Pom Klementieff), una alienígena capaz de percibir y modificar sentimientos ajenos. Leer lo anterior no tiene mucho sentido, pero puedo asegurarles que estas motivaciones funcionan.

El punto complicado para la segunda película de los Guardianes es, paradójicamente, su función como guardianes. Sí, el principio y el final de la historia justifican plenamente su posición heroica, pero esta secuela se toma largas secuencias para establecer una especie de crecimiento y madurez de sus personajes. Es una apuesta arriesgada, pues la inmadurez de Star-Lord y compañía era justamente lo que nos atrajo a muchos originalmente, pero el guión tiene cuidado en no mostrar estos procesos de desarrollo personal como viñetas cursis, sino como auténticas revelaciones para sus protagonistas.

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Cabe mencionar que la banda sonora, tan crucial en la trama de la película previa, aquí repite su misión como “narrador omnisciente” que podría contarse como un personaje más. Desde una secuencia inicial donde los Guardianes batallan contra una desagradable criatura a ritmo de Electric Light Orchestra y “Mr. Blue Sky” hasta un enternecedor interludio en la voz de Cat Stevens y su “Father and Son”, los temas clásicos no cesan de enmarcar la riqueza visual del filme.

Este último aspecto también constituye un triunfo total. El colorido de ‘Guardianes de la Galaxia, Vol. 2’ no solamente se centra en sus vistosos protagónicos: los planetas poseen una estética de ciencia ficción setentera que combina los cómics espaciales de Moebius con las portadas de LPs que ilustraba Roger Dean. No importa si es una batalla, una explicación gráfica de la historia del universo o un recorrido planetario, el festín cromático no cesa de sorprendernos.

El último elemento imprescindible era el humor y las referencias a la cultura pop, y aquí los guionistas se lucen. Prácticamente todos los actores a cuadro tienen ocasión de brillar con una frase contundentemente graciosa, con un gag visual o con un discurso memorablemente cómico. Si a esto sumamos las menciones de series televisivas de antaño, video juegos clásicos, tecnología análoga y hasta “cameos” bien dosificados, es justo decir que las bases están cubiertas y que habrá de ver la película más de una vez para captar todas sus sutilezas.

Resumiendo: esta entrega no es superior a su predecesora. Sin embargo es perfectamente disfrutable, se gana a pulso sus momentos más conmovedores y hace pasar volando sus 136 minutos de duración. Es obvio que una tercera parte será aún más exigente, pero hay que admitir que este rincón galáctico aún tiene muchos mundos por explorar.

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