Estamos entrando a la segunda mitad del 2016 sin ver un panorama claro respecto al trayecto de la economía en América Latina; por un lado, tenemos indicadores que fallan en sus mediciones exactas y por otro, a nivel de cancha podemos apreciar que la desaceleración económica se avecina como un oleaje repentino, por lo menos, es lo que admite la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Y es que este organismo recientemente lanzó nuevos indicadores que destacan que los países de América Latina y el Caribe mostrarán una contracción en su tasa de crecimiento de aproximadamente 0.8 por ciento, aunque, en el caso de México, el indicador se desestimaría al pasar de 2.5 a 2.3 puntos.
Por su parte, los expertos dicen que este decremento se debe en mayor medida a la incertidumbre financiera mundial por el efecto “Brexit”, y no sólo por lo que anteriormente he comentado en otros espacios de opinión acerca de todo lo que implica la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea (económicamente hablando), sino también, por las consecuencias que la misma decisión conllevará a Estados Unidos. En palabras más sencillas, los golpes a nuestros vecinos también nos afectan.
En ese tenor, a través del Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2016, la CEPAL indicó que el apenas 2.3 por ciento de crecimiento estimado para la economía mexicana, se debe a factores como el desempeño negativo del sector manufacturero de Estados Unidos.
El diagnóstico de la CEPAL no puede crear un ambiente de derrota en México. Ya iniciada esta segunda mitad de 2016, se debe aprovechar la oportunidad de ubicar las amenazas externas y debilidades internas, para hacer frente a una economía mundial disminuida y fortalecer las actividades económicas que más pueden favorecer a nuestro país.
Si el organismo regional observa indicios de desaceleración para los próximos meses en México, al prever un crecimiento económico de 2.3 por ciento (anteriormente pronosticado en 2.5 por ciento), será necesario evaluar internamente qué actividades detonaron el crecimiento en el primer trimestre de este año, donde el PIB creció 2.8 por ciento, y crear estrategias conjuntas entre gobiernos y entes privados para explotar las áreas de oportunidad.
El planteamiento de la CEPAL, no es uniforme entre naciones, las proyecciones entre una y otra son abismalmente diferentes, por lo que algunas deberán comenzar a preparar estrategias más que severas contra las proyectadas consecuencias.
El país con peor desempeño económico este año será Venezuela con una contracción de -6.9 por ciento, aunque el panorama podría tornarse aún peor, si se cumple lo estimado por el FMI, que espera un comportamiento más recesivo de -8 por ciento con una inflación anual de 720 por ciento.
Los números esperados para aquel país, son más que malos en sí mismos, si tomamos en cuenta la crisis política – humanitaria que atraviesan los venezolanos, como el descontento con el gobierno, la inseguridad, la escasez de alimentos y el alto costo de la vida.
Para el caso de Brasil se espera una contracción de 6.9 por ciento y para Argentina de -3.5 por ciento. Ecuador tendría, según se cree, una contracción de -0.1 por ciento, fuera de estas naciones el resto de los países latinoamericanos crecerían durante el resto del año.
Lo recomendado por el organismo es permitir el crecimiento de la inversión privada a través de la adopción de políticas que la apoyan, sin embargo, pese a lo mucho o poco que pueda hacer la región para recuperarse ante los pronósticos esperados, la Comisión ha advertido que la economía mundial mantendrá bajos niveles de crecimiento debido a la crisis financiera global.
Ante las predicciones nada favorables, los países latinoamericanos y sobre todo México, deberán estar preparados para impulsar el desarrollo de sus países a través de los recursos propios del territorio e incentivando a los pequeños y grandes inversionistas en el ámbito fiscal para una mayor recaudación, así como reorientar el gasto público hacia la inversión y productividad (aunque parezcan de largo plazo) en áreas que representan menor riesgo y mayor efectividad, como el turismo, la educación y la ciencia, la agricultura y el aprovechamiento de los vastos recursos naturales y humanos; son medidas que tienen el potencial de convertirnos en una economía de primer mundo y que hoy suelen ser desaprovechados, antes de que el bolsillo de los latinoamericanos se vean perforados. Es mi opinión…