El próximo 25 de enero, la Cámara de Diputados tendrá todo listo para comenzar el debate sobre la regulación de la marihuana, en donde, a través de once audiencias públicas con más de 10 horas de duración cada una, se discutirá desde el impacto y costos de la política prohibicionista en la seguridad pública, hasta los efectos de este enervante en la salud.
Tras dichos debates tanto en Cámara de Diputados como de Senadores, el Consejo Técnico informará los resultados a todos los legisladores federales, para que éstos analicen en qué situaciones se podrá legalizar o no el uso de la cannabis.
Y es que de acuerdo con datos de la última Encuesta Nacional de Adicciones, la marihuana es la droga ilegal de mayor consumo entre la población mexicana, al pasar de 4.4% en 2008, a 5.8% en 2013.
Todo ello, se convierte en un tema coyuntural a nivel local y global, ya que tan solo ayer, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, firmó el decreto que legaliza y regula en aquel país, la producción, comercialización y exportación de la marihuana para uso medicinal. Esto significa, que a partir de hoy, las y los colombianos no podrán acceder a la marihuana legal directamente, sino que un médico deberá recetar previamente algún producto derivado de este enervante, y por ende, el cultivo de planta de marihuana, estará autorizado para este fin, lo que además, debe ser observado con lupa en el contexto de un país con escenarios de violencia y narcotráfico.
Cabe recordar que en nuestro país, por ahora los únicos ciudadanos que pueden cultivar y consumir cannabis, con fines recreativos, son cuatro mexicanos que presentaron un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual, aceptó el recurso. Y es que son tales los cambios sociológicos que representa la despenalización de la droga en el orbe, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el consumo de marihuana para uso médico pasó de casi no existir hace 20 años, a 23.7 toneladas en 2011 y 77 en 2014.
Pero basta con echar una mirada al pasado y darnos cuenta que desde hace varios años, agrupaciones civiles habían realizado campañas y actos públicos para manifestar su aprobación e interés con respecto a la legalización, producción y consumo de esta sustancia en México. Al punto que, el 6 de marzo de 2008, las cartas ya estaban sobre la mesa, cuando la ex diputada Elsa Conde, del partido Alternativa Socialdemócrata, presentó en el pleno de la cámara baja una iniciativa de ley para permitir el uso medicinal y de investigación de la cannabis.
Esta propuesta no distó de las que otros países como Canadá, Holanda, Argentina, Brasil, Perú y Chile formularon y aprobaron con anterioridad, en cuyos casos, argumentaron que para efectos medicinales, los enfermos pudieran tener acceso seguro y legal a la marihuana, siempre y cuando estuviesen sometidos a un esquema de supervisión médica profesional.
México ya dio el primer paso al aceptar el debate en torno a las causas y efectos de la marihuana, lo que sin duda muestra un panorama optimista, en el que por primera vez, no se evadirá más la realidad social de por medio; por el contrario, se fomentará el diálogo sobre los distintos caminos que existen en la materia.
En este sentido, el debate público será el único camino viable para que partidos políticos, sociedad civil, especialistas y académicos, discutan y analicen las propuestas existentes con el objetivo de clarificar la perspectiva en torno a la regulación y despenalización de la droga, sin afectar el desarrollo social, económico y cultural de nuestro país. Lo anterior, exigiendo como ciudadanos que el Estado continúe con la investigación permanente sobre el uso y posibles impactos a la salud de las drogas; fomentando estrategias a nivel local y nacional para la prevención de adicciones. Pero sobre todo, que por encima del dogma y la moral, trascienda la información objetiva y científica para responder y atender las necesidades de la población… Es mi opinión.