Les comparto este artículo de Marisol Arbós autora de “Vientre y corazón” (https://itunes.apple.com/us/book/vientre-y-corazon-todo-es/id1050688502?ls=1&mt=11) que escribió para nosotros:
En la actualidad cada vez es más demandante tocar el tema de infertilidad, cada vez es mayor el porcentaje de mujeres que no pueden ser madres de manera natural y tienen que recurrir a algún tratamiento de infertilidad o a la adopción para lograrlo.
En México la maternidad es algo muy valorado, incluso podríamos decir que va ligado a la identidad de muchas mujeres, como parte de la vida y de su desarrollo. Yo fui una de esas mujeres.
Soy parte de una familia mexicana en la que fui educada a que cuando creciera me iba a casar y a tener hijos en el momento que, junto con mi esposo, así lo decidiéramos. Me explicaron, cuando llego la menstruación, y para minimizar el trauma que significa para una niña de 13 años el primer sangrado de la primera regla, que ello significaba que estaba dejando atrás la niñez, para empezar a ser mujer y que mi cuerpo había llegado a esa parte del desarrollo en que podría tener hijos y por eso tenía que tener los cuidados necesarios para no embarazarme a una edad temprana. Así que desde entonces, cada vez que llegaba la incómoda menstruación, pensaba que era el precio que las mujeres teníamos que pagar para poder ser madres algún día cuando lo deseáramos. Me enseñaron que la maternidad es algo muy bello, que requiere mucho compromiso, que está ligado a un embarazo y que es lo mas importante que tenemos las mujeres: «El don de dar y sentir una vida dentro de nuestro cuerpo».
Pero ¿qué es realmente la maternidad? La maternidad va mucho más allá de un embarazo y de la mágica historia de cuento que me enseñaron de niña, pero en ese entonces, cuando ya casada empezamos a buscar bebé, no lo sabía y tuvo que pasar un proceso bastante largo para entenderlo como lo entiendo ahora.
Al principio, creí que el tener hijos era algo muy sencillo, algo que podía planear para que llegarán en el mejor momento de mi vida, cuando ya tuviéramos una carrera fortalecida y un patrimonio formado, pero pasaron los años y no lográbamos un embarazo, así que empezamos los tratamientos de infertilidad.
Nunca pensé estar escribiendo hoy sobre lo doloroso que resulta la experiencia de infertilidad para aquella pareja que la vive. Los tratamientos de infertilidad no sólo son un desgaste físico, sino también un desgaste económico y emocional muy fuerte. Junto con esa lucha incansable para lograr un embarazo también crece el miedo y la obsesión por un bebé que no llega.
Como sociedad estamos perdiendo la sensibilidad y nos sentimos totalmente ajenos a este tipo de temas. Seguro has conocido o conoces a alguien que esté pasando por éste proceso, no minimices su pena dando consejos que lejos de ayudarlos puedes hacer que se sientan mucho más tristes y más incomodos. Sólo escúchalos, ese es el mejor apoyo que les puedes dar en esos momentos.
En mi particular experiencia, aprendí que la maternidad no está ligada a un embarazo, hoy después de muchos años soy mamá por adopción y también mamá biológica gracias a un tratamiento de donación de óvulos. Pero ambos procesos, el de adopción y el de donación de óvulos, tampoco son sencillos y hay un largo camino que recorrer para llegar a un final exitoso y feliz como lo fue el nuestro.
Los lazos de sangre no son los que nos hacen ser quienes somos y querer a alguien por un simple hecho biológico. Los lazos de amor son los verdaderamente fuertes, los que tejemos día con día y los que nos unen a las personas que amamos y que llamamos familia.
Marisol Arbós
Vientre u Corazón Todo es Posible… Soy Mamá