Les comparto uno de los artículos de mi último libro “Una cita sexual con Freud” de editorial Algarabía:
El síndrome de Zelig[1] es tan excepcionalmente raro que sólo se ha registrado en una persona, y se desarrolló debido a un daño orgánico en el lóbulo frontal del cerebro. Debido a un trastorno amnésico, el paciente lograba mimetizarse al medio ambiente, de forma que si estaba con abogados, se comportaba como uno, y si estaba con médicos nadie lograba diferenciarlo de ellos. Esto es, adoptaba el rol social que le proveía el entorno con una naturalidad asombrosa, como un camaleón. Es claro que no sólo influía la amnesia, sino también se estaba dando un trastorno de la identidad.[2]
En psicoanálisis también hablamos de falso self o «personalidad como sí», que son formas en las que las fallas en el desarrollo dan como consecuencia una problemática en la identidad. Este tipo de personas se «sobreadaptan» desde pequeñas para ser queridas, aceptadas e incluso admiradas.
Así vemos a quienes entran a un medio social y se convierten en símiles de los miembros de ese grupo, adoptando sus usos y costumbres, y dejando atrás lo que no es bien visto. En estos casos se trata de un problema inconsciente que la misma persona no detecta, a pesar de que a veces conlleva una sensación de vacío y de no poder sentir las emociones en todo su potencial. En algunas ocasiones se trata de una simulación consciente o preconsciente, una especie de impostura, que denota ciertos rasgos psicopáticos.
Una paciente me relataba el caso de un novio que conoció en edad adulta y que se adhirió a la vida de ella en todas sus dimensiones. A pesar de que él le había comentado de otros intereses, cuando vio que ella no los valoraba, los dejó de un lado para seguir los de ella y su grupo familiar y de amigos. También parecía como si él «leyera» las carencias y necesidades de mi paciente para poder satisfacerlas, por lo menos en un inicio, como seguramente lo habría hecho con su propia madre desde pequeño para ser querido por ella. Poco a poco fue apareciendo su falsedad. Cuando la relación terminó, él rápidamente se adhirió a otra mujer, dejando atrás su vida anterior y ahora adaptándose a los gustos de la nueva. Con sus ideales y los valores pasó lo mismo, se adaptaron a su nueva pareja.
Un conocido mío hacía lo mismo, pero con los deportes. Pasaba del golf, al triatlón, a la cabalgata, al esquí acuático y al tenis, dependiendo del grupo de amigos con el que se iba juntando. En todos los casos se compraba el equipo más nuevo, completo y caro.
Es menester decir que este tipo de personas no retienen mucho tiempo a sus parejas o a sus amistades, pues se les siente esa falta de autenticidad. Tampoco es fácil que trabajen genuinamente en una labor psicoterapéutica y más bien se ajustan a ser el paciente «perfecto» o «ideal» para ser querido o admirado. Dejan a su terapeuta de un día a otro, porque no logran generar un vínculo amoroso auténtico, como les sucede con sus relaciones personales.
[1] En 1983, Woody Allen realizó una película llamada «Zelig», en la cual el personaje de Leonard Zelig está enteramente basado en este paciente.
[2] La identidad se define como una sensación de «mismidad» –saber que yo soy la misma persona a través del tiempo.