La mitad de las amas de casa de Estados Unidos son adictas a algún tipo de medicamento, por lo general medicinas que les fueron recetadas para el dolor, la ansiedad o el insomnio. Ante estos datos tan contundentes y sorpresivos, la psicoterapeuta Libe Diamant (libediamant@gmail.com) realizó una investigación que amablemente nos comparte. Aquí los dejo con la primera parte:
¿Les suenan conocidos estos nombres: Rivotril, Ativan, Tafil, Valium, Lexotan? Seguramente sí, estos son algunos de los múltiples nombres con los que se comercializan las benzodiacepinas popularmente conocidas como ansiolíticos, sedantes o tranquilizantes. ¿Quién no conoce a alguien que las consume? Pónganse a pensar, les puedo casi asegurar que la gran mayoría conocemos a alguien que las toma: el tío, el amigo, el amigo del amigo, el papá, la mamá, el primo o uno mismo.
Las benzodiacepinas han sido medicamentos ampliamente prescritos por más de 50 años, principalmente para tratar la ansiedad y el insomnio. Casi desde su introducción las benzodiacepinas han sido motivo de controversia, con opiniones polarizadas. Por un lado, hay quienes las defienden señalando su eficacia y los beneficios terapéuticos, y por otro lado, los que se oponen desaprobando sus efectos adversos como la dependencia y el riesgo de abuso. El debate se ha abierto con la introducción en el mercado de otras estrategias farmacológicas que resultan por lo general más seguras.
¿Me pregunto si estos medicamentos gozan de una popularidad justificada, o se está cometiendo un profundo error al subestimar sus efectos adversos, incluyendo el abuso y la dependencia en paralelo con una sobre-estimación de su eficacia? Lo que se ha observado a lo largo de varias décadas es que pese a todos los esfuerzos realizados destinados a difundir los efectos adversos relacionados con el consumo prolongado de benzodiacepinas, se ha visto poca efectividad al respecto, los médicos siguen prescribiéndolos y las personas frecuentemente continúan consumiéndolos por periodos prolongados.
¿Por qué estos fármacos encabezan la lista de los más recetados?
Pocos son los medicamentos que actualmente pueden competir con las benzodiacepinas en cuanto a su eficacia, velocidad de inicio de acción y bajo grado de toxicidad aguda. Efectivamente, estos medicamentos poseen algunas propiedades terapéuticas muy útiles y pueden ser de gran ayuda en una amplia gama de trastornos clínicos. La relación riesgo-beneficio de las benzodiacepinas es positiva en la mayoría de los pacientes que las consumen a corto plazo (2-4 semanas), pero esta relación a largo plazo se invierte.
¿Qué son las benzodiacepinas?
En 1956 el doctor Leo Sternbach creó la clase de químicos conocidos como benzodiacepinas. El Librium fue el primer medicamento de este tipo aprobado para su uso lanzándose al mercado en 1960, más tarde en 1963 el Valium (diazepam) lo acompaña, convirtiéndose en medicamentos cada vez más populares. Más de 1000 benzodiacepinas se han sintetizado entre 1969 y 1982, el diazepam fue el fármaco más recetado en América, con más de 2.3 mil millones de tabletas vendidas en 1978.
Las benzodiacepinas son medicamentos psicotrópicos, popularmente conocidos como sedantes o tranquilizantes. Son sustancias que disminuyen la actividad cerebral dado que actúan como depresores del sistema nervioso central, propiedad que hace que sean útiles para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y del sueño. Su uso a corto plazo, puede aliviar rápidamente los síntomas de ansiedad. Sin embargo, las benzodiacepinas tienen el potencial de ser medicamentos de los que se abuse con facilidad y si se utilizan a largo plazo, puede ser necesario aumentar la dosis para lograr los efectos terapéuticos deseados. Existen una gran cantidad de investigaciones que revelan los efectos adversos de las benzodiacepinas relacionados con el consumo a largo plazo como: dificultad de concentración, problemas en el aprendizaje, la memoria, dificultad para dormir, irritabilidad, aumento de peso, deterioro en el sistema inmunológico, también existe el riesgo de crear dependencia produciendo síntomas de síndrome de abstinencia cuando el uso se reduce o se detiene bruscamente. Entre estos síntomas podemos mencionar: aumento de la ansiedad, depresión insomnio, temblores, rigidez, debilidad, cansancio, entre otros. En gente mayor estos medicamentos incrementan el riesgo de accidentes.
Por lo general no se deben de combinar con otros medicamentos o sustancias que sean depresores del sistema nervioso tales como algunos medicamentos para la gripe, algunos antialérgicos y especialmente el alcohol; ya que puede afectar el ritmo cardiaco, disminuir la frecuencia respiratoria e incluso provocar la muerte.
Las benzodiacepinas actúan produciendo 5 efectos principales:
- Un efecto ansiolítico (para mitigar la ansiedad)
- Un efecto hipnótico (para facilitar el sueño)
- Un efecto miorrelajante (para la relajación muscular)
- Un efecto anticonvulsivo (contra ataques convulsivos)
- Efectos amnésicos (deterioro de la memoria a muy corto plazo, como por ejemplo, antes de una intervención quirúrgica o como sedación en intervenciones de cirugía menor)
Existen una gran gama de benzodiacepinas disponibles, cada una resultando con un efecto terapéutico específico, de tal manera que existen las que son mejores ansiolíticos, otras que resultan ser hipnóticos más eficaces y otras mejores miorrelajantes, etc.
Las benzodiacepinas son mejor conocidas por su efecto sedante y tranquilizante, paradójicamente el sueño producido por las benzodiacepinas, al principio, podría parecer relajante y reparador, pero no es un sueño normal. Las benzodiacepinas inhiben tanto la fase onírica del sueño (sueño REM o MOR movimientos oculares rápidos), como la fase IV de sueño profundo (sueño de ondas lentas SWS). Estas dos fases son las dos más importantes del ciclo del sueño y poder acceder a ellas es esencial para la salud. Las benzodiacepinas empeoran la calidad del sueño incrementando el sueño ligero y disminuyendo el sueño profundo o reparador.
También existe el uso recreativo de algunas benzodiacepinas, generalmente la gente que las consume para ese fin, las consume a altas dosis facilitando el camino a la adicción. Una excesiva prescripción de estos medicamentos puede estar favoreciendo éste tipo de conductas.
Los problemas prácticos de las benzodiacepinas han persistido a pesar de haber recomendaciones para prescribir estos fármacos sólo en casos necesarios y de haber advertencias y restricciones. Sin embargo, estos problemas han sido ignorados por muchos profesionales de la salud y por muchos organismos oficiales.
Con el presente artículo se pretende que los lectores cuenten con mayor información y se promueva una toma de conciencia para promover un uso más adecuado de éstos fármacos obteniendo sus máximos beneficios y minimizando los efectos adversos que conlleva su uso prolongado. El incremento en el número de casos de personas que sufren de estrés y ansiedad demanda que tanto el personal de salud como el público en general conozca de estrategias psicofarmacológicas adecuadas, así como de tratamientos psicoterapéuticos que resulten eficaces en el tratamiento de estos padecimientos.
La próxima semana los invito a conocer dichas alternativas para no tener que recurrir a estos medicamentos por periodos prolongados.