Los maestros en México

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Sin importar el nivel donde se imparta ni el sitio ya sea público o privado, existe la desencantante evidencia de que ser profesor, docente, maestro o impartir clases es un trabajo mal o terriblemente pagado; el por qué, de esta desvalorización de tan noble profesión es un verdadero enigma, pero sin importar que tan bueno seas, si pretendes pedir un justo pago, prefieren darte de baja, ya que debido a lo interesante, trascendente y relevante de esta actividad curiosamente todo el mundo está dispuesto a participar, aún a costa de saber que no es una actividad justamente remunerada.

Las organizaciones privadas no están exentas de este evento y si no basta recordar la crisis que se generó hace algunos años cuando un grupo de maestros exigió un justo trato al trabajo que desempeñaban en una importante universidad privada católica; total que nadie se explica cuál es la justificación de unos y otros, pero bien que se aprovechan de la no regulación justa de esta importante actividad de la cual depende el éxito de un individuo, de una organización, de una comunidad, de un país y de su capacidad de representar con su educación, su posibilidad de avance, de innovación, de preservación de valores y recursos,  y de entendimiento de la circunstancia global por la que atravesamos unos y otros, para poder convivir en un marco lleno de herramientas o de las herramientas que da la educación.

Como médico sé que el bien más preciado de la humanidad es la vida, que sin el recurso de la preservación de la salud ésta se extingue y que todo esto, depende de manera lineal de la educación, para poder llevar a cabo el proceso que nos conducirá a una buena calidad de vida.

Sin salud nada funciona, pero sin educación estamos privados de la posibilidad de entender los procesos de vida, nuestra relación con el entorno, la manipulación de los recursos, el crecimiento personal, la posibilidad de intercambio y la vida misma; es por eso poco entendible cómo es que no se da el justo valor al trabajo tan importante que hacen los docentes para todos nosotros y para todos los que vienen atrás de nosotros y así sucesivamente.

¿Qué está pasando?, pregunta interesante; pues sucede que los maestros se volvieron locos, desde hace muchos años, andan de la seca a la meca protestando por todo y por nada, exhibiendo en sus entrevistas mucho desconocimiento del lenguaje para expresarse, del motivo de su peregrinaje y de las verdaderas razones de su presencia en unos sitios u otros, unos dicen que ya no quieren andar así pero que no los dejan sus líderes, que los amenazan y otros han encontrado la venganza encarnizada contra una sociedad anhedónica, apática y mediocre que solo quiere que no la molesten y no participa de las crisis que se gestan en su país y que ni siquiera se esfuerza en hacerlo, pide mano dura e inclemencia contra estos burros ignorantes que dicen aiga, ancina y trajieron; malditos ignorantes que los corran, que los saquen, que los metan a la cárcel, que les quiten su trabajo al cabo que no sirven para nada o de plano que ya que los maten para que los otros escarmienten y nos dejen de molestar; así de mezquinos somos, así de ignorantes e imposibilitados estamos para entender, peor que ellos, con más herramientas, somos incrédulos de lo que es una manifestación social producto de desajustes económicos, de corrupción, de malas políticas, de falta de inteligencia, de opresión de una clase social que convive con nosotros y que toma como respuesta a sus necesidades la más fácil, el magisterio, lugar poblado de todos los vicios sociales que padecemos en nuestra propia cotidianeidad.

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Apalearon el avispero y ¿qué pasó?, no tienen capacidad de respuesta ni intelectual ni física, cuando ese monstruo social enloquece, nada ni la muerte los sosiega, nada ni el pan, ni la comida, ni la crítica desconsiderada de quienes tendrían que pugnar por una justicia social los amedrenta, ni las redes sociales, ni los medios de comunicación y ni el dinero.

Y ahora que, ¿estamos asustados?, ¿estamos acobardados?, ¿estamos ahora conscientes de la desgracia de este país con políticos incompetentes?.

El país se desmorona entre narcotraficantes y crisis sociales añejas de decenas o hasta cientos de años, y ¿qué pasa con nuestros legisladores?, ¿qué hacen?, ¿acaso se preocupan?, o están protegiéndose el trasero con una ley 3 de 3 a modo; que maldita burla para los demás y que pésimo ejemplo para todos, vergonzante actitud de quienes enarbolan las propuestas de sus electores y tienen en sus manos gran parte del destino de este país, valiente ayuda tenemos y lo peor es que no hay ni para donde hacerse.

Interpreto lo que veo, trato de recomponer el proceso para entender con la información de los medios y pienso en que no sé,  de lo que está pasando para poder entrar más en el problema, pero sin poderlo evitar todo regresa a LO MISMO, más corrupción, más políticos ineptos, más pobreza, más injusticia y todo esto infringido por quienes tendrían que establecer el orden, la normatividad y predicar con inteligencia la manera de consensuar y conveniar en aras de un país más justo con los que más se han afectado.

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Decimos que somos más los buenos y es cierto, buenos para nada, para no protestar, para no sacrificar la tranquilidad personal, para entender que este país sufre de indolencia, para conformarnos con lo que no estamos satisfechos, para no inconformarnos, para voltear a la pared ante las injusticias, y para no castigar a los verdaderos culpables sin importar en qué bando están.

¿Cuánto te falta pueblo mexicano por vivir?, síguele así y verás lo que obtendrás, en tu castigo irá impuesta la penitencia, cuando tengas que llorar tu propia desgracia porque no entendiste la de tu vecino, cuando te des cuenta que lo grave pasó pero ahora en tu vida y tu familia, cuando no puedas caminar más o camines temeroso, cuando de tanto sufrimiento ajeno no puedas nunca más estar tranquilo, porque cuando escuchas sufrir y llorar a alguien, es inevitable también sufrir y también llorar, los hijos de este país son hijos de todos, los padres son los padres de todos y los malvados son para todos aunque la hipocresía los disfrace.

Señores de los partidos políticos, qué hábiles son para transformar las cosas para su beneficio, son ustedes también culpables de lo que sucede, ustedes convirtieron en su deporte favorito utilizar a los maestros para obtener votos a cambio de dádivas miserables y privilegios para sus líderes que ahora aborrecen porque ya no les acomodan, ustedes alimentaron el perro y luego creyeron que si lo encerraban desaparecería, menuda sorpresa, los va a morder, si no ahora porque le darán agua, comida y le abrirá la puerta, sí después porque tarde o temprano los fastidiaran sus múltiples demandas y su insaciable apetito de poder de quien siempre ha carecido del mismo.

Más conciencia señores, más conciencia mexicanos, más inteligencia y más exigencia para resoluciones consensuadas y a largo plazo, lo que descompusieron en 100 años no se podrá arreglar en seis.

Ahora sinvergüenzas 3 de 3, sigan depredando al país a ver cuánto aguanta. Sean un ejemplo de trabajo y responsabilidad, no nos avergüencen con su cinismo.

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